Bagdad despide a la misión de la ONU y mira con cierto temor el futuro gobierno
El 31 de diciembre concluye, tras más de 20 años, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para el Iraq (UNAMI). En los últimos días se celebró la despedida en presencia del Secretario General de la ONU. El país se ha desarrollado y estabilizado, pero persisten algunos elementos de incertidumbre. La expectativa sobre el nuevo gobierno después de las elecciones y la incógnita sobre el primer ministro saliente. Card. Sako: “El pueblo espera un nuevo Irak”.
Milán (AsiaNews) - Una misión “honorable, digna y que ha tenido sus méritos” en el proceso de estabilización y desarrollo del país. Así definió un funcionario de la ONU los más de 20 años de trabajo de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Iraq (Unami), que el próximo 31 de diciembre concluye su mandato tras haber superado guerras, convulsiones políticos y la lucha contra el Estado Islámico (EI, ex Isis). La ceremonia de clausura tuvo lugar el pasado 13 de diciembre en la capital, en presencia de altas personalidades políticas, institucionales y religiosas, musulmanas y cristianas, entre ellas el Patriarca caldeo de Bagdad, Card. Louis Raphael Sako. Entre las autoridades estuvieron el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y el Primer Ministro interino del país, Mohammed Shia Al-Sudani, quien elogió el trabajo del organismo internacional “en 22 años llenos de desafíos, esperanzas y determinación”. “La misión UNAMI – prosiguió el jefe de gobierno – ha demostrado ser un socio fundamental para el apoyar y colaborar con Irak tras la liberación de la dictadura [de Saddam Hussein] y el establecimiento de un nuevo sistema basado en la democracia y la libre representación de sus componentes”.
UNAMI: sacrificio y apoyo
Mohamed Al Hassan, representante especial del secretario general (Srsg) y jefe de la UNAMI, explicó que el fin de la misión es un reflejo del cambio que se ha producido en el país desde su institución en 2003, tras décadas de dictadura, guerras y terror. A lo largo de los años, la UNAMI ha brindado un “apoyo decisivo” en muchos sectores: estabilización política, diálogo nacional inclusivo y reconciliación a nivel comunitario en las zonas afectadas por el conflicto. También ha desempeñado un papel central en la asistencia electoral, colaborando en múltiples rondas de elecciones locales y nacionales. “Cuando comenzó la UNAMI, Irak era un lugar muy diferente al que es hoy”, explica Al Hassan, que recuerda especialmente un hecho: pocos días después del inicio de la misión, en agosto de 2003, se produjo un ataque contra la sede de la ONU en Bagdad que causó la muerte de 22 miembros del personal y heridas a otros 100. Hoy ha comenzado una nueva era: “Con los sacrificios de los iraquíes en primer lugar, y con el apoyo internacional, especialmente de las Naciones Unidas, Irak está preparado para pasar a otra etapa, consolidando su soberanía e integridad territorial”.
El experto de las Naciones Unidas continuó recordando los recientes acontecimientos que confirman el camino hacia la estabilización, comenzando por las elecciones de noviembre que contaron con el apoyo de la propia UNAMI y considera entre las más creíbles hasta la fecha. Con una participación del 56% de los votantes, también fueron una demostración de renovado compromiso público. Sin embargo, el país todavía sufre consecuencias a largo plazo del conflicto. Cerca de un millón de iraquíes son desplazados internos, entre ellos más de 100 mil yazidíes que siguen viviendo en campos de refugiados después de haber padecido sufrimientos inimaginables a manos del ISIS. También persisten las críticas con respecto a los derechos de las mujeres y la igualdad de género: “Irak está mucho mejor que antes en lo que respecta a los derechos de las mujeres – explicó Al Hassan – pero lamentablemente ha aumentado la violencia”. Por eso, a pesar de que ha terminado la misión UNAMI, “seguirán operando muchas otras agencias como Unicef, OMS, OIM, PNUD, así como el Banco Mundial y el FMI”. Con importantes reservas de petróleo y un PIB sólido, concluyó, Irak “no necesita buscar ayuda ni caridad, sino el apoyo y la amistad de la comunidad internacional”.
Incertidumbre en las urnas
Por su parte, la Corte Suprema Federal iraquí ratificó y confirmó, los resultados que se conocieron en las primeras horas después de las elecciones políticas del mes pasado, y que revelaron un panorama incierto: el actual primer ministro, en efecto, obtuvo el mayor número de escaños, pero no los suficientes para poder gobernar por sí solo, y tendrá que hacer acuerdos o alianzas con otras fuerzas en el Parlamento. La coalición para la Reconstrucción y el Desarrollo de Mohammed Shia Al-Sudani obtuvo 46 de los 329 escaños que componen la Asamblea. Sin embargo, en elecciones anteriores el bloque que ganó la mayoría de los escaños a menudo no pudo imponer a su líder y el primer ministro fue el resultado de acuerdos entre diferentes facciones.
La coalición encabezada por el ex primer ministro Nouri Al-Maliki obtuvo 29 escaños, el Bloque Sadiqoun, liderado por el jefe de la milicia Asaib Ahl Al-Haq, Qais Al-Khazali, ganó 28 escaños y el Partido Democrático del Kurdistán (PKD) de Masoud Barzani, uno de los dos principales partidos kurdos iraquíes, ganó 27 escaños. El partido Taqaddum (Progreso) del ex presidente del Parlamento destituido Mohammed Al-Halbousi también obtuvo 27 escaños, preparando así el terreno para el regreso de su líder o, en cualquier caso, una renovada influencia en el panorama político nacional. Las alianzas y listas chiitas obtuvieron en total 187 escaños, los grupos suníes 77, los grupos kurdos 56 escaños y hay nueve escaños reservados a los grupos minoritarios.
Al-Sudani llegó al poder en 2022 con el apoyo del Marco de Coordinación, una coalición de partidos chiitas respaldados por Irán, pero no está claro si la alianza lo apoyará nuevamente o si podrá reunir los votos necesarios de otros partidos para mantenerse al frente del gobierno. Lo cierto es que, sin un bloque único capaz de formar un gobierno por sí solo, los líderes políticos tendrán que iniciar negociaciones para construir una coalición de gobierno. Actualmente la Constitución otorga al presidente un plazo de 15 días para convocar al Parlamento recién elegido, que comienzan a partir del día en que el Tribunal ratifica la votación. Una de las primeras obligaciones es la elección del nuevo presidente del mismo Parlamento y de los dos vicepresidentes mediante votación secreta, basada en el criterio de mayoría absoluta. El presidente de la Asamblea desempeña un papel clave, ya que es responsable de dirigir y ratificar el proceso que conduce a la elección del jefe de Estado, del primer ministro y del equipo de gobierno. El artículo 76 de la Constitución dispone que el presidente nombre al candidato del bloque que haya obtenido el mayor número de votos, que luego dispondrá de 30 días para formar el nuevo Ejecutivo. En caso de fracaso, el presidente deberá nombrar un nuevo candidato.
Sako: un nuevo Irak
Se abre así una fase de incertidumbre y de intensas negociaciones entre las distintas facciones para consolidar la estabilidad y, por lo menos desde la perspectiva del primer ministro saliente, la continuidad de la acción de gobierno. En este contexto se ha publicado en estos días una reflexión del Cardenal Sako, en la que el purpurado afirma que el pueblo espera con ansia “el nacimiento de un nuevo Irak” capaz de superar los problemas críticos del pasado, como los enfrentamientos étnicos y confesionales que han ensangrentado a la nación durante demasiado tiempo. “Tras la caída del régimen anterior en 2003, los iraquíes – dice la nota firmada por el cardenal en el sitio web del patriarcado caldeo – esperaban con ansia la creación de un Irak nuevo, seguro, estable, democrático y soberano, con un sistema civil que tratara a todos los ciudadanos por igual. Sin embargo, lo que resultó fue un sistema de cuotas sectarias y emiratos tribales, que abrió la puerta a la amarga experiencia del ISIS, legitimó la corrupción y estableció milicias que, con el tiempo, se volvieron más fuertes que el Estado y empujaron a los iraquíes a emigrar”.
Hoy, después de 22 años de experiencia y las nuevas elecciones parlamentarias, advierte, es necesario adoptar “una postura valiente” con una perspectiva de “corrección y reconciliación” para dar finalmente vida a un Estado moderno. Para lograr ese objetivo, sigue diciendo el Card. Sako, es necesario analizar a fondo la rápida evolución de los acontecimientos regionales e internacionales, así como unificar visiones y coordinar posiciones. “Las crisis – sostiene – no se resuelven con la fuerza, sino abriéndose a la cultura contemporánea, una cultura más racional y realista que se preocupa por los servicios, las instituciones sociales, culturales, jurídicas y económicas, similares a las de los países desarrollados de todo el mundo, a través del diálogo, la comprensión y la búsqueda de un terreno común”. Para ello es necesario garantizar un “Estado de derecho” y la “aplicación del criterio de ciudadanía”, y la Constitución debe “proteger los derechos y libertades de todos”. “Retrasar la formación del gobierno – concluye el cardenal – no beneficia al país, por lo que es fundamental acelerar” el proceso, salvaguardando siempre el bien común. Un Ejecutivo que “refleje las aspiraciones” de su pueblo, que sea “soberano y decidido”, capaz de “restaurar el bienestar y el prestigio de Irak”, que busque “llevar a la práctica la justicia, la igualdad y la integridad, y que sepa afrontar los fracasos y las crisis”.
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