13/07/2022, 12.12
TURQUÍA - ARMENIA
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Ereván y Ankara, un deshielo por conveniencia más que por convicción

de Marta Ottaviani

En los últimos días se produjo el primer contacto directo entre el presidente turco y el primer ministro armenio. Fue una llamada telefónica, en un complejo intento de normalizar las relaciones diplomáticas -pero sobre todo comerciales- entre ambos países. Bakú y Moscú miran la evolución de los hechos con interés. La resistencia de la diáspora armenia, que quiere que se reconozca el genocidio.

Milán (AsiaNews) - Hay ensayos técnicos para un deshielo entre Turquía y Armenia. Aunque el motivo de fondo es la conveniencia y no tanto la convicción, esta vez podría culminar en una reapertura parcial de la frontera entre los dos países. Hace dos días, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan mantuvo una conversación telefónica con el primer ministro armenio, Nikol Pashinian. Oficialmente, el motivo de la llamada telefónica era hacer llegar los saludos al mandatario turco con ocasión del Eid al-Adha -en turco Kurban Bayrami, la Fiesta del Sacrificio. Erdogan respondió enviando sus deseos para el Vardavar, la tradicional "fiesta del agua", que también celebra la minoría musulmana que vive en el país y que tendrá lugar el 24 de julio. Dejando a un lado las fechas, la llamada telefónica se inscribe en un marco complejo: la normalización de las relaciones diplomáticas, comerciales y turísticas entre ambos países.

La frontera entre Turquía y Armenia está cerrada desde 1993, es decir, desde la primera guerra de Nagorno-Karabaj, en la que Turquía no vaciló en tomar partido a favor de Azerbaiyán, considerando los lazos culturales y religiosos que la unen a Ankara. Por otro lado, en las relaciones entre ambos países pesa negativamente el genocidio armenio de 1915, que costó la vida a más de un millón de personas. El país de la Media Luna siempre ha negado obstinadamente los hechos, denunciando, por su parte, la muerte de miles de musulmanes a manos de los "armenios rebeldes". Por último, el apoyo militar y logístico turco a Bakú durante el conflicto de Nagorno-Karabaj en 2020 parecía haber alejado cualquier posibilidad de reconciliación.

El enclave de mayoría armenia en territorio azerbaiyano, escenario de sangrientos conflictos, sigue siendo un nudo sin resolver y uno de los puntos más calientes del Cáucaso. Pero Vladimir Putin quiere una región estable y su mayor preocupación es el eje político, económico y energético que Ankara está formando con Bakú. Por tanto, ve con buenos ojos la reconciliación entre Erdogan y Pashinian, que debería culminar con una renuncia turca a la presencia militar en territorio azerbaiyano (incompatible con la "normalización" de las relaciones).

Estas son, al menos, las esperanzas del Kremlin. Puede que Ankara renuncie a tener soldados en el Cáucaso (por el momento), pero difícilmente cambiará la orientación de una política exterior cada vez más centrada en crear zonas de influencia y donde el Cáucaso es una salida casi natural. La reconciliación con Armenia también podría leerse en este sentido, y esto no sería una buena noticia para Rusia. Ereván es la parte que ha tenido que hacer más concesiones, especialmente en algunos territorios de Nagorno-Karabaj, que vuelven a estar bajo control azerbaiyano, para que se reanuden las relaciones con Turquía y para que el país deje de sufrir el aislamiento comercial que padece desde los años 90 y por el que ha creado un doble vínculo con Moscú.

Mientras tanto, Ankara y Ereván empiezan a dar sus primeros pasos. El primero de julio se firmó en Viena un memorando que "será llevado a la práctica en un futuro inmediato". Por parte de Armenia, el deseo es que se aplique lo antes posible. En febrero se reanudaron los primeros vuelos comerciales entre un lado y otro de la frontera y, hace dos días, se produjo el primer contacto directo de Erdogan con el primer ministro armenio.

Según la prensa turca, los dos dirigentes destacaron la importancia de mejorar las relaciones entre ambos países, contribuyendo a la paz y la prosperidad en la región. En una primera etapa, la frontera entre Turquía y Armenia sólo podría abrirse a personas de terceros países que necesiten cruzarla con fines turísticos. Pareciera que todo marcha bien, pero Pashinian está en aprietos por la oposición interna y también por la resistencia de la diáspora armenia, para la que el reconocimiento del genocidio de 1915 es la condición sine qua non para reanudar cualquier tipo de relación.

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