Protesta de camioneros en Irán: precios por las nubes y decenas de arrestos
Casi dos semanas después de haber comenzado, la huelga - relegada a segundo plano por las negociaciones nucleares - se ha extendido a 155 ciudades. Los camioneros protestan contra los aumentos de las primas de seguros y las políticas del gobierno con respecto al combustible. Cerca de 20 manifestantes fueron arrestados, mientras que los precios de los alimentos, incluida la fruta, aumentaron un 50%. Los ayatolás recurren a la tecnología para reprimir la disidencia.
Milán (AsiaNews) - La diplomacia internacional y las cancillerías occidentales siguen con atención las negociaciones entre Estados Unidos e Irán sobre el programa nuclear, pero en la República islámica se está desarrollando desde hace casi dos semanas -y en medio del silencio general- un frente interno de conflicto que se extiende gradualmente. Los protagonistas de la protesta son los camioneros, que han convocado una huelga nacional que afecta 155 ciudades y está paralizando el transporte de mercancías, con la consecuencia de un fuerte aumento de los precios que amenaza con vaciar los ya exiguos bolsillos de los ciudadanos. Las autoridades iraníes detuvieron a cerca de 20 transportistas en Bihar y en las provincias de Kermanshah, Ardabil, Gilan-e-Gharb, Fars, Isfahan, Hormozgan y Behbahan. A la protesta, una de las más imponentes y concurridas de los últimos años en el ámbito laboral, se han sumado en los últimos días los taxistas de Sabzevar, mientras que el sindicato del sector y la organización de transportistas exigen “la liberación inmediata e incondicional de los compañeros detenidos”.
Crisis del transporte por carretera
La huelga fue provocada por el fuerte aumento de las primas de seguros y las nuevas políticas de precios del combustible, que según los conductores amenazan sus medios de subsistencia y se suma a las numerosas dificultades económicas y sociales que ha sufrido el sector en el último año. En abril, varios conductores murieron y sus camiones quedaron destruidos por las explosiones que se produjeron en el puerto de Shahid Rajaee, en Bandar Abbas, uno de los centros comerciales más importantes. En esos mismos días una investigación de la BBC en persa reveló una avalancha de conductores afganos que entraban en Irán a través de la frontera de Dogharoun y competían con los locales por el trabajo. Sin embargo, el punto de ruptura fue el anuncio del gobierno de un drástico aumento de las primas de seguros, que pasaron de unos 2,4 millones de tomanes a 3,3 millones, entre 29 y 40 dólares al cambio actual. Las primas eran más elevadas para los conductores nuevos e inexpertos, que debían pagar hasta 4 millones de tomanes (unos 50 dólares). Los aumentos fueron causados por los recortes a los subsidios del Estado que, en el pasado, ayudaban a cubrir los costos de los seguros. Ahora, solo los conductores experimentados pueden beneficiarse de la reducción por la ayuda del gobierno, mientras que los nuevos se ven obligados a pagar el importe total.
Muchos también afirman que ya antes tenían dificultades para pagar el seguro a pesar de las tarifas reducidas, aunque el punto más alto de la crisis coincide con el accidente en el puerto de Bandar Abbas, porque, como no se pagó nada por los vehículos dañados o destruidos, los camioneros se han visto obligados a seguir asumiendo los costos de compra y mantenimiento. Reza Akbari, director de la Organización para el Mantenimiento y el Transporte por Carretera, se ha comprometido a trabajar para reducir las pólizas, pero esto requeriría cambios normativos y financiación adicional. Mientras tanto, la protesta ha recibido un apoyo sin precedentes del mundo de la educación: el presidente del sindicato de maestros Mohammad Habibi ha señalado que el movimiento de los camioneros refleja la creciente “madurez social”, sobre todo después de las protestas de 2022 por Mahsa Amini. “Esta madurez social, especialmente después de la movilización ‘Mujer, Vida, Libertad’, se está formando y consolidando”, explicó la activista en una entrevista con IranWire. “La recurrencia de estas movilizaciones colectivas de diferentes grupos sociales, como trabajadores, jubilados, maestros, enfermeros y camioneros, demuestra –concluye– que la sociedad ha alcanzado un cierto nivel de conciencia”.
Aumento de precios
En los últimos días, destacadas personalidades han expresado su apoyo a los camioneros en huelga. Entre ellos se encuentra el director de cine Jafar Panahi, reciente ganador de la Palma de Oro en Cannes, que ha invitado a los conductores a extender la protesta a nivel nacional. “Esta huelga es un grito contundente al Gobierno: cuando es demasiado, es demasiado. Terminen con la opresión y la explotación –escribió en un mensaje en Instagram– antes de que no quede nada para el pueblo”. También ha llegado un testimonio de cercanía y solidaridad de la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, que desde la cárcel ha expresado su apoyo a la protesta en una breve nota difundida en X (antes Twitter).
Mientras tanto, se registran las primeras y graves consecuencias de la huelga en el transporte de mercancías (y los precios), sobre todo de alimentos, combustible y materiales industriales, porque más del 90% del movimiento de bienes y productos en Irán depende de los camiones. Los informes de todo el país indican que las principales autopistas y terminales de camiones están prácticamente desiertas, y la escasez de suministros está empezando a afectar tanto a las zonas urbanas como a las rurales. Las vastas reservas de petróleo y gas de Irán permiten mantener los precios del combustible entre los más bajos del mundo y los aumentos han desatado una indignación generalizada.
Un ejemplo entre muchos es el precio de la fruta, que ha aumentado en la última semana más del 50% debido a la situación crítica de la red de transporte. El seguimiento de precios que realiza la agencia de noticias Tabnak también muestra picos significativos en varias categorías de productos. Las frutas de temporada recién recolectadas, como cerezas, albaricoques y moras blancas, han mostrado fuertes aumentos de precio al llegar al mercado. Las manzanas rojas y amarillas han aumentado en promedio 40 mil tomanes, llegando a costar hasta 100 mil tomanes por kilo. Precios elevados, si se considera que el dólar estadounidense equivale a unos 82 mil tomanes y el salario medio mensual es de unos 200 dólares. Las estadísticas oficiales muestran que más del 70% de la población iraní vive por debajo del umbral de la pobreza y cerca de 10 mil niños abandonan cada año la escuela debido a las dificultades económicas, sumándose al millón que ya está fuera del sistema escolar. Estas condiciones económicas desastrosas han creado un terreno fértil para las agitaciones sindicales en diversos sectores y protestas en las calles, a las que las autoridades responden utilizando un nuevo enfoque y modelos represivos diferentes.
Tecnología contra la disidencia
En momentos de crecientes protestas en las calles y descontento popular en respuesta a la crisis económica y comercial - alimentada por las sanciones occidentales - las autoridades iraníes recurren cada vez más a la tecnología - en vez de las armas - para ejercer el control social. Analistas y estudiosos hablan de una “nueva fase” de la República islámica en materia de gobernanza de la seguridad, en la que el control ya no se mantiene exclusivamente con balas y arrestos, sino con análisis de datos, vigilancia e ingeniería de la información. La propaganda de Estado presenta este paso de la violencia abierta al uso del algoritmo como “smartification” y “seguridad psicológica”, consignas que enmascaran un objetivo más profundo: construir un sistema más eficiente de control social, para anticipar más que reprimir las protestas y el descontento.
Por un lado, Irán se abre a las negociaciones nucleares con Estados Unidos, pero en el frente interno se está preparando para un fracaso de las conversaciones con Estados Unidos y el recrudecimiento de la crisis. Por eso las autoridades recurren cada vez más a la vigilancia de internet, el rastreo de teléfonos móviles, el reconocimiento facial, la vigilancia de los comercios e incluso la obligatoriedad de cámaras en los hogares, para construir una sociedad basada en el control digital. El objetivo es neutralizar la disidencia antes de que comience, con un “rostro represivo” más “suave” o, según algunos, incluso “benévolo” de la policía y menos invasivo gracias a las modernas tecnologías.
El resultado es un régimen sin fisuras y predictivo, diseñado no solo para vigilar a los ciudadanos sino para anticiparlos y contenerlos. En los últimos años Teherán ha adoptado un enfoque más sistemático y técnico del control digital. Un claro indicador de esta tendencia es la resolución aprobada por el Consejo Supremo del Ciberespacio en enero de 2025. Aunque se presentó como un plan para “eliminar la filtración” de contenidos, la directiva amplía las normas sobre la actividad en línea. También autoriza al gobierno a controlar los “contenidos criminales”, a limitar las VPN y a penalizar la difusión de lo que se califica como “fake news”. Los mismos instrumentos se utilizan para hacer cumplir los códigos de vestimenta, como ocurre en Isfahán, donde las autoridades usan lectores de pagos sin contacto y cámaras de vigilancia para identificar a las mujeres que no usan el hiyab obligatorio. Esta estrategia no se limita a reprimir la resistencia, sino que apunta a eliminar la posibilidad misma de que se produzca, además de interrumpir las comunicaciones y congelar los espacios públicos y digitales. Si se logra el objetivo, Irán no será solo un Estado de vigilancia, sino uno que anticipa la disidencia, donde los individuos son reducidos a un perfil, categorizados y neutralizados antes de que actúen. Donde la represión ya no lleva uniforme, sino que opera silenciosamente para predecir y prevenir.
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