06/05/2016, 12.53
VATICANO
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Papa: nada ni nadie, ni siquiera un gran dolor, puede quitarnos la esperanza cristiana, que se convierte en alegría

“La alegría humana puede ser quitada por tantas cosas, por alguna dificultad. Pero Jesús nos quiere donar una alegría que nadie nos podrá quitar. Es duradera, aun en los momentos más oscuros”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Nada ni nadie, ni siquiera un gran dolor, puede quitarnos la esperanza cristiana que se convierte en una alegría. Lo dijo el Papa en la misa celebrada esta mañana en Casa Santa Marta, inspirado en las palabras con las que Jesús, antes de la pasión, advierte a los discípulos que van a estar tristes, pero que esta tristeza se convertirá en un grito de alegría. Como una mujer en el parto: "Es en el dolor porque ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del sufrimiento".

"Esto - subrayo Francesco - es lo que hacen la alegría y la esperanza juntas, en nuestra vida, cuando estamos en la tribulación, en problemas, cuando sufrimos. No es una anestesia. El dolor es dolor, pero vivido con alegría y esperanza te abre la puerta a la alegría de un fruto nuevo. Esta imagen del Señor nos debe ayudar tanto en las dificultades. Dificultades tantas veces feas, dificultades malas que hasta nos hacen dudar de nuestra fe… Pero con la alegría y la esperanza vamos adelante, porque después de la tempestad llega un hombre nuevo, como cuando la mujer da a luz. Y Jesús nos dice que esta alegría, esta esperanza, es duradera, no pasa ".

Alegría y esperanza "van de la mano". " Una alegría sin esperanza es mera diversión, una alegría pasajera. Una esperanza sin alegría no es esperanza, no va más allá de un sano optimismo. La alegría y la esperanza van juntas, y ambas hacen esa explosión que la Iglesia en su liturgia casi – me permito decir la palabra – grita sin pudor: ‘¡Exulte tu Iglesia’’, exulte de alegría. Sin formalidades. Porque cuando hay alegría fuerte, no hay formalidades: es alegría".

"El Señor nos dice que tendremos problemas" en la vida y que "esta alegría y la esperanza no son un carnaval: son otra cosa". " La alegría fortalece la esperanza y la esperanza florece en la alegría. Y así vamos adelante. Pero las dos - con esa actitud que la Iglesia les quiere dar, a estas dos virtudes cristianas – indican un salir de nosotros mismos. El alegre no se encierra en sí mismo; la esperanza te lleva, es el ancla que está en la playa del cielo y te lleva a salir. Salir de nosotros mismos, con la alegría y la esperanza".

“La alegría humana puede ser quitada por tantas cosas, por alguna dificultad. Pero Jesús nos quiere donar una alegría que nadie nos podrá quitar. Es duradera, aun en los momentos más oscuros”. “Como en la Ascensión del Señor, cuando el Señor se va y  los discípulos se quedan mirando el cielo con tristeza. Y los ángeles los despiertan. Y, como narra el Evangelio de Lucas: ‘¡regresaron felices, llenos de alegría. Esa alegría de saber que nuestra humanidad ha entrado en el Cielo, por primera vez!’. “La esperanza de vivir y de alcanzar al Señor, se vuelve una alegría que abraza a toda la Iglesia”. “Que el Señor nos dé esta gracia – ha concluido el Papa - una alegría grande que sea expresión de la esperanza. Y una esperanza fuerte, que se vuelva alegría en nuestra vida. Y que el Señor custodie esta alegría y esta esperanza, así nadie nos las podrá quitar”.

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