07/11/2023, 09.49
UZBEKISTÁN - GAZA
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Apoyo (moderado) de Taskent a la guerra de Hamás contra Israel

de Vladimir Rozanskij

En relación con los asuntos de Medio Oriente, clima cada vez más pesado en Uzbekistán. Las autoridades temen un recrudecimiento del fundamentalismo islámico. Además de las prohibiciones de expresión pública, aumentan las normas que restringen las tradiciones explícitamente islámicas: desde la ropa que cubre el rostro de las mujeres hasta las prácticas familiares de matrimonios concertados y polígamos.

 

Moscú (AsiaNews) - Uzbekistán, como muchos países del mundo y sobre todo los de mayoría islámica, también se pone del lado de los palestinos en el conflicto con los israelíes. Sin embargo, frente a las manifestaciones de los jóvenes de los últimos días, las autoridades de Taskent decidieron tomar posición contra los excesos, para evitar disturbios como los que se produjeron en la república caucásica rusa de Daguestán, con los pogromos antisemitas.

El presidente Šavkat Mirziyoyev anunció que había destinado un millón y medio de dólares para ayudar a los habitantes del sector de Gaza, asediado por Israel, confiándolos a la agencia de la ONU para Oriente Medio. Expresó la "plena solidaridad de Uzbekistán con el pueblo de Palestina", apoyando su derecho a formar un Estado independiente. Al mismo tiempo, no dejó de expresar "compasión y condolencias a todas las familias de quienes perdieron la vida, tanto del lado palestino como del israelí".

Mirziyoyev también quiso amonestar a la juventud uzbeka para que "no se deje influenciar por las numerosas mentiras de la propaganda" y "no realice acciones contrarias a la ley". Esta declaración resonó dos días después de que las fuerzas de seguridad tuvieran que dispersar una manifestación en Taskent en apoyo a Palestina, deteniendo a más de un centenar de manifestantes que pretendían ocupar la plaza del centro de la capital. Las convocatorias se habían difundido a través de las redes sociales, copiando las pancartas de concentraciones similares celebradas en Estambul.

El logotipo propuesto por los activistas uzbekos mostraba el rostro del emir Timur (el Tamerlán), el líder uzbeko-mongol que también conquistó Tierra Santa, a quien está dedicado el espacio central de la ciudad.

Alrededor del monumento dedicado a él se agolpaba una multitud con las banderas de Uzbekistán y Palestina y las inscripciones "Hombro con hombro con los palestinos" y "15 días de cárcel no nos asustan", en referencia al castigo por manifestaciones no autorizadas, y también "¡Si somos muchos, nos oirán! En la plaza, sin embargo, se encontraron con fuerzas policiales desplegadas, junto con miembros de los servicios Ovd y de la Guardia Nacional, con autobuses listos para llevar a los detenidos a los puestos de control y de detención.

Con los detenidos, los policías mantuvieron "conversaciones aclaratorias" y la mayoría fueron puestos en libertad, pero algunos recibieron multas por "violación de las normas de orden público y organización de reuniones o procesiones callejeras no autorizadas". Las multas acabaron en los tribunales por posibles consecuencias posteriores, y tendrán que ser juzgadas en varios distritos de Taskent. Algunos fueron incluso recluidos en celdas durante unos días.

En las redes sociales uzbekas, el castigo a los manifestantes provocó muchas protestas, ya que de hecho la manifestación no tuvo lugar; un antiguo diputado, Rasul Kušerbaev, escribió que "no se puede castigar a la gente por delitos que ni siquiera se han cometido", señalando que la orden de celebrar concentraciones callejeras no está explícita en la legislación uzbeka, sino que sólo se aborda en decretos ministeriales de duración limitada. Fue el entonces primer ministro Šavkat Mirziyoyev, ahora presidente, quien había emitido una circular sobre el tema en julio de 2014, que abarcaba únicamente las manifestaciones "contra las autoridades".

El clima en Uzbekistán es cada vez más pesado en relación con los asuntos de Oriente Medio, y las autoridades temen un reavivamiento del fundamentalismo islámico, que ya ha sido contrarrestado varias veces en los 30 años del periodo postsoviético con diversas medidas represivas. Además de las prohibiciones de expresión pública, aumentan las normas que restringen las tradiciones explícitamente vinculadas a la religión musulmana, desde la ropa que cubre el rostro de las mujeres hasta las prácticas familiares de matrimonios concertados y polígamos, para no convertir el país en un nuevo hogar del fanatismo político-religioso.

 

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