01/04/2015, 00.00
IRAN
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Jóvenes iraníes: víctimas del embargo, cansados del islam político

de Bernardo Cervellera
A causa de las sanciones, el 20% de los jóvenes vive desocupado y a menudo también si tienen una cierta edad viven aún en la casa de sus padres. El trabajo, “más importante que los misiles y del nuclear”. La crítica hacia los ayatollah sobre la cuestión de la corrupción y de la invasión de la religión en la vida pública. “Sólo el 16-17% practica el islam”.

Teherán (AsiaNews)- mientras en Lausana (Suiza) los representantes de Irán y de los 5+1 están estudiando el borrador de acuerdo sobre el nuclear, los jóvenes de Irán esperan sólo encontrar trabajo y se separan del islam oficial. Esto de una juventud desilusionada y distante del islam político es quizás uno de los frutos más considerables de este embargo que muchos- pero no todos- esperan venga quitado.

Sobre 75 millones de habitantes, los iraníes nacidos después de la revolución de Khomeini son al menos el 50%. Sus padres han encontrado con facilidad trabajo, posiciones, una cierta riqueza. Para los jóvenes bajo los 35 años existen muchas dificultades: al menos el 20% de ellos están desocupados y desde el año pasado cuando se embargó también las transacciones financieras, el número de ellos aumentó aún más, dado que muchas compañías extranjeras se retiraron de los negocios con Irán, por temor de no recibir sus ganancias.

Masoud, un obrero, gana unos 10 millones de riales (250 euros) por mes. Pero debe hacer durar este dinero por todo un mes y 7 millones van sólo para el alquiler de la casa. Él es padre de un niño pequeño y cuenta la fatiga que debe hacer para hacer cuadrar el balance. No piensa en tener otro hijo a causa de los problemas económicos: porque no sabe cómo podría mantenerlo. Todos los días trata de buscar nuevos pequeños trabajos para redondear las entradas.

También Farid, licenciado, gana 10 millones de riales. Dando lecciones privadas de matemáticas y algunas veces también trabajando como guía turístico, logra apenas proveer para sí. No tiene tantos gastos: si bien tiene una treintena de años, no está casado y vive en la casa de sus padres.

También quien en el pasado ha ganado mucho, ahora se encuentra imposibilitado para hacer cualquier comercio, dado que ningún banco acepta cuentas bancarias de un iraní.

Para el presidente Hassan Rouhani y para los representantes iraníes en los diálogos, lo más importante es que caiga el embargo.

Un joven empresario que desea quedar en el anonimato, me explica: “Billones de petrodólares están congelados en los bancos en el extranjero y no se pueden mover para dar trabajo a los iraníes. También luego todas nuestras industrias y el comercio lo sienten el embargo (por los cual nuestras industrias son obsoletas) y está la imposibilidad de dar dinero vía banco, por lo cual nadie comercia con nosotros”.

“Los únicos que ganan del embargo- agrega- son los pasradan (los guardianes de la revolución) que importan con el contrabando todos aquellos productos que no se encuentran en el mercado. A nosotros no nos importan los misiles o el nuclear: necesitamos que termine y ¡que encontremos trabajo!”.

El desapego de la política amenazadora y guerrera del reciente pasado generó con el tiempo también un desprecio por los mullah, para los hombres de religión que controlan de hecho cada aspecto de la política del país. Muchos jóvenes ´piensan que el islam y la política deben estar separados. “Muchos ayatollah- se desahoga el joven- se enriquecieron y no conocen las fatigas nuestras. Ellos dicen y no hacen nada: predican la moral, pero son corruptos; dicen que quieren vivir como el profeta (que se nutría de una cucharada de miel y de un pedazo de pan) y en cambio pacen a sí  mismos en manera indecente”.

Muchos de estos jóvenes no son enemigos del islam, es más continúan siendo fieles musulmanes, pero no soportan el poder del clero chií, su modo de dictar costumbres y estilos de vida sobre todo no soportan la corrupción de ellos.

Así, se volvió casi normal-sobre todo en Teherán-desafiar los dictámenes morales (cubrirse todas las partes del cuerpo, evitar los cantos, la separación entre varones y mujeres): hay muchos jóvenes en los parques que los viernes se ponen a cantar con la guitarra, estando juntos varones y mujeres, hablando de las últimas modas, discutiendo de política y no cuidándose de los basej (los militantes de la revolución) que les reclaman a la moral. Hasta pocos años atrás a quien ofendía las costumbres los encarcelaban y los golpeaban; a las jóvenes que se maquillaban se les tiraba ácido en el rostro. Ahora los reclamos- si suceden- son muy amistosos, mientras que los jóvenes les demuestran una libertad despreciable. Según algunos expertos, dentro de 4 o 5 años, la gente se librará del yugo del islam político, volviendo a un islam más místico y cultural, como es en la tradición iraní, contrastada por Khomeini.

El riesgo es que mientras tanto los jóvenes se alejan de la fe.

Mehrab, de 39 años, está sin trabajo a causa del embargo y ahora vive en la casa con su familia. Dice que no es “religioso”, practicante y agrega: “Si bien creo en Dios, no soy musulmán”.

En su familia, el padre y la madre son profundamente religiosos y observan todas las reglas islámicas. Pero de los 6 hijos, sólo una está ligada a la religión: los otros han elegido no practicar ninguna religión. El motivo de este rechazo-de esta náusea- está en el hecho que “en Irán es un martilleo continuo en la televisión, en los discursos oficiales, en la radio, en las escuelas desde pequeños, en la universidad con grandes prédicas sobre el islam, que pretende dictar leyes y  comportamientos hasta en la vida privada”. A un cierto punto, el joven pensó. “Pero, ¿por qué debo por fuerza creer en el islam? ¿No es suficiente creer en Dios?”. Y así dejó la práctica islámica con gran dolor de sus padres que se preguntaban cuáles errores habían cometido en la instrucción o en su educación.

Según Mehrab, el porcentaje de su familia es simbólica do todo el país: sólo el 16-17% practica el islam; por el resto Irán es un país seglar, laico, quizás agnóstico. Se debe decir que en  muchas familias, los jóvenes continúan adhiriendo al islam, pero de manera formal, como por imposición. “Irán- concluye Mehrab- necesita no de una religión impuesta, sino de una democracia y de separación entre religión y política”.

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