22/05/2025, 14.16
LÍBANO - PALESTINA
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Abbas en el Líbano: "promesas", pero sin fecha para el desarme de los campos de refugiados

de Fady Noun

En su primera visita al Líbano desde 2017, el presidente de la Autoridad Palestina se comprometió al desarme, aunque sin fijar plazos. Un proceso complejo que Beirut considera requisito previo para el fin total de la lucha armada de Hezbolá. La declaración conjunta con el presidente Aoun también incluye una "reafirmación implícita" del derecho a la existencia de Israel.

 

Beirut (AsiaNews) - "El tiempo de las armas fuera del control del Estado ha terminado", dijo ayer el jefe de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas (Abu Mazen), en el primer día de una visita de 72 horas al Líbano. Este fue uno de los pasajes más significativos del discurso, en el marco de una visita oficial cuyo objetivo principal es elaborar un plan para el desarme de los campos de refugiados palestinos en el País de los Cedros, paso fundamental para la recuperación de la seguridad interna y la soberanía del Líbano, ambas perdidas a finales de los años '60 tras la guerra relámpago con Israel de 1967 y el ascenso de las organizaciones palestinas. Como consecuencia del conflicto, en efecto, los países árabes perdieron el control de Jerusalén, los Altos del Golán y Cisjordania, territorios que posteriormente fueron anexados o están en proceso de serlo.

La visita de Abbas es la primera desde 2017 al país que acoge cerca de 220.000 refugiados palestinos, que viven en campamentos superpoblados fuera del control de las autoridades libanesas. Distribuidos por todo el territorio nacional, sobre todo en Trípoli, Beirut, Saida y Tiro, las principales ciudades de la costa, los 12 campos de refugiados palestinos se han transformado a lo largo de los años y décadas tanto en fortalezas armadas como en zonas urbanas superpobladas y miserables. Políticamente, estos campos se han convertido en microcosmos de las divisiones internas del mundo árabe. El presidente libanés Joseph Aoun y su homólogo de la Autoridad Palestina, Abu Mazen, están haciendo frente a esta pesada carga del pasado, mientras la guerra sigue haciendo estragos en Gaza. Por otra parte, los analistas y expertos en política regional consideran que el desarme de los campamentos y el de Hezbolá son procesos inseparables.

Es evidente que el desarme de los campos requiere un considerable esfuerzo militar y de seguridad por parte del Líbano, además del desarme de Hezbolá. Y no es seguro que el país y sus dirigentes logren encontrar y entrenar a los 8.000-10.000 soldados adicionales que necesita para garantizar la seguridad de los campos y eliminar las armas de los milicianos pro iraníes al sur del río Litani, de conformidad con la Resolución 1701. Las personas cercanas al presidente aseguran que está procediendo con mucha cautela para superar los obstáculos que se interponen en su camino, el mayor de los cuales no proviene del exterior, sino desde dentro.

Dicho esto, según un funcionario del gobierno libanés citado por la AFP, Abbas habló ayer de "establecer un mecanismo para recoger las armas y retirarlas de los campos" de refugiados, aunque sin establecer un calendario preciso. Sin embargo, sabemos por los enfrentamientos armados del pasado entre Fatah (de Abu Mazen) y los grupos extremistas islámicos en Ain al-Hilweh, cerca de Saïda, que este desarme no será en absoluto inmediato ni se puede dar por descontado .

Lo demuestra el hecho de que, tras el lanzamiento de dos cohetes no reivindicados hacia Israel el pasado marzo, a lo que el Estado judío respondió bombardeando los suburbios del sur de Beirut, el ejército llevó a cabo una investigación y lanzó una severa advertencia a Hamás. El movimiento palestino que controla la Franja de Gaza, en efecto, fue considerado responsable de esta grave violación del alto el fuego. Cualquier ataque que se lleve a cabo desde territorio libanés expondrá al grupo a las "medidas más severas", advirtieron las autoridades de Beirut, que también exigieron la entrega de cuatro miembros de la organización.

Sin embargo, solo dos de ellos fueron entregados, mientras que los otros están oficialmente "prófugos". En cambio, el ejército libanés desmanteló pacíficamente y de común acuerdo seis campos de entrenamiento de organizaciones palestinas, legados de la hegemonía siria, situados fuera de los campos de refugiados, en Naamé, cerca de Beirut y en la Bekaa.

El plan estadounidense

Washington considera que la neutralización del Líbano y Siria del eje iraní de la "moumanaa" - que conecta entre otros a Teherán y Hezbolá - es uno de los elementos clave de su plan para la región. Prueba de ello es el sorpresivo anuncio del presidente estadounidense Donald Trump en la capital saudita de que se levantarán las sanciones estadounidenses a Siria. Esta decisión, que equivale al reconocimiento del nuevo poder en Damasco, ha salvado al país de una guerra civil "a gran escala", dijo el jefe de la diplomacia estadounidense Marco Rubio en una audiencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. En pocas palabras, un "regreso de Irán a Siria sería catastrófico", dijo Rubio.

A cambio de la revocación de las sanciones, el presidente de Estados Unidos había pedido a su homólogo sirio Ahmad al-Shara' que controlara y, en la medida de lo posible, expulsara de Siria a los grupos armados - Estado Islámico, chechenos, etc. - responsables de las masacres de la población alauita en la costa siria y de las atrocidades contra la comunidad drusa. Y también le pidió que normalizara las relaciones con Israel.

Tras la decisión de Trump, el ministro de Defensa sirio, Mourhaf Abou Qasra, concedió el pasado 17 de mayo a los grupos armados un plazo de 10 días para unirse a las fuerzas armadas del país, en un intento de unificar las filas internas tras el derrocamiento de Bashar al-Assad. A raíz de esta decisión, la vice enviada especial del presidente de Estados Unidos para Oriente Medio, Morgan Ortagus, invitó al Líbano "a inspirarse" en el líder sirio. Sin embargo, el presidente Aoun se niega a acelerar los tiempos. "Una cosa a la vez", refieren fuentes cercanas a él. Los observadores esperan ahora los resultados concretos de las conversaciones con Abbas para juzgar si su política es sólida.

No obstante, en su declaración conjunta de ayer, los presidentes Aoun y Abbas subrayaron "la necesidad de lograr una paz justa y estable en la región, para permitir que el pueblo palestino establezca su propio Estado independiente, de conformidad con las resoluciones internacionales". Los dos líderes también declararon que reconocen "los derechos legítimos de todos los países y pueblos de la región", lo que puede interpretarse como un reconocimiento tácito por parte del Líbano y la Autoridad Palestina del derecho a la existencia del Estado de Israel. Pero este reconocimiento está condicionado a que se concrete una solución de dos Estados en Tierra Santa, lo que el gobierno de Benjamin Netanyahu ha rechazado hasta ahora. Es verdad que el presidente Aoun ha declarado abiertamente su deseo de volver a una situación de "no guerra" con Israel, pero todo lleva a creer que, desgraciadamente, la lógica de la fuerza será la que prevalezca en Oriente Medio.

 

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