30/08/2023, 16.12
CHINA - MEDIO ORIENTE - ISLAM
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Xinjiang: la Organización Islámica elogia los avances de Xi Jinping y guarda silencio sobre las persecuciones

El líder chino visitó la zona el fin de semana y felicitó por la "estabilidad social" que se ha logrado "con dificultad". Llamó también a "profundizar la sinización del Islam". Mientras tanto, las autoridades siguen arrestando a uigures que practican su fe o leen el Corán. Mañana el Papa Francisco volará sobre la región en su viaje a Mongolia.

 

Beijing (AsiaNews)- “Conservar la estabilidad social que se ha logrado con tanto esfuerzo”, advirtió el presidente chino, Xi Jinping, en una rara visita que realizó hace pocos días a Urumqi, capital de Xinjiang, la extrema periferia occidental del gigante asiático, haciendo una escala a su regreso de la cumbre del BRICS en Sudáfrica. Palabras que no dejan dudas sobre el férreo control que las autoridades ejercen sobre la población, en particular la minoría musulmana uigur que vive en la región y ha sido sometida repetidamente a una dura represión. La mano de hierro sin duda continúa, como se desprende de las noticias que aparecieron en los últimos días sobre los arrestos y desapariciones misteriosas (también) por cuestiones relacionadas con la fe.

La visita del presidente chino el 26 de agosto fue una oportunidad para respaldar la política de mano dura impuesta por Beijing en la región contra el "terrorismo" y el "extremismo", tras los cuales se esconde el reclamo de libertad y de derechos de las minorías étnicas. Violencia y represión de Estado que también fueron denunciadas por las Naciones Unidas en un informe que se publicó en septiembre del año pasado, en el cual se califican las políticas de las autoridades centrales como "crímenes contra la humanidad". La ONU ha renovado su llamamiento al Gobierno para que libere inmediatamente "a todas las personas privadas arbitrariamente de su libertad" y dé a conocer la situación en que se encuentran. Algunos gobiernos occidentales, especialmente Francia, han equiparado estas medidas con un "genocidio".

En su discurso, Xi Jinping reiteró que es necesario implementar en la región la estrategia del gobierno, en un marco general de seguridad nacional y a partir de dos piedras angulares: la estabilidad social y el desarrollo. "Debemos combinar - dijo el presidente - el desarrollo y la lucha contra el terrorismo y el separatismo, con la normalización de la estabilidad social y la conservación del Estado de derecho". Por último, el líder chino insistió en uno de los paradigmas de la política gubernamental: "Promover la profundización de la sinización del Islam y controlar con mayor eficacia las actividades religiosas ilegales".

Una línea que, en la práctica, todavía se traduce en arrestos y represión. China anunció recientemente una campaña de 100 días de "lucha dura" en Xinjiang, que incluye redadas policiales contra familias uigures, severas restricciones a las prácticas islámicas y límites a la cultura y el idioma del grupo étnico minoritario. Uno de los detenidos es un hombre de etnia kazaja culpable de entonar  himnos y cantos inspirados en el Corán durante una boda musulmana. Radio Free Asia (RFA) informó que Kusman Rehim, de 56 años, acabó en una celda a mediados de julio y la razón principal fue que "la policía encontró" el libro sagrado del Islam "en su casa".

Las recitaciones no autorizadas del Corán están prohibidas desde 2017, cuando China comenzó la reclusión masiva de uigures y otros grupos étnicos en campos de "reeducación" en todo Xinjiang. También fue arrestado un diseñador uigur que trabajó para una empresa china de locomotoras con sede en Turquía durante más de una década. Qahar Eli, de 39 años, fue arrestado en marzo [aunque la noticia recién ha trascendido en los últimos días] cuando regresó a la provincia occidental de China para visitar a sus familiares. Pocos días después de llegar, la policía se lo llevó y desde entonces no ha habido información precisa sobre lo que ocurrió con él. Por último, un anciano uigur que había sido detenido en 2017 fue condenado a 14 años porque había estudiado religión cuando era niño y por "delitos" de carácter religioso, y murió en su celda debido -al menos según la versión oficial- a un ataque de "hipertensión". Abdurusul Memet, de 71 años, cumplía una condena de 13 años y 11 meses por haber estudiado el Corán entre noviembre de 1964 y marzo de 1965.

Son sólo algunos ejemplos de una larga lista de represiones y abusos contra la libertad religiosa y los derechos humanos en una de las zonas más sensibles de China por cuestiones étnicas y confesionales, junto con el Tíbet. Una región sobre la cual volará el Papa Francisco en su viaje de Roma a Mongolia para realizar el 43º viaje apostólico de su pontificado. Como es habitual, el pontífice enviará un telegrama a todos los jefes de Estado de los territorios que atraviesa, en este caso al líder chino Xi Jinping.

Mientras tanto el mundo musulmán, representado por algunas instituciones y organismos autorizados, mantiene un perfil bajo y se cuida de no denunciar abusos y violaciones. En particular la Organización de Cooperación Islámica (OCI), la agrupación más importante del mundo musulmán, que parece haber hecho suya la narrativa china de una "isla feliz". En los últimos días una delegación de la OCI (organismo que reúne a 57 países) realizó una visita oficial a Xinjiang con escala en Urumqi, Kashgar, Changi y la prefectura autónoma de Kizilsu Kyrgyz, donde asistió a una exhibición contra el terrorismo y la desradicalización, además de celebrar ritos y oraciones con líderes religiosos locales. Dya-Eddine Bamakhrama, jefe de la delegación y representante permanente de Yibuti ante la OCI, elogió la "prosperidad y el desarrollo" de la zona bajo el gobierno de Beijing. Para Syed Mohammad Fawad Sher, delegado paquistaní, la visita mostró la "notable transformación" positiva de la misma.

Inmediata y durísima fue la reacción de algunos grupos activistas, entre ellos el World Uyghur Congress y la Campaign for Uyghurs, condenando la visita e invitando a la OCI a asumir valores y principios morales, además de denunciar colectivamente la continua persecución de los uigures. Mustafa Akyol, experto del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato’s Institute, subraya con pesar que "muchos países del mundo musulmán, especialmente en Oriente Medio, están dispuestos a creer las mentiras de China sobre la tragedia que se está produciendo, sobre esta crisis de derechos humanos, porque ven a China como una potencia antioccidental".

 

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