22/10/2025, 16.45
CHINA - PAPÚA NUEVA GUINEA
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Migrantes chinos en Puerto Moresby: de aventureros a base para una segunda vida

En un extenso reportaje, Sixth Tone describe cómo ha cambiado la emigración china a Papúa Nueva Guinea. La isla es un destino "cada vez más importante" para las inversiones en infraestructuras, minería y construcción. Los migrantes intentan integrarse en la comunidad local, aunque algunos se mantienen aislados por miedo a los robos y asaltos.

 

Puerto Moresby (AsiaNews) - Durante décadas los migrantes chinos, muchos de ellos jóvenes, elegían Papúa Nueva Guinea - sus riquezas y sus tesoros- para hacer fortuna y ganar dinero fácil, y después volver a su país de origen. Pero ahora, ante la creciente presencia china en toda la región del Pacífico y las dificultades internas de empleo en su país, algunos migrantes, especialmente las generaciones más jóvenes, optan por quedarse y construir una segunda vida, cuenta Sixth Tone en un extenso reportaje. Según informa la revista oficialista en línea, en lengua inglesa, hoy la isla se ha convertido en un destino "cada vez más importante" para las inversiones de Beijing "en infraestructuras, minería y construcción, en un contexto de vida "desafiante, pero gratificante".

Durante décadas los migrantes chinos han buscado -y encontrado- oportunidades en este país insular del Pacífico, rico en recursos. Muchos llegaron en busca de su "primer lingote de oro", y abrieron ferreterías, supermercados y centros comerciales. Trabajaban la mayor parte del tiempo, vivían frugalmente y a menudo se marchaban una vez que habían ganado suficiente dinero.

Uno de ellos es Fan Haoyu, hoy de 26 años, que tomó un vuelo a Papúa Nueva Guinea en el verano de 2021. "Nuestra empresa originalmente vendía solo ferretería - cuenta -, pero desde que entramos a formar parte de ella con algunos jóvenes colegas, nos expandimos a proyectos de ingeniería. Cuando ves que se construyen hospitales y escuelas que has diseñado, no puedes evitar pensar que has hecho algo por este lugar".

En Papúa Nueva Guinea, hoy Fan forma parte de una generación más joven de chinos atraídos no solo por los recursos sin explotar del país, sino, más en general, por la posibilidad de trabajar, gestionar y a veces quedarse. Para muchos se trata de una silenciosa inversión de la vieja lógica de ganar dinero rápido y marcharse. Mientras que las generaciones mayores vivían frugalmente, ahorraban agresivamente y mantenían las distancias con la población local, los que llegan ahora lo hacen con títulos universitarios, dominio del inglés y como resultado de una elección. Entran a formar parte de empresas establecidas, enseñan, ofrecen consultorías y gestionan al personal local. Y, al mismo tiempo, están reescribiendo lentamente el significado de ser chino en el extranjero.

La madre de Fan, Niu Li, llegó por primera vez a Papúa Nueva Guinea en 2011 como miembro del equipo de reconocimiento de una empresa minera china en las Western Highlands. Pero el proyecto fracasó debido a las protestas de las comunidades locales. "La resistencia era palpable", afirma. La participación extranjera en las industrias extractivas de la isla se ha visto con sospecha durante mucho tiempo. Las empresas chinas, a menudo eran vistas como los nuevos protagonistas de una vieja disputa por la tierra y sus recursos, y han encontrado la misma resistencia que en otros tiempos se había reservado a las empresas australianas y occidentales.

Después de reiterados retrasos y contratiempos, Niu regresó a China. No obstante, en 2018 volvió, esta vez como inversora. Con dos socios fundaron una empresa de ferretería y materiales de construcción que ahora tiene cinco tiendas y emplea a más de 200 trabajadores locales. "Papúa Nueva Guinea - afirma - todavía está en una fase inicial de desarrollo, y sus relaciones con China siguen creciendo". Al mismo tiempo, la mujer también ha observado un cambio de tono: en los últimos años la actitud de la población local hacia los migrantes chinos se ha suavizado. Según analistas y observadores, una de las razones es la considerable inversión en capital y proyectos de infraestructura que se han realizado en el marco de la Belt and Road Initiative.

Las autoridades y funcionarios locales también están notando una diferencia en el enfoque y las relaciones con los inmigrantes chinos. Kolda, vicepresidente de la junta directiva de la Autoridad Sanitaria Provincial de las Tierras Altas Occidentales y miembro del consejo provincial de educación, cree que muchos migrantes chinos se están integrando más que las generaciones anteriores. "Participan activamente en las actividades de la comunidad - señala - y muestran gran interés por la cultura local". Otros, en cambio, mantienen la distancia. "Algunos parecen más reservados", añade Kolda. "Evitan sentarse en la misma mesa para las comidas o incluso viajar en el mismo coche con la gente del lugar".

En realidad, para algunos mantener las distancias es la única manera de controlar los riesgos. Jack, un empresario de 34 años de segunda generación, originario de Fujian, que vive en Puerto Moresby, refiere que el negocio de su familia ha sido asaltado tres veces en los últimos años. "La población local - explica - tradicionalmente considera a los chinos como ricos hombres de negocios y son un blanco predilecto [para robos y atracos] en zonas con poca seguridad".

Desde hace más de un siglo pequeñas comunidades chinas han echado raíces en Papúa Nueva Guinea a partir de los trabajadores contratados bajo el régimen colonial a finales del siglo XIX. En 1966 los registros oficiales contabilizaban sólo 2.455 residentes de etnia china. Este número creció rápidamente en los años 90 del siglo pasado, cuando los comerciantes de Fujian, una provincia costera conocida por su cultura comercial y sus redes familiares en el extranjero, comenzaron a llegar en un número cada vez mayor. Los inmigrantes chinos abrieron supermercados, ferreterías y talleres mecánicos en ciudades como Puerto Moresby, la capital del país, y Mount Hagen, construyendo lo que se convertiría en el núcleo de la comunidad empresarial china en Papúa Nueva Guinea.

 

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