27/02/2023, 11.01
ASIA CENTRAL
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Asia Central, cautela sobre guerra rusa contra Ucrania

de Vladimir Rozanskij

Los más duros con el Kremlin son los kazajos. Turkmenistán es el más alineado con las posiciones de Moscú. Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán son los más cautelosos. Todos están a la expectativa, sin saber si realinearse con los viejos amos o unirse a las nuevas divisiones.

 

Moscú (AsiaNews) - A un año de la invasión rusa de Ucrania, una investigación de Currentime ha intentado arrojar luz sobre las posiciones adoptadas al respecto por los países ex soviéticos de Asia Central. Ninguno de ellos apoya realmente la "operación especial" de Moscú, pero tampoco la han condenado, manteniendo una neutralidad deliberadamente marcada. La guerra pone a los regímenes de Asia Central en una posición incómoda ya que siempre han estado estrechamente vinculados a Rusia, pero les aterroriza ser castigados a su vez por las sanciones occidentales.

La primera información tras el inicio de las hostilidades se refiere al presidente uzbeko Šavkat Mirziyoyev, quien habló por teléfono con Putin el 25 de febrero de 2022. Las oficinas de prensa de ambos países informaron sobre la conversación de manera diferente: según el Kremlin, Uzbekistán tenía una actitud "comprensiva" con respecto a las motivaciones de los rusos, mientras que Tashkent subrayó su neutralidad en relación con Rusia y Ucrania. Un año después, la posición de los uzbekos oficialmente no ha cambiado, y al mismo tiempo que llama a deponer las armas, se niega a reconocer las repúblicas anexionadas por Moscú en Ucrania.

La prensa rusa especuló de diversas maneras sobre las reacciones de Kirguistán cuando, tras una llamada telefónica de Sadyr Žaparov a Putin, la agencia RIA Novosti publicó que en cierta forma Bishkek apoyaba la acción en Ucrania. El secretario de prensa de Žaparov tuvo que aclarar que los kirguises están a favor de una solución pacífica del conflicto. Pero en abril el presidente de Kirguistán habló explícitamente de "guerra", término prohibido por el Kremlin.

Las autoridades de Bishkek también han impedido en reiteradas oportunidades las manifestaciones pacifistas frente a la embajada rusa y no han protestado por el reclutamiento forzoso de muchos kirguises residentes en Rusia, sobre todo de los que están recluidos en campos de concentración. Incluso Žaparov se permitió una frase pro-Putin, afirmando que "tal vez era la única manera de defender a la población pacífica en el territorio del Donbass".

La posición más valiente ha sido la de Kazajistán, en la que se perciben los ecos de las tensiones ruso-kazajas por el estatus de los territorios del norte que, al igual que las regiones del este de Ucrania, los rusos consideran "tierra propia". Una semana después de la invasión, el presidente Kasym-Žomart Tokaev invitó a rusos y ucranianos a sentarse a la mesa de negociaciones. Desde Astaná se ha defendido en reiteradas oportunidades la integridad territorial de Ucrania, utilizando siempre el término "guerra" y negándose a reconocer la anexión de Crimea, incluso con una confrontación directa entre Tokaev y Putin en San Petersburgo. La última causa de fricción fue la "yurta de la inquebrantabilidad" de Bucha y Kiev, que enfureció a los rusos.

Una semana después de la invasión, las primeras declaraciones de Tayikistán llegaron por boca del ministro de Relaciones Exteriores, Sirodžiddin Mukhriddin, augurando un rápido cese de hostilidades. Por lo demás, solo se expresó la oposición de Dushanbe a la participación de ciudadanos tayikos en la guerra, tanto los que residen en Rusia como en Ucrania.

Turkmenistán casi nunca se expresa oficialmente en temas de política exterior, manteniendo desde hace décadas una línea de absoluta neutralidad. Sin embargo la prensa local da a entender que Ashgabat se siente más bien del lado de Rusia. Por ejemplo, los periodistas turcomanos de Radio Svoboda informaron que en las reuniones de funcionarios del gobierno se acusa a Occidente de haber provocado la guerra en Ucrania. Durante una reunión de la OSCE en diciembre, el representante de Turkmenistán, Khemr Amannazarov, abandonó ostensiblemente la sala cuando comenzó la intervención del Ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmitry Kuleba, y regresó después que había terminado.

Más allá de las posiciones oficiales sobre la guerra, lo que tendrá más peso serán los efectos económicos, desde la llegada masiva de fugitivos rusos hasta los corredores para eludir las sanciones, y en este momento resulta difícil evaluar las consecuencias a largo plazo de estos hechos. Todos están a la expectativa, sin saber si realinearse con los viejos amos o unirse a las nuevas divisiones.

 

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