Baluchistán hacia el liderazgo del opio que alimenta la violencia
Las imágenes satelitales sugieren que para finales de año Pakistán podría superar a Afganistán en la producción de esa droga, cuyas ganancias van a parar a manos de los diversos grupos terroristas de la provincia suroccidental. Aquí los cultivos crecen al mismo ritmo que los atentados. A los grupos separatistas y la represión del ejército se han sumado recientemente los ataques del Estado Islámico contra la población local.
Islamabad (AsiaNews) - Pakistán podría superar para finales de año la producción de opio de Afganistán, donde los talibanes impusieron una prohibición del cultivo tras regresar al poder en agosto de 2021. El análisis de las imágenes satelitales muestra la proliferación de nuevos campos de amapola en la provincia suroccidental de Baluchistán, donde la violencia ha ido progresivamente en aumento durante el último año.
Diversos grupos independentistas, de hecho, han tomado desde hace tiempo como blanco al gobierno pakistaní, con atentados terroristas que este año se han vuelto cada vez más sofisticados, mientras Islamabad ha intensificado la represión militar pero también contra las agrupaciones de la sociedad civil que piden justicia por los ataques indiscriminados del ejército pakistaní y un mayor control local sobre los recursos naturales. La población baluchi denuncia, en efecto, que a menudo estos se malvenden a potencias extranjeras como China y Estados Unidos.
Como reveló recientemente un informe de Amnistía Internacional, Islamabad utiliza tecnología china y occidental para vigilar a su población a través de los teléfonos inteligentes, apuntando sobre todo a los habitantes de Baluchistán, que es la provincia más grande y más rica en recursos de Pakistán, pero con tasas de pobreza cercanas al 70%.
La extensión de las plantaciones de amapolas, muchas de las cuales superan las cinco hectáreas, y su ubicación cerca de las zonas edificadas sugieren “un cultivo desenfrenado que nunca se había visto en Afganistán, ni siquiera en los años de mayor producción de opio”, explicó al The Telegraph David Mansfield, especializado en el comercio de opio en Afganistán y analista del programa antidrogas del gobierno estadounidense. Por lo tanto, es “probable que en 2025 la cosecha de amapola de Afganistán sea ampliamente superada por la de Pakistán”, añadió.
Varios agricultores afganos, privados de su principal fuente de ingresos, se han trasladado a Pakistán llevando consigo sus conocimientos sobre el cultivo de opio. Pero la decisión de desplazarse a Baluchistán hace pensar que las ganancias derivadas del tráfico de drogas terminan en manos de los grupos armados de la región, entre ellos el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA), el Frente de Liberación de Baluchistán (BLF) y el Ejército Republicano de Baluchistán (BRAS).
Aunque la insurgencia armada comenzó a finales de los años 40, cuando Pakistán obtuvo la independencia, en los últimos nueve meses se ha registrado un recrudecimiento de la violencia, agravado por los ataques del Estado Islámico. El 3 de septiembre este reivindicó la responsabilidad de un atentado suicida en Quetta, capital de la provincia, en el que murieron 15 personas y otras 30 resultaron heridas. La explosión se produjo en el estacionamiento de un estadio donde se habían reunido cientos de miembros del Partido Nacional de Baluchistán (BNP) para conmemorar la muerte de su fundador.
Se trata de un fenómeno nuevo para la región, porque habitualmente los militantes yihadistas evitan atacar a la población local. El BNP es uno de los partidos de la oposición que luchan por mayores derechos e inversiones económicas a favor de la etnia baluchi. En los últimos días, varios líderes del partido han convocado una huelga regional en respuesta al atentado. Pero se han encontrado con la represión de las autoridades pakistaníes, y según fuentes locales al menos 100 personas, entre ellos políticos locales y activistas, han sido arrestadas.
Varios observadores creen que la situación está destinada a empeorar. Debido a la represión del gobierno pakistaní, el BLA ha ampliado su base de reclutamiento y está involucrando cada vez más a mujeres y jóvenes en sus atentados.
La lucha independentista considera que las inversiones extranjeras en la región son objetivos legítimos. A pesar de los intentos de las potencias extranjeras, entre ellas Estados Unidos, de incluir al BLA, y en particular a la Brigada Majeed, la facción más violenta, entre los grupos terroristas, y señalan que tienen la intención de desarrollar nuevos proyectos, la población local sigue sin ver ninguna mejora. Diez años después de la inauguración del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), por ejemplo, los baluchis han obtenido escasos beneficios del mismo. A pesar de la construcción de infraestructuras y proyectos energéticos, el desempleo y la pobreza siguen siendo las principales preocupaciones.
27/06/2019 15:23
05/12/2016 13:23