Las repercusiones del discurso de Putin en Sochi
Ante las posiciones cada vez más radicales del presidente en su enfrentamiento con Europa, los comunistas esperan recuperar un papel central en la política rusa, saliendo del dominio absoluto del partido de Putin, Rusia Unida, y compitiendo con los liberal-nacionalistas del partido LDPR, los «populistas de derecha» de la política nacional.
Moscú (AsiaNews) - El discurso del presidente ruso Vladimir Putin en el centro internacional Valdai de Sochi el pasado 2 de octubre ha sido analizado minuciosamente por muchas realidades políticas y sociales de Rusia, entre ellas el Centro de Investigaciones de Cultura Política de Rusia Zipkr, fundado en 1989 por los mejores politólogos soviéticos al final del régimen, y el departamento del partido comunista KPRF para la organización de campañas electorales. Los comunistas están convencidos que las valoraciones de Putin sobre la política exterior están destinadas a ser cada vez más radicales, y esta evolución cuenta con un gran apoyo entre ellos.
Los políticos rusos de izquierda han observado en el discurso presidencial algunos indicios de posibles cambios también en las perspectivas de política interna, que podrían conducir a una gran «limpieza» de los numerosos burócratas que llevan demasiado tiempo acomodados en los sillones del poder, y tal vez incluso de las «quintas columnas» que frenan la realización de los grandes planes de Rusia. Los análisis del Zipkr han puesto de relieve una transformación de las visiones geopolíticas de Putin en las frases «de la competencia a la confrontación de principios», «de las ilusiones ideológicas a las lecciones históricas» y «de la filosofía al pragmatismo».
El cambio se aprecia sobre todo en el hecho de que Putin siempre ha criticado y reprendido a Occidente por diversos motivos, mientras que ahora lo acusa abiertamente, empezando por la Unión Europea, de poner en peligro la estabilidad del orden mundial. Los comunistas recuerdan muchas citas de los discursos presidenciales de años anteriores, que evolucionan cada vez más en esta dimensión acusatoria, sobre todo a partir de 2022, cuando la invasión de Ucrania se justificó como «defensa contra las agresiones occidentales».
Los comunistas y los politólogos coinciden en que Putin ha querido demostrar que «Rusia está tratando de obtener del Occidente propuestas de encuentro y diálogo, con términos cada vez más apremiantes, pero sin radicalizar las acciones». Las conclusiones de los analistas se centran en el hecho de que, en el discurso de este año, Putin ha querido «sacar conclusiones de años de geopolítica, sobre todo tras los acontecimientos bélicos, en los que las posiciones fundamentales se mantienen estables, pero evolucionan desde la crítica analítica de 2022 hacia la retórica de la movilización y la misión de Rusia en 2024-2025».
Es evidente la crítica al orden mundial globalista, aunque ya no se utiliza el término obsoleto de «capitalismo», sustituido en los discursos por «globalización neoliberal», «neocolonialismo» y «orden liberal», en lugar de las habituales concepciones ideológicas condenadas en la época soviética. Sin embargo, sigue siendo actual el tema de la ruina de la URSS, que de ser un simple reconocimiento del hecho como «la mayor tragedia del siglo XX» se convierte en una crítica muy severa de los «errores históricos» que han conducido a los conflictos actuales.
Los comunistas insisten en la necesidad de combatir a los «traidores internos» del país, refiriéndose a las críticas de Putin a la «casta burocrática» que frena todas las iniciativas y acciones, incluida la estrategia de unión con China, que no despega debido a las demoras en la construcción del gasoducto «Fuerza de Siberia-2» y otros proyectos importantes. Estas alusiones de Putin pueden interpretarse a varios niveles, no solo en torno a las cúpulas del Kremlin, sino también en relación con los funcionarios regionales y de muchas instituciones estatales y sociales de toda Rusia.
Los comunistas esperan recuperar un papel central en la política rusa, saliendo del dominio absoluto del partido de Putin, Rusia Unida, y compitiendo con los liberal-nacionalistas del partido LDPR, los «populistas de derecha» de la política nacional. El discurso del presidente confirma la concepción fundamental de la «fortaleza sitiada» que debe ser salvada del «Sudeste global». Pero tratando de abrir las puertas a todas las fuerzas dispuestas a entrar en esta fortaleza, desde Trump hasta los numerosos partidos solidarios de Europa, como Hungría y Eslovaquia, a los que se ha sumado en los últimos días la República Checa de Babiš, por no hablar de la crisis política en Francia y el crecimiento de la derecha filoputinista de la AfD en Alemania.
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