25/12/2023, 15.42
TIERRA SANTA
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El pesebre de Gaza y la Navidad de aquellos para los que "no había sitio"

La misa de la mañana en la parroquia de la Sagrada Familia en medio de la guerra que dura ya 80 días. La homilía del Card. Pizzaballa durante la noche en Belén: "Parece que no hay lugar para los palestinos no sólo físicamente, sino ni siquiera en la mente de quienes deciden el destino de los pueblos". A las Iglesias de todo el mundo: " Pidan a sus gobernantes que trabajen por el cese de las hostilidades ".

Belén (AsiaNews) - También en Gaza lo acostaron en el pesebre. Incluso en el lugar donde literalmente - como en la noche de Belén narrada en los Evangelios - aún hoy ya no hay un sitio seguro para María y José. La Navidad comenzó esta mañana con la celebración de la Eucaristía en la parroquia de la Sagrada Familia para la pequeña comunidad católica, que como los otros 2 millones de habitantes de la Franja está experimentando el sufrimiento de la guerra que se prolonga desde hace 80 días. El P. Iusuf Asad -desde hace más de dos meses el único sacerdote católico en Gaza- presidió el rito acompañado de los ministrantes con sus túnicas rojas, velas e incienso, ante una comunidad que incluso en este día en que continúan los combates en Gaza, lanza su mensaje de paz desde el corazón del conflicto.

"No los abandonamos", había dicho esta noche, dirigiéndose directamente a ellos durante la misa solemne en la iglesia de Santa Catalina de Belén el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén. " Están en nuestros corazones y toda la comunidad cristiana de Tierra Santa y de todo el mundo está reunida en torno a ustedes: que sientan lo más posible el calor de nuestra cercanía y afecto".

En la ciudad de la Natividad, tristemente vacía de peregrinos por la guerra, el Patriarca presidió el tradicional rito de medianoche con el Card. Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico del Papa Francisco, enviado a Tierra Santa para hacer visible la cercanía del pontífice. Pero es una Navidad en la que la observación del evangelista Lucas "no había lugar para ellos" (Lc 2,7) parece terriblemente pertinente. Y es precisamente en torno a esta frase que el Card. Pizzazalla centró su homilía. "Al igual que para María y José -comentó-, para nosotros hoy aquí parece no haber lugar para la Navidad. A todos nos embarga, desde hace demasiados días, el sentimiento doloroso y triste de que no hay lugar, este año, para esa alegría y esa paz que en esta noche santa, a pocos metros de aquí, los ángeles anunciaron a los pastores de Belén".

"Mi pensamiento va a todos, sin distinción, palestinos e israelíes", prosiguió, "a todos los afectados por esta guerra, a todos los que lloran y se lamentan y esperan una señal de cercanía y de calor. Mis pensamientos, en particular, van a Gaza y a sus 2 millones de habitantes. Verdaderamente, ese "no había lugar para ellos" expresa bien su situación, conocida hoy por todos y cuyo sufrimiento no cesa de gritar al mundo entero. Ya no tienen un lugar seguro, un hogar, un techo, privados de lo esencial para vivir, hambrientos, y aún más expuestos a una violencia incomprensible. No parece haber lugar para ellos no sólo físicamente, sino ni siquiera en la mente de quienes deciden el destino de los pueblos. Esta es la situación en la que vive desde hace demasiado tiempo el pueblo palestino, al que, a pesar de vivir en su propia tierra, se le dice constantemente: "no hay lugar para ellos", y lleva décadas esperando que la comunidad internacional encuentre soluciones para poner fin a la ocupación, bajo la que se ve obligado a vivir, y a sus consecuencias".

Pero también en el corazón de todos los que están hoy en Tierra Santa parece no haber lugar para la Navidad. "Me parece que todos están encerrados en su dolor -continuó el Patriarca- El odio, el rencor y el espíritu de venganza ocupan todo el espacio del corazón, y no dejan lugar a la presencia del otro. Sin embargo, el otro nos es necesario. Porque la Navidad es precisamente eso, es Dios que se hace humanamente presente, y que abre nuestros corazones a una nueva manera de mirar el mundo".

Entonces, ¿dónde hay sitio para que Jesús nazca aquí también este año? "Dios siempre encuentra un lugar para su Navidad", dice el Card. Pizzaballa - incluso en estas circunstancias dramáticas, creemos: Dios puede hacer sitio incluso en los corazones más duros". En primer lugar porque la Navidad tiene lugar en Dios mismo, en el corazón misericordioso del Padre, y por tanto es a Él a quien nos llama a volver. "Antes y más allá de toda explicación social y política, la violencia y el avasallamiento del otro encuentran su última raíz en haber olvidado a Dios, falsificado su Rostro, utilizando de manera instrumental y falsa la relación religiosa con Él, como sucede con demasiada frecuencia en esta Tierra Santa nuestra".

Pero el lugar de la Navidad es también el "sí" concreto pronunciado por María y José. "Dondequiera que alguien esté dispuesto a poner su vida al servicio de la Paz que viene de lo Alto y no mirar sólo por sus propios intereses -explicó el Patriarca de Jerusalén-, allí nace y renace el Hijo. Todos debemos comprometernos, empezando por mí y por quienes, como yo, tienen responsabilidades de liderazgo y orientación social, política y religiosa, a crear una "mentalidad del sí" frente a la "estrategia del no". Decir sí al bien, sí a la paz, sí al diálogo, sí al otro no debe ser sólo retórica, sino un compromiso responsable, dispuesto a hacer espacio, no a ocuparlo, a encontrar un lugar para el otro y no a negarlo".

A su Iglesia el Card. Pizzaballa en esta noche de Navidad les pidió que se redescubrieran como herederos de los pastores: "Sé lo difícil que es permanecer despiertos -comentó-, disponibles para acoger y perdonar, dispuestos a recomenzar una y otra vez, a ponerse de nuevo en camino aunque todavía sea de noche. Sólo así encontraremos al Niño". A las Iglesias de todo el mundo que hoy miran a Belén, la invitación es, en cambio, "a hacerse portadoras ante sus propios pueblos y gobernantes del "sí" a Dios, del deseo de bien para estos pueblos nuestros, del cese de las hostilidades, para que todos encuentren verdaderamente casa y paz".

"Rezo para que Cristo renazca en el corazón de los gobernantes y de los dirigentes de las naciones -concluyó-, para que se esfuercen seriamente por detener esta guerra, pero sobre todo para que reanuden un diálogo que lleve por fin a encontrar soluciones justas, dignas y definitivas para nuestros pueblos". Palabras como ocupación y seguridad, y otras muchas similares que han dominado nuestros respectivos discursos durante demasiado tiempo, deben ser reforzadas por la confianza y el respeto, porque así queremos que sea el futuro de esta tierra, y sólo así se garantizará la verdadera estabilidad y la paz".

 

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