27/05/2025, 16.43
VATICANO - JAPÓN
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El Entierro de Cristo de Caravaggio en la Expo 2025 de Osaka: 'Imagen de cada hombre' Resumen:

La directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, y el obispo auxiliar de Tokio, Mons. Andrea Lembo, presentaron el significado del símbolo de esperanza que el Vaticano ha llevado a la exposición universal que se celebra en Japón. La obra estará expuesta durante seis meses en un espacio reservado del Pabellón de Italia. "Caravaggio no nos pide que creamos. Solo nos pide que miremos. Y al mirar, que reconozcamos que ese cuerpo podría ser el nuestro".

 

Roma (AsiaNews) - La Expo 2025 de Osaka, que se desarrolla del 13 de abril al 13 de octubre, cuenta también con la presencia de la Santa Sede, con el tema "La belleza trae esperanza", inspirado en el Jubileo. Un signo tangible de la participación del Vaticano es la obra El entierro de Cristo (1603-1604, óleo sobre lienzo) de Caravaggio,que fue trasladada a Japón y quedará expuesta durante todos los meses de la exposición universal. Se trata de una de las grandes obras del arte europeo del siglo XVII, fruto de la madurez del artista italiano. Procedente de la Pinacoteca Vaticana, donde se exhibe habitualmente, fue transportada en avión. Ayer se llevaron a cabo una serie de intervenciones -los llamados Art Talk- en las que se destacó el largo camino que condujo la obra hasta la Expo, y la sinergia en este contexto entre Roma y la Santa Sede, en un espacio reservado del Pabellón de Italia.

26 May 2025 Caravaggio's Deposition

Mons. Andrea Lembo, obispo auxiliar de Tokio, en Japón desde hace 16 años, abrió la reflexión sobre la obra maestra de Caravaggio. Su intervención se tituló "La deposizione di Caravaggio: un dolore condiviso, una cura che salva". "Me gustaría mirar esta obra con los ojos de un japonés, que entra en el pabellón vaticano y ve una obra en la que prácticamente no hay ninguno de los signos religiosos que han acompañado todas las obras sacras desde la época de los iconos hasta el Renacimiento", afirmó. "Imaginemos por un momento que observamos el descendimiento de la cruz de Caravaggio, sin saber nada de quién es el hombre que se encuentra en el centro de la escena, ni de sus compañeros: sin saber nada del Evangelio, ningún nombre, ninguna doctrina. Frente a nosotros solo hay un cuerpo sin vida, y a su alrededor figuras desconsoladas que lo atienden —continuó—. No hay ninguna glorificación, ninguna aureola".

"Solo humanidad, carne, gravedad, silencio". Esto es lo que se desprende al mirar esta obra sin preconceptos, abandonándose a sus símbolos universales, que representan la humanidad. En efecto, en el "hombre que está en el centro", Jesús, se puede notar que "su carne no [está] idealizada: es pesada, está doblada, es verdadera". Mons. Lembo subrayó y describió luego los detalles que se pueden ver en el lienzo. Empezando por la presencia de otras personas que lo sostienen, cada una expresiva a su manera. Lembo también destacó el uso de la luz, la oscuridad y el sentido de profundidad característicos de Caravaggio. "Este cuerpo depuesto y amado no es una excepción. Es la imagen de cada hombre. Todos hemos pasado por el vientre de una madre, todos hemos sido vestidos, alimentados, acunados — dijo el arzobispo —. Y un día todos volveremos a estar desnudos, frágiles, incapaces de sostenernos solos. Y es precisamente allí, en los dos extremos de la vida, nacimiento y muerte, donde uno se da cuenta de lo que realmente salva: no la fuerza, no la fama ni el conocimiento, sino el ser cuidado".

Por eso es el cuidado humano —expresión de humanidad que no hace distinción de origen, cultura o religión— lo que conmueve a cualquier observador. "El que nace no puede sobrevivir sin cuidados. El que muere necesita manos que lo acompañen. En ambos casos uno está completamente en manos de los demás". "Nadie escapa", añadió Lembo en referencia a las personas que rodean el cuerpo depuesto. Ninguna de ellas aleja el dolor, que es tanto "físico" como "del alma". "Caravaggio no nos pide que creamos. Solo nos pide que miremos. Y al mirar, que reconozcamos que ese cuerpo podría ser el nuestro, y que esas manos que lo sostienen son la única verdadera respuesta al dolor del mundo —siguió diciendo—. En una época en la que se corre, se olvida, se desvía la mirada con indiferencia, la deposición nos recuerda una verdad simple y profunda: en la fragilidad de lo humano, el cuidado se convierte en la forma más alta de la esperanza y, por lo tanto, de la belleza".

Después de Mons. Lembo, tomó la palabra la Dra. Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos. "El entierro de Caravaggio es una obra que debe ser observada, que debe ser vivida emocionalmente por cada uno de los visitantes", señaló. Explicó que fue llevada a Japón "en un año complicado", el año del Jubileo. El Caravaggio que se expone en Osaka es "una de las obras clave de la Pinacoteca Vaticana, de las colecciones del Papa". Y por eso no fue fácil decidir trasladarla en un momento de gran afluencia de peregrinos y visitantes a Roma. La decisión se tomó, finalmente, tras una consulta colectiva en la que participó Mons. Rino Fisichella, pero, sobre todo, el Papa Francisco. "Fue su voluntad directa que una obra tan importante, tan clave para nuestras colecciones, se compartiera en una Expo universal aquí, tan lejos de nuestros territorios", afirmó Jatta. Se estima que el 80% de los visitantes de la Expo en las primeras semanas son japoneses. De ellos, no todos "tendrán la oportunidad de volver a verla en el Vaticano", dijo.

La directora Barbara Jatta propuso luego un recorrido histórico de la obra. "Es una reflexión sobre la muerte, sobre la piedad y sobre la redención. Y también sobre el cuidado, el cuidado de los afectos, captado con una fuerza visual sin precedentes", afirmó. Explicó que se llevó a cabo por encargo de un cliente privado, y estaba destinada a la Capilla Vittrice de la iglesia de Santa María in Vallicella, Roma. Seleccionada luego por los emisarios de Napoleón Bonaparte, fue llevada al Louvre de París, donde permaneció hasta 1816. Después de Waterloo, Antonio Canova la trajo de vuelta a Italia tras una misión diplomática. En el espacio destinado a ella en la iglesia de Santa María in Vallicella hay actualmente una copia de Michail Köck.

Para concluir, Jatta señaló que las dudas iniciales "por los seis meses tan largos de la Expo" y la ausencia del Entierro de Cristo de la Pinacoteca se desvanecieron posteriormente. Contribuyó a ello la conciencia de que el gesto —de exponer el lienzo en Japón— forma parte de la misión de los Museos Vaticanos. Es decir, "preservar", pero, sobre todo, "compartir" el extraordinario patrimonio que custodia. "No es nuestro —afirmó la directora—. Este patrimonio que los pontífices han reunido durante siglos, han custodiado durante siglos". Los Museos Vaticanos tienen ahora la tarea de “transmitirlo”, afirmó. "La Expo de Osaka es una forma hermosísima de compartirlo".

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