19/09/2025, 16.17
MUNDO RUSO
Enviar a un amigo

Los orígenes de la religión de Rusia

de Stefano Caprio

Entre la religión ortodoxa y el poder existe un vínculo esencial y originario, como ya demostraba en el siglo XI el "Sermón sobre la Ley y la Gracia" del metropolita Hilarión, el "manifiesto" de la religión rusa. Fuera de Felipe II de Moscú, que a finales del siglo XVI se rebeló contra las masacres del primer zar, Iván IV el Terrible, y que por eso fue estrangulado en su celda monástica, no se conocen otros casos de hombres de Iglesia que se hayan opuesto a las guerras santas de los monarcas.

 

Una de las cuestiones más dramáticas y controvertidas de los tiempos de guerra de la Rusia de Putin se refiere a su fundamento religioso, la proclamación de la "guerra santa" por parte del patriarca de Moscú Kirill y de la mayor parte del clero ortodoxo ruso, salvo una reducida minoría de sacerdotes pacifistas que fueron inmediatamente marginados, expulsados del estado clerical y exiliados en el extranjero. Daría la impresión de que de que se ha producido un retorno a las interpretaciones medievales de la guerra de religión entre cristianos y musulmanes, con una retórica digna de las Cruzadas de mil años atrás, y sin duda hay algo de verdad en esta perspectiva, pero no como imitación rusa de un pasado latino y occidental, sino más bien como un retorno a sus propios orígenes del bautismo milenario.

Mientras el Papa Urbano II pronunciaba su homilía para alentar a la conquista de Jerusalén y Tierra Santa en el Concilio de Clermont de 1095, la Rus' de Kiev vivió el primer siglo de su historia en las luchas fratricidas de los distintos príncipes, y poco después se vio invadida y sumergida por las poblaciones asiáticas y las hordas mongolas y quedó fuera de la historia durante dos siglos. La reinterpretación de la historia antigua que ha impuesto ahora el gobierno como fundamento imprescindible para justificar la guerra actual, se concentra precisamente en los acontecimientos y testimonios de aquel primer período, desde el Bautismo de Kiev en el 988 hasta la invasión de los tártaros en el 1240, porque todos los períodos posteriores de la historia de la Rusia de Moscú y San Petersburgo, y de la Ucrania de Kiev y Odesa, junto con la Bielorrusia de Minsk y Polotsk, que involucraron a polacos, moldavos y rumanos, caucásicos y centroasiáticos de los imperios zarista y soviético, dependen de la interpretación del legendario "primer siglo ruso".

El antropólogo siberiano Roman Shamolin, rector de la Universidad Abierta de Novosibirsk, propone revisar el "manifiesto de la fe rusa", uno de los textos más notables de la Rus' de Kiev, es decir, el "Sermón sobre la Ley y la Gracia" del metropolita Hilarión, el primer máximo jerarca eclesiástico de etnia rusa impuesto por el príncipe Yaroslav el Sabio, en la primera mitad del siglo XI, sin la bendición canónica del patriarca de Constantinopla. Se trata de un panegírico del príncipe Vladimir el bautista y del "pueblo nuevo" y bendecido de la Rus', que se diferencia de todos los demás pueblos y de todas las "otras religiones", comenzando por los "pérfidos judíos" según la oposición paulina entre el "pueblo de la Ley" y el pueblo de la Gracia que viene de Dios. Hilarión afirma solemnemente que "la Ley ha pasado, pero la gracia y la verdad han colmado toda la tierra, y la fe se ha difundido en todas las naciones, incluso en nuestra nación rusa".

La polémica antijudía, bastante clásica en la época medieval, se extiende en este texto a todos los pueblos que no han reconocido a Cristo, o que de alguna manera lo han traicionado, cayendo en la herejía y retrocediendo a la fe idolátrica. Entonces "Dios ha puesto la ley para preparar a los hombres para recibir la verdad y la gracia; para que la naturaleza humana, regida por la ley, rechazando el politeísmo idólatra, aprendiera a creer en el único Dios; para que la humanidad, como un vaso contaminado, después de haber sido lavada por la ley y la circuncisión como si fuera agua, pudiera recibir la leche de la gracia y del bautismo". Y el bautismo del que se habla es sobre todo el de Kiev, el nuevo comienzo de la historia cristiana, porque "nosotros no escribimos para los incultos, sino para los que sienten un profundo deleite por los libros; no escribimos para los enemigos de Dios, los heterodoxos, sino para sus hijos; no escribimos para los extraños, sino para los herederos del reino de los cielos". La Gracia divina se refleja en la única verdadera Ortodoxia, que eleva a "los herederos" rusos por encima de la ley y del pecado, y "la salvación cristiana es benéfica y generosa, pues se extiende a todos los confines de la tierra", y de esa manera "aunque los judíos precedieron a los cristianos, los cristianos se hicieron más grandes que los judíos por la gracia de Cristo".

El Sermón de Hilarión se centra en el elogio de los poderosos y del gran bautista Vladimir de Kiev, el príncipe "igual a los apóstoles", y extiende la alabanza a su hijo Yaroslav el Sabio, que al derrotar a su hermanastro Sviatopolk devolvió la paz a los principados de la Rus'. Entre la fe ortodoxa y el poder existe, por lo tanto, un vínculo esencial y originario, lo que se denomina "sinfonía" en la tradición bizantina, pero revisada en la versión "apostólica" rusa. "Y así fue: la fe portadora de gracia se extendió por toda la tierra y llegó hasta nuestro pueblo ruso. Los pantanos de la Ley se secaron, pero la fuente del Evangelio se llenó de agua y cubrió la tierra, desbordando hasta nosotros", confiados en la sabiduría de los príncipes, que sólo en breves momentos de la historia rusa serán comparados o contrapuestos al papel de los metropolitas y patriarcas. En los tiempos recientes el patriarca Kirill ha señalado el camino al zar Putin sólo en los primeros años, para luego someterse a su voluntad y a su ardor en el conflicto con los pueblos enemigos, en este caso de Occidente en vez de Asia antigua, pero sin grandes diferencias de contenido.

Como observa el historiador de la Iglesia y teólogo más conocido de Rusia, el diácono Andrej Kuraev, actualmente exiliado y transferido a la jurisdicción de Constantinopla, "durante todo el tiempo de la Rus' de Kiev no hubo un solo año sin guerras internas entre los principados y externas con otros pueblos, y son muy raros los casos en que los metropolitas intentaron actuar como pacificadores, pidiendo a los poderosos que redujeran sus ambiciones y bajaran las armas". La tendencia ha sido más bien la opuesta, y todos los conflictos incluso en los siglos posteriores a los zares han sido justificados y "bendecidos" como defensa de la verdadera fe contra los enemigos, como explica en el siglo XIX el historiador Nikolaj Kostomarov, quien recuerda cuando el príncipe Iván I Kalita, que a mediados del siglo XIV quería imponer a Moscú como el principado dominante, "movilizó toda la tierra rusa hasta Novgorod para levantarse en armas contra Pskov, y el metropolita Teognosto lanzó contra los enemigos la maldición y la excomunión, y bendijo los ejércitos de Iván". Salvo el metropolita Felipe II de Moscú, que se rebeló contra las masacres del primer zar, Iván IV el Terrible, y por ello fue estrangulado a finales del siglo XVI en la celda monástica donde había sido encerrado, no se conocen otros casos de hombres de la Iglesia que se hayan opuesto a las guerras santas de los monarcas de Rusia.

Como afirmaba el metropolita Hilarión, "en nosotros se ha cumplido lo que se había dicho de los pueblos: El Señor ha desplegado su santo brazo ante todos los pueblos; todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios". La grandeza de la Rus' era exaltada como la del pueblo llamado a liberar la tierra de todo mal, porque "Roma eleva alabanzas a Pedro y Pablo, por medio de los cuales ha adquirido la fe en Jesucristo, Hijo de Dios; Asia, Éfeso y Patmos alaban a san Juan el Teólogo; la India alaba a santo Tomás; Egipto a san Marcos; cada tierra, ciudad y pueblo honra y glorifica a sus maestros, que le han enseñado la fe ortodoxa. También nosotros, entonces, en la medida de nuestras posibilidades, elevaremos una alabanza, aunque pequeña, a nuestro maestro y preceptor, que realizó grandes y magníficas hazañas, el gran príncipe de nuestra tierra Vladimir, nieto de Igor el viejo, hijo del valeroso Sviatoslav, los cuales, cuando reinaron en su tiempo, fueron famosos por su coraje y valor en muchas tierras, y todavía hoy son recordados y glorificados por sus victorias y su fuerza. En efecto, ellos no dominaron una nación miserable y desconocida, sino la nación rusa, que es conocida y celebrada por todos los confines de la tierra". En esta memoria universal de los antiguos reinos cristianos, Hilarión omite solamente el imperio de Constantinopla y la alabanza del apóstol Andrés, que evidentemente ya habían sido dejados de lado por los rusos, que habían asumido su papel en la comunión de los defensores de la fe.

Según Shamolin, "en la religiosidad rusa hay un evidente predominio de la forma sobre el contenido, de la imagen sobre el pensamiento, del objeto sobre el sujeto, del rito sobre el sentimiento, y de la sumisión al poder en lugar de cualquier reflexión sobre el sentido de la fe". En definitiva, "un predominio de lo inmanente sobre lo trascendente" desde los orígenes del cristianismo de Kiev, exasperado aún más en la variante moscovita y que se mantuvo también en las posteriores, desde el imperio "occidental" de Pedro el Grande hasta el "ateo" de Iósif Stalin, que restauró las estructuras eclesiásticas para respaldar la guerra contra el nazismo. Cualquiera que sea el régimen en el poder, incluso la democracia "aliberal" de Vladimir Putin, la garantía de su correspondencia con la historia del "mundo ruso" es siempre el respeto de la religión, revisada según los cánones de la misión rusa respecto del mundo entero. Como recordaba Hilarión de Kiev, "si alguien no se hizo bautizar por amor, lo hizo por temor hacia aquel que lo ordenaba, porque en él la verdadera fe estaba unida a la autoridad; entonces las tinieblas de la idolatría empezaron a disiparse, y surgió el alba de la verdadera fe, entonces desapareció la oscuridad del sometimiento a los demonios y el sol del Evangelio iluminó la tierra".

"MUNDO RUSO" ES EL BOLETÍN DE ASIANEWS DEDICADO A RUSIA. ¿QUIERES RECIBIRLO CADA SÁBADO EN TU CORREO? SUSCRÍBETE AL BOLETÍN EN ESTE ENLACE

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Musulmana, ex radical: Riad y el salafismo (wahabí) un peligro para el islam y para el mundo
17/12/2016 13:14
El Papa León y Rusia
10/05/2025 14:10
El fin de la filosofía postsoviética
20/07/2024 15:50
Espíritu patriótico y política (censurada) de la memoria en la Rusia de Putin
09/08/2025 17:05
Las justificaciones religiosas en tiempos de guerra
26/07/2025 15:36


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”