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JAPÓN
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Protestas y desinformación frustran las 'African Town' de la cooperación japonesa

JICA - la agencia para el desarrollo del ministerio de Relaciones Exteriores de Tokio - se vio obligada a dar marcha atrás en la iniciativa de hermanamiento entre cuatro ciudades japonesas con Nigeria, Tanzania, Ghana y Mozambique. La población lo interpretó como un estímulo a la inmigración y provocó alarma y manifestaciones. Duro golpe para la cooperación para el desarrollo, en un clima político marcado por el ascenso de la extrema derecha.

Roma (AsiaNews/Agencias) - Las protestas se impusieron. Comenzaron a finales de agosto frente a la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA), en el distrito Chiyoda de Tokio. Los manifestantes pedían que se cancelara la iniciativa piloto "JICA African Town” del Ministerio de Relaciones Exteriores, cuyo objetivo era promover el intercambio entre cuatro ciudades japonesas y otros tantos países africanos. Hoy la medida quedó oficialmente descarada. Había sido interpretada como un intento de favorecer la inmigración proveniente de África, lo que provocó descontento, movilizaciones e inmediatas pedidos de cancelación en todo el país.

El plan se había anunciado el pasado mes agosto y consistía en un hermanamiento entre cuatro ciudades japonesas y otros tantos países africanos. Kisarazu, prefectura de Chiba, con Nigeria; Nagai, prefectura de Yamagata, con Tanzania; Sanjo, prefectura de Niigata, con Ghana; e Imabari, prefectura de Ehime, con Mozambique. El rechazo del proyecto aumentó cuando Nigeria definió a Kisarazu como “una cuna para los nigerianos dispuestos a vivir y trabajar”, afirmando que Japón crearía una categoría especial de visados para sus ciudadanos. A estas declaraciones erróneas respondió una oleada de correos electrónicos y llamadas telefónicas de protesta contra las administraciones municipales japonesas. Uno de los pedidos más extremos era el desmantelamiento de la Agencia de Cooperación, como ya ha ocurrido en Estados Unidos con el UsAid.

El objetivo del plan declarado por JICA, por el contrario, era “abordar los desafíos en África y revitalizar las comunidades locales en Japón”. Estas últimas, sufren el persistente problema del envejecimiento de la población. Como señalan los observadores del fenómeno, el descontento fue ampliamente alimentado por la desinformación que se difundió por las redes sociales. El gobierno intentó salvar el núcleo de la iniciativa y afirmó, por boca de un funcionario del Ministerio en declaraciones al diario Asahi Shimbun, que su contenido era "significativo"; este explicó también que, incluso si lo cerraban, se seguirán promoviendo los intercambios internacionales “de forma más activa”. Estas declaraciones también fueron acompañadas por otros varios desmentidos del gobierno, que reiteraron que no tenía ninguna relación con la inmigración, si bien este era un tema que había sido objeto de iniciativas pasadas destinadas a reactivar sectores productivos en dificultades debido a la falta de mano de obra local.

Sin embargo, nada de esto fue suficiente y el plan quedó cancelado. Una por una las mismas ciudades involucradas en el plan “JICA African Town” habían pedido al gobierno que fuera completamente revocado. La Agencia Japonesa de Cooperación Internacional y el Ministerio volvieron a estudiar la situación y decidieron que se estaba imponiendo una carga excesiva a los gobiernos locales. Aunque consideran “problemático” considerar la decisión como una victoria. Esta pérdida de confianza en la JICA supone, en efecto, un duro golpe para la agencia japonesa de cooperación para el desarrollo, que ofrece ayuda a cerca de 190 países y hoy - con la eliminación de UsAid- ha quedado como la más importante del mundo perteneciente a un solo país, junto con la de Alemania.

Las protestas se enmarcan en un clima nacional de preocupación por la afluencia de extranjeros, que se percibe como una “invasión silenciosa”. También quedó demostrado el pasado mes de julio, en las elecciones para la Cámara Alta, con el ascenso del partido antiinmigración Sanseito - y su campaña “Japanese First” - nacido precisamente en las redes sociales durante la pandemia de Covid-19. Este avance ha erosionado la mayoría liderada por el Partido Liberal Democrático (LDP) del primer ministro Shigeru Ishiba, quien el 7 de septiembre anunció su dimisión a raíz de una crisis interna en el centro-derecha, que ahora se dispone a elegir un nuevo líder. En las últimas elecciones los votantes prefirieron al Partido Sanseito, de extrema derecha, debido a la salida de Ishiba del ala conservadora.

 

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