La masacre en la iglesia de San Elías: temor por Damasco
El gobierno atribuye el atentado de ayer, que causó decenas de muertos entre los cristianos, al Estado Islámico, pero no hay certezas, y tampoco ha sido reivindicado hasta el momento. Una fuente de AsiaNews explicó que las autoridades se dedican a aplicar la sharia y a firmar acuerdos con Qatar y Turquía, en vez de “concentrarse en construir una verdadera nación”. Padre Jihad (Mar Musa): "No caigamos en la trampa de los que quieren impedir la obra de reconstrucción del país". Obispos ordinarios de Tierra Santa: un “acto bárbaro” que causa “profunda conmoción y repulsión”.
Milán (AsiaNews) - En Siria “no hay seguridad”; se ven personas “caminando por las calles”, en su mayoría jóvenes, “que en el pasado estaban al servicio de grupos armados” y ahora “son llamados a desempeñar” funciones policiales, aunque no cumplen los requisitos necesarios. El atentado de ayer en la iglesia greco-ortodoxa de Damasco “ha provocado conmoción” pero no fue algo inesperado, porque es consecuencia de una “situación terrible”, cuenta a AsiaNews, bajo condición de anonimato, una fuente diplomática de la capital, que explica que “hacía años que no se registraba un ataque con bomba tan devastador durante una misa, aunque no llegó de forma inesperada”. “Vivimos en una situación de incertidumbre”, sigue diciendo, y los que pagan el precio son personas “que se han reunido para rezar”.
El saldo actualizado del atentado de ayer en la iglesia greco-ortodoxa de San Elías, en el barrio de Dwelah, Damasco, donde vive una importante comunidad cristiana, es de más de 30 muertos y 90 heridos, 43 de ellos de gravedad. El atacante entró en el lugar de culto, abarrotado por la celebración que se estaba llevando a cabo — con varios niños presentes —, primero abrió fuego con un Kalashnikov y luego detonó el cinturón explosivo, inmolándose. Según la información filtrada por el gobierno, el asesino sería un yihadista vinculado al Estado Islámico (EI, ex ISIS), un movimiento radical que en su momento de máxima expansión en 2015 controlaba la mitad de los territorios de Siria e Irak, aunque hasta ahora no ha habido reivindicaciones oficiales. El ministro de Información sirio, Hamza al-Mustafa, habló de “acto vil” que “contradice los valores de ciudadanía que nos unen”, pero no hay declaraciones del líder y presidente interino Ahmad al-Sharaa.
“Las autoridades —prosigue la fuente contactada por teléfono— atribuyeron inmediatamente el ataque al ISIS, pero no se han realizado investigaciones adecuadas” y en términos de seguridad el panorama es preocupante. “El gobierno está más interesado en implementar la sharia [la ley islámica, ndr], en imponer directivas sobre vestimenta y en prohibir el alcohol. Esto parece ser lo importante, además de firmar acuerdos con Qatar y Turquía cuyos contenidos no se conocen bien, en vez de construir un país que sea capaz de proteger a los ciudadanos y respetar sus derechos”. El problema, subraya, "es interno, sobre todo hoy, que Irán, Israel y Estados Unidos están involucrados en un conflicto directo y Siria se ha convertido en un escenario secundario”. Y quienes pagan el precio son los cristianos que, según la fuente, "han quedado olvidados desde la época de Asad. Ahora los gobiernos internacionales, empezando por Europa, dicen que quieren que los refugiados regresen porque ya hay un marco de seguridad, y muestran su apoyo a este gobierno levantando todas las sanciones, pero la realidad sobre el terreno es diferente, como lo demuestra lo ocurrido ayer”.
Este es el primer atentado suicida en la capital desde que las milicias de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), lideradas por al-Sharaa, derrocaron entre noviembre y diciembre pasado, el régimen de Bashar al-Asad, que duró diez años. Una fuente de seguridad comunicó que en el atentado habrían participado dos hombres, incluido el que se inmoló. Según informes, el ISIS habría intentado varios ataques contra iglesias en Siria desde la caída de los Asad, pero este fue el primero que tuvo éxito tras meses de propaganda y operaciones de bajo nivel de los milicianos.
En los últimos meses los jefes del movimiento habrían aprovechado las guerras regionales — desde Gaza hasta la reciente escalada en Irán, que también involucra a Estados Unidos — para reorganizarse y volver a atacar. La comunidad cristiana, después de los alauitas y drusos, es solo la última que ha terminado en la mira de los radicales y terroristas sunitas. Grupos que ahora controlan el país tras el ascenso al poder de HTS y sus milicianos, que expulsaron a los Asad. En las horas posteriores al atentado, miles de cristianos salieron a las calles para pedir seguridad y libertad.
Uno de los primeros que condenó el ataque, que se llevó a cabo el día de la conmemoración de todos los santos de Antioquía, fue el patriarcado greco-ortodoxo, que lo calificó como “acto vergonzoso” perpetrado por una “mano traicionera del pecado”. Los líderes de la Iglesia piden a las autoridades que asuman “plena responsabilidad por la violación de la sacralidad” de los lugares de culto cristianos y “la protección de todos los ciudadanos”. El patriarca Juan X está siguiendo la evolución de la situación, y desde Damasco transmite a los dirigentes de las diversas Iglesias lo que ha definido como un panorama “sombrío”. Pidió tambien una acción internacional urgente para detener estas “masacres”.
En un mensaje publicado en las redes sociales, el Padre Jihad Youssef, de la comunidad monástica de Mar Musa fundada por el jesuita italiano P. Paolo Dall’Oglio, califica el ataque como un “un intento miserable y cruel de atacar” la obra de reconstrucción del país. Y de “destruir lo que queda de confianza” entre los miembros de la variada sociedad siria. “No debemos caer —prosigue— en la trampa de rendirnos al terrorismo y al fundamentalismo religioso extremo, ni debemos renunciar a nuestras responsabilidades y a nuestro papel para que la sangre de los sirios de los últimos catorce años no sea inútil”. “Que nuestra solidaridad y unidad como sirios acompañen a los que hayan perdido a un ser querido —concluye— [y que] nuestro deseo de resurgir en Siria sea más fuerte que el odio”.
La Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa también expresa su profunda conmoción y rechazo, y en un comunicado oficial que se dio a conocer hoy, afirma que es un acto “que carece de justificación alguna, religiosa, moral o racional”. La nota continúa pidiendo “la protección de los lugares de culto —sinagogas, iglesias y mezquitas—”, que es un “deber garantizado por las religiones, los valores humanos, las leyes y los acuerdos internacionales”. Finalmente, los Ordinarios de Tierra Santa condenan “este acto bárbaro” y se dirigen a las autoridades sirias pidiéndoles que “se adopten todas las medidas necesarias para garantizar la protección y la libertad de los cristianos en todo el país”.
17/12/2016 13:14
01/10/2018 12:18
16/04/2018 10:06