17/03/2018, 10.01
RUSIA
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Un voto que marcará los 20 años de Putiin

de Vladimir Rozanskij

Descontado el éxito, la única duda de las elecciones del 18 de marzo está en la afluencia. En dos decenios el presidente construyó una Rusia donde abunda la riqueza, pero que está distribuida entre pocos burócratas, hombres fuertes y oligarcas a ellos alineados, mientras que la gran parte de la población vive más o menos en los niveles de la Unión Soviética.

Moscú (AsiaNews)- Con las elecciones del 18 de marzo el presidente Putin, que será reelegido por cuarta vez, alcanza finalmente los vente años en el poder en Rusia, habiendo sido nombrado Premier por Eltsyn en 1998, para después sucederlo en el 2000 y en 2012 Putin cedió la presidencia a su amigo de confianza Dmitrij Medvedev, tomando su puesto como jefe del gobierno, cargo por otro lado cubierto por Medvedev a lo largo de todo el período putiniano. La única incertidumbre en esta elección es la afluencia de los electores, que fue progresivamente reduciéndose en estos años, vista la falta de una verdadera competición. En el Kremlin consideran satisfactoria un mínimo del 65% de participación en el voto (en el año 2012 fue del 65,3%).

Se tomaron varias iniciativas para “alentar” a los ciudadanos a ir a las urnas. “Un selfie a los escaños”, a los referéndum escolares y a los “Grandes juegos de familia”,, “Orientación vocacional” siempre para tener junto a las mesas electorales. Los trabajadores de la administración pública y los dependientes de la Iglesia Ortodoxa fuero prácticamente “obligados” para ir votar. La frecuencia a las mesas electorales interesa más que el mismo porcentaje de voto para el presidente Putin, para el cual se esperan entre el 46 y los 48 millones de seguidores (frente a los 45,6 millones de las últimas elecciones) sobre un total alrededor de los 70 millones de votantes. La cifra ideal indicada por el equipo de Putin es el “70 sobre 70 sobre 70), el 70% sobre el 70% de electores (70 millones). A los gobernadores locales se les dio indicaciones rigurosas para evitar las falsificaciones.  

Vladimir Putin concluyó triunfalmente su campaña electoral inaugurando el nuevo puente que une la península de Crimea con la costa rusa, después de haber visitado el territorio deteniéndose en Sebastopol (inaugurando su nuevo aeropuerto), ciudad sede de la flota rusa. Las elecciones se realizan, no por casualidad, en la fecha exacta del referéndum de anexión de Crimea, cuatro años después, que han marcado una decisiva escalada de la política nacional hacia el orgullo nacional y el aislamiento internacional; se prevé que Putin mismo vaya a votar en una mesa electoral de Crimea.

La noche del 18 de marzo, después de la clausura de las mesas está prevista una fiesta en la plaza de la Equitación de Moscú, bajo los muros del Kremlin, como ya sucedió en 2012. Esta vez la fiesta será toda del presidente, que es candidato “independiente” sobre todas las partes; el partido por él mismo fundado, “Rusia unida”, que por otro lado no presentó ningún candidato y anunció que no habría organizado fiestas de partido después del voto. Las televisiones organizarán maratones nocturnas para comentar los resultados del éxito electoral y mientras tanto transmiten en continuación las películas electorales sobre el presidente Putin, que en la última semana fueron la parte fuerte de su campaña. El más popular es el  documental que inicia con la famosa frase de Eltsyn, del 31 de diciembre de 1999, cuando consignó el poder a Putin: “Me voy, hice todo lo que puede” y pone en el centro otra frase, pronunciada por el primer presidente de la nueva Rusia, Mijail l Gorbačev en relación con Putin: “Cuando este hombre fue jefe de estado, nuestras elecciones han dejado de ser una profanación y finalmente son la expresión de la voluntad popular”.

Los 20 años putinianos han construido una Rusia donde abunda la riqueza, pero que está distribuida entre los pocos burócratas, hombres fuertes y oligarcas a ellos alineados, mientras que la gran parte de la población vive más o menos en los niveles de la Unión Soviética. Los servicios para los ciudadanos son muy pobres: las escuelas y los hospitales se cierran continuamente, los docentes y los médicos tiene salarios bajísimos. La policía es extremadamente corrupta e ineficaz en la lucha contra la delincuencia, que en cambio progresa en todo el país. Las calles están en un estado pésimo y los edificios deteriorados, aparte de aquellos carísimos de los centros urbanos más importantes. La flax tax del 13% está pensada para los multi-millonarios, que crecen siempre más, mientras que las boletas para el agua, el gas y la luz aumentan subrepticiamente: no con las tarifas, sino con las continuas substituciones de caños e infraestructuras. Aparte de los factores económicos, impresiona la reducción de las formas de libertad de expresión, con la eliminación de la prensa de la oposición y el monopolio cultural de la Ortodoxia cristiana, siempre más “invasora” en todos los campos de la vida social.

Los rusos votan a Putin por resignación, por miedo a los cambios y por el orgullo en relación con el mundo entero, soñando la grandeza soviética perdida y quizás la gran palenginesia de la antigua Santa Rusia. La estabilidad del régimen dependerá de las condiciones económicas, pero también de las perspectivas espirituales de Rusia, que enfrenta el futuro mirando con insistencia al propio pasado.

 

 

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