Libertad y alteridad: los católicos chinos y el 'papa estadounidense'
Una fuente de AsiaNews comenta desde China continental la elección de un pontífice nacido precisamente en aquel país que para la propaganda de Estado es el antagonista frente al cual exhibe siempre la superioridad de Beijing. Pero la mirada abierta de los católicos chinos hacia León XIV testimonia, una vez más, que la fe es libertad. Y que un chino no se convierte en católico si antes no ha aceptado, interiorizado y, por lo tanto, se ha liberado, de la “tensión internacional” que esto conlleva.
Beijing (AsiaNews) - ¿Cómo han vivido los católicos chinos la elección del Papa León XIV? Ya informábamos hace algunos días sobre el bajo perfil de las reacciones públicas de las autoridades de Beijing (en el sitio de la diócesis de Shanghái, la sección habitualmente actualizada dedicada a las noticias de la Iglesia universal todavía está dedicada a la muerte del Papa Francisco). Una expectativa acentuada por el dato "sensible" del país donde nació el Papa Prevost, Estados Unidos, al que la propaganda oficial presenta como el gran antagonista de la República Popular China. ¿Qué significa esta circunstancia para la Iglesia en China? Una fuente de AsiaNews que vive en la República Popular, describe en este artículo sobre las reacciones a la elección del Papa, la gran libertad interior que están demostrando los fieles católicos incluso en esta circunstancia, a pesar de los condicionamientos a los que se encuentran sometidos.
La sorpresa y la alegría por la elección del nuevo Papa se sintió también entre los católicos chinos. Pudimos seguir la transmisión en directo a altas horas de la noche a través de una aplicación especial y hacer los primeros tímidos comentarios online, que en este caso se concentraron sobre todo en el nombre elegido y en la transliteración china. Luego volvimos al silencio habitual.
Es inútil ocultar que en las primeras reacciones (al menos en las mías) anidaron pensamientos “geopolíticos”, reflexionando lo que podría significar la nacionalidad del Papa para el futuro de China. Pero en este campo la Iglesia china es maestra de libertad.
Nadie hizo ningún comentario alusivo al respecto; un sacerdote me dijo "yo ni siquiera sabía que nunca había habido un Papa estadounidense" mientras que una chica "ni siquiera sabría decirte de dónde venían los demás". Por supuesto, la cuestión “geopolítica” existe y es bien clara para todos, pero la experiencia china de ser cristiano es una experiencia que ya asume en cuanto tal la tensión nacionalista. Un chino no se convierte en católico si antes no ha aceptado, interiorizado y, por lo tanto, se ha liberado, de la “tensión internacional” que esto conlleva. Una tensión que no es intelectual, sino que involucra la vida cotidiana de cada persona, tanto si se vive la fe en forma pública como en secreto.
La propaganda querría, en efecto, transmitir la idea de que ser católico significa no ser plenamente chino, sino un 'vendido a los occidentales'. Los cristianos, por el contrario, se comprometen a conciliar el ser chino con el ser cristiano, sin caer, pese a todo, en la sinización nacionalista. No es cosa banal: la presión es altísima, si la fe no está anclada a una verdadera conciencia universal, queda aplastada. Solo se puede recibir el bautismo si antes se ha aceptado lidiar de por vida con todo esto; se educa a los hijos en la fe con la conciencia de la presión adicional que esto supondrá para ellos, solo si se está plenamente convencido de ser piedras vivas de una universalidad más grande. Una universalidad que hace florecer las propias raíces porque, mientras ama su propia cultura y da la vida por ella, al mismo tiempo es acusada de ella.
La Iglesia china testimonia así una vez más que la fe es libertad, y hace saca a la luz la paradoja evangélica según la cual los que están encadenados son a veces más libres que los que no lo están.
Se puede añadir también una breve reflexión sobre lo que aquí representa Estados Unidos y sobre algunos de los cambios que se están produciendo en este sentido. Por un lado, está la corriente propagandística del “enemigo número uno” y de la superioridad china que siempre se debe demostrar y exhibir, un modelo de comunicación exitoso que echa raíces. Pero por debajo también hay una actitud mucho más abierta según la cual “Estados Unidos” significa alteridad y curiosidad. El estadounidense, entonces, no es el enemigo, sino lo exótico por descubrir, el otro diferente a mí que me gustaría conocer. Recuerdo la excitación por los TikTok refugees de hace algunos meses: "finalmente chinos y estadounidenses pueden comunicarse directamente entre sí", o "no veo la hora de saber cómo vive un chico universitario en Estados Unidos", o "ahora podemos decirle a la gente que son los gobiernos los que tienen problemas entre ellos, no las personas".
Todos necesitan alteridad para vivir, el deseo de diversidad no se puede sofocar durante mucho tiempo, tarde o temprano vuelve a aflorar. Aquí Estados Unidos también custodia simbólicamente este deseo. Entre estos polos es posible leer la bienvenida para León XIV, una bienvenida en la que el Papa, y junto con él la Iglesia, representa un espacio de libertad pagada a un precio muy alto, que en nombre de la unidad y de la alteridad es testimonio de reconciliación.
25/02/2021 12:50
24/10/2020 10:59