19/09/2016, 15.12
FILIPINAS
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Duterte usa la retórica del “buen padre” y a los militares para crear una dictadura

El presidente filipino solicitó una extensión de la “guerra contra la droga” por seis meses más. Hasta ahora, esta lucha ya ha causado más de 3.000 víctimas: “Aunque quisiera, no puedo matar a todos los narcotraficantes”. Analista comenta a AsiaNews: “Está repitiendo los pasos de Marcos, presentándose como padre de la nación y buscando el apoyo del ejército”. El Card. Tagle abre la arquidiócesis a los adictos: “No arrojemos al mar la vida, estamos aquí para vosotros”.

Manila (AsiaNews) – La retorica del “padre amoroso de la nación”, la mano férrea contra los presuntos traficantes de droga y el apoyo del ejército “son los tres elementos que el presidente filipino Rodrigo Duterte está usando para restablecer una dictadura en el país”. Es lo que dice a AsiaNews un analista local, que permanece tras el anonimato por cuestiones de seguridad,  y que explica: “Los primeros pasos que ha dado al asumir el poder recuerdan mucho a los efectuados por el ex dictador Fernando Marcos. Es impresionante”.

En efecto, la escalada de violencia en el país parece no detenerse: “En su campaña electoral –explica el analista- había prometido que habría 100.000 traficantes muertos. Entonces parecía tratarse de un portazo de un hombre político habituado a presentarse como el “hombre fuerte”, decidido. Pero al ritmo que va, realmente podría matar a 100.000 personas sin un proceso previo y sin una oposición parlamentaria seria. Urge que la sociedad civil se despierte”.

De hecho, desde que Duterte fue elegido en mayo pasado, ya fueron muertos cerca de 3.000 presuntos despachantes de drogas filipinos. Los autores de la matanza son, en parte, miembros de la policía, que se refieren a estas como “muertes ocurridas en enfrentamientos a fuego cruzado”: según datos oficiales, las víctimas son aproximadamente mil. Pero también están implicados los “vigilantes” de seguridad privada, que están interesados en obtener las recompensas no oficiales prometidas –por debajo del mostrador- por las distintas autoridades locales: éstos habrían matado a más de 2.000 personas. El modelo es similar al de los “escuadrones de la muerte”, que fueron utilizados en la época de Marcos y que Duterte aplicó en la ciudad de Davao en los 20 años en que se desempeñó como intendente.   

Anoche, por otro lado, el presidente solicitó una extensión de su guerra contra el narcotráfico por un plazo de “cerca de seis meses”: “No tenía ni idea de cuáles eran las dimensiones reales de esta plaga, hasta que fui electo. Ahora preciso un poco más de tiempo, digamos unos seis meses. Aunque quisiera, no podría matarlos a todos”. La referencia es a los despachantes de droga, que continúan siendo eliminados sin un aparato jurídico y sin una sentencia.

El modelo, continúa explicando la fuente de AsiaNews, “es el de Marcos. Duterte se presenta con la retórica del buen padre de familia, severo pero justo. En más de una ocasión, ante las tímidas protestan efectuadas a raíz de esta matanza, dijo: ¿Qué haríais si uno de estos despachantes entrase a vuestra a casa para envenenar a vuestros hijos? Uno le dice que no lo haga, pero si uno no es escuchado, dispara. Y yo quiero ser un padre para las Filipinas’. Tras estas declaraciones hay un enorme desprecio por el sistema democrático”.

Pero la retórica no basta, “y esto Duterte lo sabe. Es por eso que en estas últimas semanas, en medio de un silencio generalizado, comenzó a efectuar visitas a los cuarteles de todo el país. Al igual que ocurre en el Líbano y en Turquía, también en las Filipinas los militares son garantes de la democracia.  Si logra atraerlos a su lado, como hizo Marcos, la situación se tornará realmente preocupante”.

La Iglesia católica en varias ocasiones ha criticado la “guerra contra la droga” del Ejecutivo y ha reclamado a las fuerzas del orden, instándolas a “recuperar el espíritu de la justicia”. Para tratar de limitar los daños, el arzobispo de Manila ha impulsado a las parroquias de la capital a brindar asistencia y desarrollar programas de desintoxicación: “Estamos aquí para vosotros. No despreciamos la vida humana; es importante y debe ser protegida”, Desde el punto de vista práctico, a través de la pastoral arquidiocesana para la salud, los católicos de Manila prepararán y ofrecerán –luego de la desintoxicación- un sostén espiritual, formación profesional y emprendimientos de trabajo. 

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