29/03/2024, 16.48
VATICANO
Enviar a un amigo

Con el Papa Francisco en el Coliseo, un Vía Crucis para aprender a rezar

de Giorgio Bernardelli

Los textos de las meditaciones fueron escritos personalmente por el pontífice para la celebración de la tarde del Viernes Santo de este año. En el año de la oración que él mismo decidió con vistas al jubileo, se abre un camino rico en propuestas sobre esta dimensión fundamental de la vida cristiana. Encomendó al nombre de Jesús a los cristianos perseguidos y a los que sufren el drama de la guerra.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Todavía hay mujeres “descartadas, que sufren ultrajes y violencia”. Hay cruces pesadas como "una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una desilusión afectiva, un hijo perdido, la falta de trabajo". Están "la locura de la guerra, los rostros de los niños que ya no saben sonreír, las madres que los ven desnutridos y hambrientos y no tienen más lágrimas que derramar". Las meditaciones que el Papa Francisco ha escrito personalmente para el Vía Crucis que presidirá este Viernes Santo 2024 en el Coliseo hablan directamente al corazón de cada creyente. Son textos que ayudan en nuestro esfuerzo para vivir una experiencia fundamental de la vida cristiana como es la oración. Y recorrer el camino que hizo Jesús ofrece muchas sugerencias concretas sobre cómo vivirla concretamente y cómo evitar sofocarla por ponernos a nosotros mismos en el centro.

Precisamente la coincidencia con el Año de la Oración - que anunció el Papa Francisco para 2024 en preparación al inminente Jubileo del año que viene - ya había sido señalada hace unos días como la razón por la que, a diferencia de lo ocurrido hasta ahora, este año Bergoglio decidió escribir él mismo los textos del Vía Crucis en el Coliseo, uno de los momentos más seguidos en todo el mundo durante la Semana Santa. 

Y el propósito de esta decisión ya resulta claro desde las palabras de introducción a los textos de las meditaciones que difundió esta mañana la Sala de Prensa del Vaticano: “Nos pides una sola cosa: quedarnos contigo y velar – dice Francisco cuando presenta la noche de la Pasión de Jesús -. No nos pides lo imposible, sino que permanezcamos cerca de ti. Y, sin embargo, ¡cuántas veces me he alejado de ti! Cuántas veces, como los discípulos, en vez de velar, me dormí, cuántas veces no tuve tiempo o ganas de rezar, porque estaba cansado, anestesiado por la comodidad o con el alma adormecida. Jesús - continúa el Papa - vuelve a repetirme a mí, vuelve a repetirnos a nosotros, que somos tu Iglesia: «Levántense y oren» (Lc 22,46). Despiértanos, Señor, sacude el letargo de nuestros corazones, porque también hoy, sobre todo hoy, necesitas nuestra oración".

Las 14 estaciones del Vía Crucis escritas por Francisco reflejan casi en su totalidad el esquema tradicional, con un solo cambio significativo: Jesús cae sólo dos veces y en el lugar de la tercera introduce una estación (la undécima) que se centra específicamente en el tema de Jesús que grita su abandono en la cruz, la oración en la que Él mismo se sumerge "hasta el fondo del abismo de nuestro dolor. Tú lo hiciste por mí - comenta el pontífice - para que cuando sólo vea tinieblas, cuando experimente el derrumbamiento de las certezas y el naufragio de la vida, ya no me sienta solo, sino que crea que tú estás ahí conmigo". Al terminar cada una de las estaciones, el Vía Crucis concluye con una invocación que repite 14 veces el nombre de Jesús, la oración "más sencilla y familiar", la que en el Evangelio está en boca de los "necesitados, los frágiles y los enfermos". El Papa confía a todos a este nombre: desde los sacerdotes hasta las familias, desde los cristianos perseguidos hasta los que sufren por la guerra. E invita a cada uno a pedirle a Él que nos cure del odio y del rencor, a confiar en Él en la hora de nuestra muerte y - sobre todo - a decirle simplemente gracias.

Del silencio de Jesús ante Pilatos el Papa invita a aprender "que la oración no nace de los labios que se mueven, sino de un corazón que sabe escuchar". María que encuentra a su Hijo en el Calvario, nos hace darnos cuenta de lo pobre que es nuestra oración en memoria: es rápida, apresurada; con una lista de necesidades para hoy y mañana. Con Verónica somos llamados a darnos cuenta de que “tú también, Dios cercano, pides mi cercanía. Jesús, enciende en mí el deseo de estar contigo, de adorarte y consolarte. Y haz que yo, en tu nombre, sea consuelo para los demás". Con las mujeres de Jerusalén nos invita a preguntarnos si "ante las tragedias del mundo, ¿mi corazón permanece frío o se conmueve?" y a pedir "la gracia de llorar rezando y de rezar llorando".

Dios desnudo, desnuda también nuestra oración. “Porque es fácil hablar – observa el Papa Francisco – pero luego, ¿te amo yo de verdad en los pobres, en tu carne herida? ¿Rezo por los que han sido despojados de dignidad? ¿O rezo sólo para cubrir mis propias necesidades y revestirme de seguridad?”. Hasta llegar a la contemplación de Cristo clavado en la cruz que nos revela "la altura de la oración de intercesión que salva al mundo". Jesús – dice Francisco – que yo no rece sólo por mí y por mis seres queridos, sino también por los que no me quieren y me hacen daño; que yo rece según los deseos de tu corazón, por los que están lejos de ti; reparando e intercediendo en favor de los que, ignorándote, no conocen la alegría de amarte y de ser perdonados por ti".

Para llegar a la última oración, la "perseverante" de José de Arimatea, que pide a Pilatos el cuerpo de Jesús, un ejemplo de cómo "la oración perseverante da frutos y atraviesa incluso las tinieblas de la muerte". Pero ha sido posible gracias a esa nueva tumba, que hizo construir para sí mismo pero se la entrega a Jesús: “Y yo - comenta Francisco - ¿qué cosa nueva le doy a Jesús en esta Pascua? ¿Un poco de tiempo para estar con Él? ¿Un poco de amor a los demás? ¿Mis miedos y miserias enterradas, que Cristo está esperando que le ofrezca, como tú, José, hiciste con el sepulcro? Será verdaderamente Pascua si doy algo de lo que es mío a Aquel que dio la vida por mí; porque es dando como se recibe; y porque la vida se encuentra cuando se pierde y se posee cuando se entrega".

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Una familia ucraniana y una rusa harán juntas el Vía Crucis del Papa
11/04/2022 15:41
Papa: El hombre nos es dueño del tiempo, que pertenece a Dios
26/11/2013
Papa: Dios “ablande un poco el corazón” de quien condena todo aquello que está “fuera de la Ley”
02/05/2017 13:54
El Vía Crucis en el Coliseo, en medio de una guerra mundial ‘por partes’
07/04/2023 08:05
Año de la oración: la propuesta del papa Francisco
23/01/2024 18:06


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”