27/09/2016, 12.40
VATICANO
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Papa: para vencer la “desolación espiritual” se necesita “rezar mucho”

“Nosotros debemos entender cuando nuestro espíritu está en este estado de tristeza alargada, que casi no se puede respirar: a todos nos sucede esto”. Se necesita rezar y rezar mucho”, como hizo Job: gritar día y noche para que Dios tienda el oído. “Es una oración golpear la puerta, ¡pero con fuerza!”

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Para vencer la “desolación espiritual” que nos ataca a todos y nos hace pensar que la muerte es mejor que una vida vivida en el abatimiento, es necesario “rezar mucho”, “gritar día y noche para que Dios nos ponga el oído”. Lo dijo el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la casa santa Marta, comentando la primera lectura, que nos muestra a Job despojado de todos sus bienes, hasta de sus hijos. Ya casi se siente perdido, pero no maldice al Señor.

Job estaba en problemas, había perdido todo”. Vive una gran “desolación espiritual” y se deshago delante de Dios. Es el deshago de un “hijo frente al padre”. Lo mismo hace el profeta Jeremías que se deshago con el Señor, pero jamás blasfeman. “La desolación espiritual que nos sucede a todos nosotros, puede ser fuerte, más débil… Pero, ese estado del alma oscuro, sin esperanza, desconfiado, sin ganas de vivir, sin ver el final del túnel, con tantas agitaciones en el corazón y también en las ideas… La desolación espiritual nos hace sentir como si nosotros tuviésemos al alma aplastada: no logra, no logra y tampoco quiere vivir: ¡Mejor la muerte! Es el deshago de Job. Mejor morir que vivir así. Nosotros debemos entender cuando nuestro espíritu está en este estado de tristeza alargada, que casi no nos deja respirar: a todos nosotros nos sucede esto. Fuerte o no tan fuerte… A todos nosotros. Entender qué sucede en nuestro corazón”. Esta es “la pregunta que nosotros debemos hacernos: “Qué se debe hacer cuando nosotros vivimos estos momentos oscuros, por una tragedia familiar, una enfermedad, algo que me tira para abajo”. Alguno piensa en “tomar una pastilla para dormir” y alejarse “de los hechos”, o tomar dos, tres, cuatro vasitos de vino”. Pero esto “no ayuda”. En cambio la liturgia de hoy, “nos hace ver cómo hacer con esta desolación espiritual, cuando somos tibios, caídos, sin esperanza”.

En el Salmo responsorial, el salmo 87, está la respuesta: “Llegue hasta ti mi oración, Señor”. Es necesario rezar, dijo el Papa, rezar mucho, como hizo Job: gritar día y noche, para que Dios nos tienda el oído. “Es una oración el llamar a la puerta, ¡pero con fuerza!, “Seños estoy cansado de desaventuras. Mi vida está al borde del Abismo. Estoy entre aquellos que caen en la fosa, soy como un hombre ya privo de fuerzas”. Cuántas veces nos sentimos así, sin fuerzas… Y esta es la oración. El mismo Señor nos enseña cómo rezar en estos momentos feos: “Señor me han tirado en la fosa más profunda. Pesa sobre mí Tu furor. Llegue hasta ti mi oración”. Esta es la oración: así debemos rezar en los momentos más feos, más oscuros, cuando hay mayor desolación, cuando estamos aplastados, cuando nos aplastan, realmente. Esto es rezar con autenticidad. Y también desahogarse como se desahogó Job con los hijos: Como un hijo”.

El libro de Job habla después del silencio de los amigos. Delante de una persona que sufre, sostuvo el Papa: “las palabras pueden hacer mal”. Lo que importa es estar cerca de ella, hacer sentir la cercanía, “pero, no hacer discursos”. “Cuando una persona sufre, cuando una persona está en la desolación espiritual se debe hablar lo menos posible y se debe ayudar con el silencio, la cercanía, con caricias, su oración delante del Padre”. “Ante todo, reconocer en nosotros los momentos de desolación espiritual, cuando estamos en la oscuridad, sin esperanza y preguntarnos el por qué. Segundo, rezar al Señor como hoy en la liturgia con este Salmo 87 que nos enseña a rezar, en el momento de la obscuridad. “Llegue hasta ti, Señor, mi oración”. Y tercero, cuando yo me acerco a una persona que sufre, ya sea por una enfermedad, o de cualquier tipo de sufrimiento, paro que es propio de la desolación, silencio, pero silencio con tanto amor, cercanía, caricias. Y no hacer discursos que al final no ayudan y que además hacen tanto mal”.

“Roguemos al Señor-concluyó el Papa- para que nos dé estas gracias: la gracia de reconocer la desolación espiritual, la gracia de rezar cuando nosotros estaremos sometidos a este estado de desolación espiritual y también la gracia de saber acompañar a las personas que sufren momentos feos de tristeza y de desolación espiritual”.

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