30/06/2023, 15.56
MYANMAR
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Loikaw: ordenación episcopal de Celso Ba Shwe, pastor en el corazón del conflicto

La ceremonia se celebró en la catedral de Cristo Rey. En el Estado de Kayah, marcado por la guerra con el ejército birmano, la destrucción de iglesias y miles de desplazados, el prelado eligió como lema episcopal la invocación "Venga a nosotros tu Reino". "Todos los que estamos hoy aquí tenemos sed de paz: busquemos la libertad y la justicia en la Palabra de Dios y construyámosla juntos".  

Loikaw (AsiaNews) - "Venga a nosotros tu Reino". En una de las regiones más castigadas por el conflicto que desfigura Myanmar desde hace más de dos años, el nuevo obispo de Loikaw, Mons. Celso Ba Shwe, se presentó con este lema evangélico (Mt 6,10) que apunta al horizonte de una paz que sólo Dios puede dar. En la catedral de Cristo Rey, donde ha ejercido como párroco durante 13 años, el prelado -que nació en 1964 en esta misma diócesis, en la aldea de Moblo- recibió ayer la ordenación episcopal, en la fiesta de San Pedro y San Pablo, durante una solemne ceremonia presidida por el arzobispo de Taunggy, monseñor Basil Athai, en presencia del card. Charles Bo, arzobispo de Yangon.

Loikaw es la capital del estado birmano oriental de Kayah, uno de los lugares más afectados por el conflicto civil, pero también una de las ciudades donde la presencia cristiana en Myanmar está más arraigada, fruto también del largo ministerio desarrollado en esta región por los misioneros del PIME. Desde diciembre de 2020, sin embargo, esta diócesis se había quedado sin pastor a raíz del repentino fallecimiento de su obispo, Stephen Tjephe. Y el padre Celso -designado administrador apostólico- ya había tenido la tarea de guiar a este rebaño a través de la difícil temporada que inauguró el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021. "Él ya es el Buen Pastor que vive entre las ovejas", dijo el card. Bo en su homilía de la celebración de ayer- y está aquí con el olor de las ovejas, conociendo sus lágrimas, sus heridas, su dispersión. Dios  lo ha llamado a dar testimonio del Vía Crucis -añadió- y lo conducirá a la gloria de la Resurrección, de la esperanza, de la paz, de la reconciliación y de la reconstrucción de las comunidades".

Una perspectiva ante la cual monseñor Celso no ocultó sus dificultades: "En este tiempo -relató en un video publicado en el canal YouTube de la Iglesia birmana- he descubierto toda mi debilidad, mi fatiga, mi impotencia. Por eso, cuando me dijeron que me confiarían la responsabilidad de la diócesis, sentí mucha resistencia en mi interior. Me dije a mí mismo: no soy capaz de ser un líder. Pero recibí muchos ánimos de personas cercanas a mí, especialmente del obispo emérito Sotero Phamo, que me recordó que no estaré solo, que tendré a mi lado a los sacerdotes, a las religiosas, a los fieles de esta Iglesia. Entonces comprendí que era la voluntad del Señor y acepté".

En el vídeo relata la larga historia de su vocación, marcada por muchas dificultades: el veto inicial de su padre, trabajar como profesor en colegios públicos, y luego encontrarse en el seminario con chicos mucho más jóvenes y avanzados que él en latín e inglés. "En estas semanas he pensado mucho en el pasaje del Evangelio en el que Jesús dice que Dios no se revela a los sabios ni a los inteligentes, sino a la gente sencilla", comentó. Y es precisamente con ellos con quienes se pone en camino hoy en una tierra herida, que ha conocido en los últimos dos años la destrucción de iglesias y el éxodo forzado de miles de personas. 

Su invitación es precisamente volver a partir de la invocación: "Venga a nosotros tu Reino". "En este paísme parece de especial actualidad", explica en el vídeo: "hoy todo el mundo tiene sed de paz. Pero, ¿qué significa un verdadero reino de libertad y justicia? Hay que buscarlo en la Palabra de Dios, sólo Él puede darlo en el corazón de todas las personas. Junto con todos los ciudadanos de este país, debemos construir este reino de paz y justicia".

En su escudo episcopal, junto a tres símbolos -el libro abierto de la Palabra de Dios, el árbol de la vida y una cruz dentro de una corona que indica a Cristo Rey- destacan tres colores: azul, rojo y blanco. "El azul mariano representa la paz", explica el obispo Celso, "el rojo representa el Espíritu Santo, pero también el sufrimiento de este tiempo, nuestros mártires: es una invitación a tener valor. El blanco es el signo de la pureza. Recemos y esperemos que Dios cumpla hoy su promesa de vida, no sólo para Loikaw y Myanamar, sino para el mundo entero".

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