Beijing y la Conferencia sobre el Clima en Belém
En la víspera de la cumbre sobre el clima, China ha especificado sus objetivos para la transición ecológica: reducción del 7-10% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2035 y una mayor aceleración en el desarrollo de energías renovables, sector en el que ya es líder a nivel global. Sin embargo, los expertos afirman que eso sigue siendo insuficiente para alcanzar las metas establecidas en el Acuerdo de París.
Belém (AsiaNews/Agenzie) – En estas semanas el mundo está pendiente de Belém – en la Amazonía brasileña – donde se han reunido los representantes de todo el mundo en la COP30, la conferencia anual de la ONU donde se hace un balance sobre la lucha contra el cambio climático. Uno de los temas que probablemente atraerán más la atención es la posición de China, el país que a nivel global sigue siendo el mayor productor de gases de efecto invernadero pero que al mismo tiempo es el que más está avanzando en la adopción de energías renovables.
En la reunión de los delegados de los gobiernos que en estas horas precede el comienzo de las negociaciones formales se encuentra, en representación de Beijing, el viceprimer ministro Ding Xuexiang, quien desde Brasil hizo un llamamiento para que se eliminen las barreras comerciales que obstaculizan la transición energética global, e invitó a los líderes presentes a un “verdadero multilateralismo”.
Pero, ¿cuánto está contribuyendo realmente China en este momento a la lucha contra el cambio climático? Precisamente de cara a la cita de Belém, Beijing ha especificado esta semana sus Objetivos 2035 para la lucha contra el cambio climático. La novedad más importante – que ya fue anunciada por Xi Jinping a finales de septiembre – es que por primera vez la República Popular, actualmente el mayor productor mundial de emisiones de gases de efecto invernadero, ha fijado un objetivo específico: una reducción del 7-10% para 2035. China nunca había prometido antes reducir las emisiones de CO2 en términos absolutos, sino sólo en relación con las dimensiones de su propia economía - lo que significaba que las emisiones podían seguir creciendo, pero a un ritmo más lento que el PIB, con el objetivo de alcanzar el pico de emisiones de CO2 antes de 2030 (quizás incluso este mismo año).
Los nuevos Objetivos 2035 suponen, por lo tanto, un avance, pero muchos expertos consideran que sigue siendo insuficiente. Afirman que para poder alcanzar la meta fijada en el Acuerdo de París - limitar el aumento promedio de la temperatura global a 2 grados Celsius e idealmente a 1,5 grados respecto a los niveles de 1850 - sería necesario un recorte de aproximadamente el 30% en las emisiones producidas por Beijing. Pero China se defiende afirmando que ninguna gran economía de la historia ha sido capaz de reducir sus emisiones más del 10% en los cinco años siguientes a alcanzar el pico.
Mucho dependerá de la cuestión de la dependencia del carbón, la causa principal de las emisiones de gases de efecto invernadero en China, un tema sobre el cual, según los expertos, los Objetivos 2035 siguen siendo vagos. Por el momento, el gobierno de Beijing no parece dispuesto a renunciar a lo que considera la fuente energética más fiable, e incluso ha alentado la construcción de nuevas centrales de carbón en los últimos años.
Donde China sí está avanzando más de lo previsto es en la producción de energía a partir de fuentes renovables: en la eólica y la solar ha superado el objetivo de 1.200 gigavatios con seis años de antelación y llegó a 1.680 gigavatios en julio, según los datos de la Administración Nacional de Energía. Beijing ahora aspira a aumentar la cuota de energía no fósil en el consumo total del 20% al 30% para 2035, alcanzar los 3.600 gigavatios de capacidad eólica y solar y convertir a los vehículos eléctricos en el principal medio de transporte.
