P. Caermare: la misión entre los sordos de Dipolog siguiendo las huellas de Francisco
El sacerdote es uno de los pocos que conoce el lenguaje de señas. Una decisión que tomó tras el encuentro con un grupo de no oyentes con ocasión de la visita del pontífice en 2015. Las dificultades en la administración de los sacramentos, comenzando por la confesión. La “exitosa” colaboración con la universidad Setsunan de Osaka.
Manila (AsiaNews) - “Aunque sabía poco, mi vocación tomó una dirección inesperada y maravillosa, del vacío a la plenitud. Retomé la formación en el seminario, comencé a estudiar el lenguaje de señas filipino y la cultura de los sordos filipina en el De La Salle College de St. Benilde y completé el curso en 2019”, cuenta a AsiaNews el P. Khim J. Caermare sobre su misión con las personas no oyentes en Dipolog, en la provincia de Zamboanga del Norte. El sacerdote filipino eligió este particular ámbito de la pastoral y es el único sacerdote de la diócesis dedicado a ese ministerio. Su vocación se despertó en el encuentro con un grupo de personas sordas durante la visita del papa Francisco a Filipinas en 2015, y se enriqueció y fortaleció en el año que pasó en la regencia como voluntario en el programa Spred (Special Religious Education) de la Welcome Home Foundation Inc., ONG del país especializada en la educación y atención de los no oyentes.
El P. Caermare estudió Teología en la Universidad de Santo Tomás en 2021 y el lenguaje de señas filipina en el De La Salle College de St. Benilde, en 2019. Obtuvo una maestría en ministerio pastoral en la Universidad Ateneo de Manila de los jesuitas en 2018 y fue ordenado sacerdote hace poco menos de tres años, el 25 de mayo de 2022. Es el fundador y director espiritual del ministerio diocesano para la pastoral de las personas no oyentes de Dipolog, capellán de los Colegios diocesanos y director del ministerio para los migrantes. Actualmente, sus funciones pastorales consisten sobre todo en la educación y atención pastoral de los estudiantes, de las personas privadas de libertad (PPL) y de los sordos, y colabora con las tareas administrativas.
En la diócesis no había sacerdotes ni religiosos dedicados a la atención pastoral de los sordos. Por eso desde los tiempos del seminario, se dedicó a ayudar a los fieles no oyentes de la diócesis a comprender el significado de la misa y de los ritos, planteándose cómo se puede “encontrar a Jesús” en este particular tipo de misión. El encuentro con la Welcome Home Foundation Inc. y la visita del pontífice lo orientaron hacia el estudio y profundización de la escritura, época en que intentó - con dificultad - ilustrar la teología de la encarnación a un grupo de catequistas no oyentes.
Uno de los muchos desafíos en materia de fe y sacramentos para los no oyentes cristianos es la reconciliación, debido a las limitadas posibilidades de acceso a la confesión y los pocos sacerdotes capacitados en el lenguaje de señas. “Nuestros sordos escriben su confesión en papel y se la entregan al sacerdote”, explica el P. Caermare, luego los confesores escriben en una pizarra blanca la penitencia y consejos. En realidad la Iglesia permite a aquellos que deben comunicarse en el lenguaje de signos valerse de un intérprete, también vinculado al secreto como el sacerdote (ley canónica 984). “La necesidad de formar sacerdotes en cada diócesis - señala - siempre existe, pero a menudo no se puede satisfacer. Soñamos con una iglesia más inclusiva […] y como sacerdote, abrazo a los sordos cuando se confiesan, para hacerles sentir que Dios ha perdonado sus pecados”.
Por otra parte, no siempre los no oyentes hablan el mismo idioma que el sacerdote, y no faltan críticas a la Iglesia porque estaría “descuidando” a los sordos por su discapacidad y porque son “invisibles”. También hay que decir que el número limitado de sacerdotes no ayuda a satisfacer las múltiples necesidades, incluido el acceso a los sacramentos, que las personas que pueden oír a menudo dan por sentado. Por eso no es sorprendente que los no oyentes católicos a menudo se unan a otras denominaciones como los Testigos de Jehová, los mormones y los bautistas.
“El año pasado tuvimos un proyecto de colaboración maravilloso y muy exitoso con la universidad Setsunan de Osaka, Japón, que culminó con la presentación del primer Festival de los Sordos de la región”, recuerda el sacerdote. "El objetivo es aportar nueva esperanza que pueda ser visualizada y experimentada por todas las generaciones futuras, rompiendo las limitaciones estereotipadas y negativas del silencio obligado”. Junto con los desafíos pastorales, también hay otros de la vida cotidiana en los diferentes ámbitos, como el de la salud. “En comparación con las mujeres oyentes, las mujeres sordas - explica - tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones en el embarazo, como el aborto espontáneo, y resultados adversos en el parto, posiblemente debido a las barreras para acceder y comprender la información sanitaria”.
En 2020, el Instituto de Estadística filipino (PSA) estimó que 1.784.690 personas en Filipinas tienen dificultades auditivas con diferentes grados y tipos de problemas. Este número incluye a las personas sordas, las personas con problemas de audición y aquellas con otras discapacidades auditivas. Según el informe 2010 de la Oficina Nacional de Estadística QuickStart de Zamboanga del Norte, la provincia tiene 1.279 personas sordas (334 con sordera total, 438 con sordera parcial y 507 con problemas de audición). La diócesis de Dipolog atiende a unos 80 jóvenes adultos sordos. Pero no hay datos disponibles sobre el número exacto de sacerdotes de Filipinas que pueden utilizar el lenguaje de señas filipino (FSL), aunque el P. Caermare conoce a algunos sacerdotes que han dedicado su misión a la comunidad de no oyentes.
12/05/2020 11:44
12/01/2019 11:42