11/05/2023, 15.36
VATICANO
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Papa: existe el derecho a no emigrar, pero sólo la solidaridad entre pueblos puede garantizarlo

Sobre el tema "Libres para elegir si emigrar o quedarse" el mensaje de la 109 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Para el Pontífice, abandonar la propia tierra actualmente es una imposición; para evitarlo el mundo entero debe detener "la carrera armamentista, el colonialismo económico, el saqueo de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común". Durante la presentación en el Vaticano, el testimonio de un migrante de Bangladesh.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Es necesario un esfuerzo conjunto de cada país y de la comunidad internacional para garantizar a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en su propia tierra". Esto escribió el Papa Francisco en su mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se presentó hoy en el Vaticano con vistas a la cita que celebrarán las Iglesias de todos los continentes el domingo 24 de septiembre de 2023, sobre el tema "Libres para elegir si emigrar o quedarse".

En el texto, el Papa reflexionó sobre las responsabilidades comunes a todos los países del mundo para garantizar "este derecho, aún no codificado pero de importancia fundamental, cuya garantía debe entenderse como responsabilidad conjunta de todos los Estados hacia un bien común que va más allá de las fronteras nacionales. En efecto -explicó-, dado que los recursos del mundo no son ilimitados, el desarrollo de los países económicamente más pobres depende de la capacidad de distribución que pueda generarse entre todos los países. Hasta que no se garantice este derecho -y el camino es largo-, muchos tendrán que marcharse en busca de una vida mejor".

En el mensaje, el Papa Francisco recordó cómo incluso la huida de la Sagrada Familia a Egipto "no fue el resultado de una elección libre, como no lo fueron muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel. Emigrar -añadió- debería ser siempre una elección libre, pero en realidad en muchos casos, incluso hoy, no lo es. Los conflictos, las catástrofes naturales o, más sencillamente, la imposibilidad de llevar una vida digna y próspera en su patria obligan a millones de personas a marcharse".

"La persecución, la guerra, los fenómenos meteorológicos y la miseria", escribió además, "son algunas de las causas más visibles de la migración forzada contemporánea. Los emigrantes huyen por pobreza, por miedo, por desesperación. Para eliminar estas causas y poner fin así a las migraciones forzosas, necesitamos el compromiso común de todos, cada uno según sus responsabilidades. Un compromiso que empieza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera armamentística, el colonialismo económico, el saqueo de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común".

Para alcanzar este objetivo, es esencial " que a todos se les garantice una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso a un desarrollo humano integral". Una tarea que corresponde en primer lugar a los países de origen de los emigrantes y a sus gobernantes "llamados a ejercer una buena política, transparente, honesta, previsora y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables", señaló el Pontífice. “Pero  hay que ponerlos en condiciones de hacerlo -añadió-, sin privarlos de sus recursos naturales y humanos y sin injerencias externas encaminadas a favorecer los intereses de unos pocos. Y cuando las circunstancias les permitan elegir entre emigrar o quedarse, debe garantizarse que esta elección sea informada y bien meditada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones arriesgadas o de traficantes sin escrúpulos".

También recordó que en la tradición bíblica en el año jubilar todos podían "volver a su situación original, con la cancelación de todas las deudas, la restitución de las tierras y la posibilidad de gozar de nuevo de la libertad propia de los miembros del pueblo de Dios". "Al acercarnos al Jubileo de 2025", comentó el Papa, "es bueno recordar este aspecto de las celebraciones jubilares".

Por último, con su mensaje invitó a todos los cristianos a "reconocer en el migrante no sólo a un hermano o hermana en dificultad, sino a Cristo mismo que llama a nuestra puerta". Y "mientras trabajamos para que cada migración sea fruto de una elección libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; acompañando y gobernando los flujos de la mejor manera posible, construyendo puentes y no muros, ensanchando los canales para una migración segura y regular". "El camino sinodal que, como Iglesia, hemos emprendido -concluyó Francisco- nos lleva a ver en las personas más vulnerables, y entre ellas muchos migrantes y refugiados, compañeros de viaje especiales, a los que amar y cuidar como hermanos y hermanas. Sólo caminando juntos podremos llegar lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje".

Precisamente con este espíritu, en la rueda de prensa de presentación en el Vaticano se le dio la palabra  a Dullal Ghosh, un inmigrante de Bangladesh que lleva diez años en Italia y ahora es miembro de la cooperativa Sophia, una empresa social activa en la acogida e integración de los migrantes en la sociedad italiana. "En Bangladesh", relató, "en el sector privado no hay pensiones, la escuela cuesta dinero, la atención médica cuesta dinero. Como dice el Papa Francisco, me vi obligado a marcharme. No tuve ‘elección’". Dullal aconsejó a quienes quieran emigrar que se preparen: "Es muy importante conocer el idioma, los documentos y cómo encontrar trabajo, porque cuando llegué a Italia tuve grandes dificultades. Vendía pañuelos y encendedores en los semáforos; ahora soy miembro de la Cooperativa Sophia y protagonista de un libro que se ha convertido en un proyecto educativo en las escuelas. Es un puente entre italianos e inmigrantes: yo puedo aprender de ellos y ellos también pueden aprender de mí".

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