Armas y negocios: Riad recibe a Trump pero ‘oculta’ Gaza y la bomba climática de Neom
El presidente estadounidense se encuentra en Arabia Saudita, primera etapa de un viaje regional que incluye Emiratos y Qatar (pero no Israel). El magnate se centra en la economía y los negocios multimillonarios (incluidas las armas), relegando a un segundo plano otros temas. Pero detrás del desarrollo y los dólares de Riad hay sombras sobre los derechos y temores por los daños ambientales relacionados con el megaproyecto en el Mar Rojo.
Milán (AsiaNews) - Riad ha recibido al presidente estadounidense Donald Trump en su primer viaje a la región - y al exterior, a excepción del funeral del Papa Francisco - desde su regreso a la Casa Blanca el pasado mes de enero. El protagonismo se centra en los grandes temas económicos, comenzando por los aranceles que ha impuesto Trump, aunque aparentemente ha dado marcha atrás en forma parcial congelando o disminuyendo las tarifas. Luego están las grandes cuestiones diplomáticas en agenda, comenzando por las tensiones regionales, la guerra en Gaza y los ataques en Yemen contra los hutíes pro iraníes, el posible pacto nuclear con Teherán y, como telón de fondo, la segunda parte de los “Acuerdos de Abraham”. Estos incluyen, entre otras cosas, la normalización de las relaciones entre el Estado judío y el reino saudita, algo que también interesa al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Sin embargo, uno de los grandes temas que parecen haber quedado relegados a los márgenes de la diplomacia, pero no por ello menos importantes, es el de los megaproyectos y los graves daños ambientales que pueden causar, según lo que ha advertido recientemente un científico, que plantea los posibles desastres relacionados con Neom, la ciudad del futuro que proyecta construir el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman (MBS).
¿Una bomba climática?
Un climatólogo que ha trabajado en los últimos años como consultor para el proyecto advierte que la nueva ciudad podría cambiar el medio ambiente local y los sistemas meteorológicos, incluyendo el recorrido de las tormentas de viento y arena. Donald Wuebbles, investigador en el ámbito de la física y la química atmosférica y consultor de Neom, declaró al Financial Times (FT) que había planteado en numerosas oportunidades sus dudas sobre el impacto del proyecto en el clima y en las condiciones meteorológicas. Algunos de esos potenciales daños estarían relacionados con aspectos que “no han sido suficientemente estudiados”, como los cambios en los patrones de lluvia y la amplificación de la fuerza y el alcance de los vientos y las tormentas en las zonas desérticas.
Neom es la futurista megalópolis de 500.000 millones de dólares que, según sus promotores, será 33 veces más grande que Nueva York e incluye - entre otras cosas - una ciudad rectilínea de 170 km. También se ha previsto una ciudad de ocho lados que flota sobre el agua y una estación de esquí con un pueblo vertical plegado, Trojena, donde se llevarán a cabo los Juegos Asiáticos de Invierno de 2029. Forma parte de las reformas económicas que se propone llevar a cabo la “Visión 2030”, un plan de modernización en abierta competencia con las otras metrópolis del Golfo, comenzando por los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Un lugar construido de cero en el desierto con vistas al Mar Rojo, donde todo debe - o debería - ser ecosostenible y accesible a pie en cinco minutos, pero con la posibilidad de desplazarse de un extremo al otro en solo 20 minutos con trenes de alta velocidad.
El desarrollo de “La Línea” debería ejecutarse en varias etapas y cubrir un tramo de costa de 170 km; la primera estaría terminada en 2026 y tendría entre 1,5 y 2 millones de habitantes en 2030, para alcanzar los 9 millones en 2045. Sin embargo, según las actualizaciones del año pasado, se ha reducido a “sólo” 2,4 km para 2030. La megalópolis se está construyendo en la provincia de Tabuk, en el noroeste de Arabia Saudita, que en su mayor parte se caracteriza por un clima seco y desértico. Según los proyectos que se presentaron en 2022, la Línea debería incluir dos edificios espejados de casi 500 metros de altura que ocupan un tramo de ciudad rectilínea.
Wuebbles declaró que uno de los problemas que se plantean es el de las emisiones derivadas del uso del cemento y la lentitud de la transición de los vehículos y la maquinaria de construcción con motor de combustión. Con respecto a los riesgos de impacto ambiental, las autoridades sauditas habrían encargado a algunos estudiosos que evaluaran los efectos, pero los resultados de las investigaciones no serían públicos. El estudioso de la Universidad de Illinois reitera que las problemáticas climáticas y ambientales deben ser “prioritarias”, con mayor razón después de la salida del ex responsable del proyecto Nadhmi al-Nasr.
Medio ambiente y derechos
El uso de la tecnología en la realización del proyecto es “impresionante”, según los expertos, y también hay “mucho que aprender”, como refiere el propio Wuebbles. Sin embargo, sigue siendo prioritario el elemento medioambiental debido al “enorme” impacto. Por ejemplo, para construir “The Line” se utilizará el 20% del acero mundial. Además, para realizar la “ciudad futurista”, el gobierno saudita no sólo está poniendo en riesgo el ecosistema medioambiental de toda la región, sino que tampoco ha tenido en cuenta las graves y evidentes violaciones de los derechos humanos, que en su mayor parte han quedado cubiertas por un manto de silencio. Una de las acusaciones más recurrentes es la de haber desalojado por la fuerza a los miembros de la tribu Howeitat, que viven desde hace siglos en la provincia de Tabuk. Al menos 47 miembros fueron arrestados o encarcelados por oponerse al desalojo. En abril de 2020 el activista Abdul-Rahim al-Howeiti fue asesinado por las fuerzas de seguridad poco después de filmar videos de protesta.
El año pasado, Middle East Eye (MME), citando una fuente de la inteligencia saudita, informó que los agentes de seguridad habían recibido la orden de usar la fuerza - incluso matar - para eliminar a los que se opusieran al desalojo de las áreas destinadas a la ciudad. Por último, los altos directivos al frente del proyecto han sido acusados de racismo, misoginia y corrupción. Por otra parte, al liberar al país de la dependencia del petróleo, la base de la “Visión 2030”, Bin Salman ha intervenido - con atención - en la estructura radical de la religión musulmana y en la vida social. Las reformas que se introdujeron a partir de 2019 han afectado la esfera social y derechos como la autorización para que las mujeres conduzcan, el acceso (controlado) a los estadios, el impulso a la industria del entretenimiento y las nuevas tecnologías, así como del ámbito religioso con un progresivo abandono del “wahabismo”. Sin embargo, los arrestos de altos funcionarios y empresarios, la represión de activistas y voces críticas y el caso de Jamal Khashoggi han arrojado más de una sombra sobre el cambio, al que también le falta una última palabra: la libertad religiosa.
Trump y Abraham II
Más que la ecología y los derechos, el tema económico es el que dicta la agenda saudita y de otras potencias regionales como Qatar y Emiratos, que en estos días reciben a Trump en su primer viaje al exterior desde el comienzo de su mandato. Una visita de un triillón de dólares, por lo menos según la estimación previa que hizo la Casa Blanca, que en las escalas de Riad, Doha y Abu Dhabi quiere obtener contratos, negocios e inversiones para reactivar la economía interna y conservar la hegemonía sobre sus rivales, comenzando por China. El paquete también incluye la compra por parte de Arabia Saudita de 100.000 millones de dólares en armas y equipos militares, misiles, sistemas de radar y aviones de transporte.
Desde este punto de vista, el elemento económico en esta visita es preponderante respecto al ámbito geopolítico, pese al momento de profundas tensiones regionales, a tal punto que los titulares de la prensa internacional se han ocupado más del avión que Doha quiere regalar a Trump que de la guerra en Gaza. Tampoco se ha hecho referencia especial a acciones diplomáticas de Washington para la normalización de las relaciones de Riad con Israel, en función de los “Acuerdos de Abraham II”. Así como también ha quedado en segundo plano la iniciativa de la Casa Blanca con los ayatolás iraníes, que sin duda no pasa desapercibida a las potencias sunitas del Golfo, tradicionalmente opuestas al Irán chiíta. El mismo Trump, que ya llegó a la capital saudita y se encuentra reunido con Bin Salman, se ha cuidado mucho de incluir una escala en Israel como parte de su gira por la región. Y ni siquiera ha mencionado el “plan” destinado a transformar Gaza en una “riviera” de lujo expulsando a la población palestina, que había enfurecido al mundo árabe y provocado fastidio - por usar un eufemismo - a los propios sauditas.
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17/12/2016 13:14