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BANGLADÉS
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Sacerdote fidei donum: Me siento pleno en la misión Ad gentes en Bangladesh

El p. Belisario, colombiano, es un sacerdote diocesano "fidei donum" que trabaja en la misión Ad gentes asociado a los padres del PIME. El trabajo pastoral en la diócesis de Rajshahi con los cristianos tribales; la educación para niños y niñas pobres; el apoyo al diálogo interreligioso. Abrió un canal de YouTube para transmitir el Evangelio y la homilía dominical y ahora la Misa en las lenguas locales, para el cual necesita fondos. El extraordinario mes misionero "nos debe dar un nuevo ímpetu, no nos podemos limitar a cuidar ovejas gordas".

 

Rajshahi (AsiaNews) - El lugar donde "Dios quiere que esté es Bangladesh": lo dice a AsiaNews el p. Belisario Ciro Montoya, 34 años de edad, sacerdote colombiano de la diócesis de Sonson-Rionegro. Está en Bangladesh como "fidei donum" junto con los padres Pime (Instituto Pontificio para Misiones Extranjeras). Nos cuenta su experiencia misionera: "Desde el primer día, cuando aterricé en Daca, sentí una sensación de plenitud. Me siento pleno, feliz, una sensación que no es humanamente explicable. Yo mismo me pregunto cómo es posible, con un clima tan tórrido, una cultura tan diversa y una población predominantemente musulmana... En Colombia trabajé muy contento en parroquias y seminarios, pero aquí en la misión realmente experimento la plenitud de la vida en Cristo de mi sacerdocio”.

El P. Belisario relata los primeros años de testimonio del Evangelio en el país asiático, marcado por varias dificultades "logísticas" y el duelo por la muerte de su padre. El sacerdote llegó a Daca en 2014; después de un período de estudio de idiomas, fue asignado a la misión de Dhanjuri. Allí, sin embargo, "por razones de seguridad relacionadas con el ataque contra el p. Piero Parolari y otros extranjeros, las autoridades me asignaron una escolta de cinco policías, que nunca me dejaron solo en las aldeas y no me permitían realizar mi labor libremente". Los nueve meses que pasó allí fueron "el período más difícil, pero yo estaba feliz", relata.

Luego sucedió la muerte de su padre en 2018, y por "el deseo de sostener y consolar a mi familia” “de acuerdo con el obispo de mi diócesis, me quedé en casa, trabajando en mi diócesis por más de un año. Fue un regalo de Dios, porque estuve al lado de mi padre en el momento de su partida y pude celebrar la Misa de su funeral”. Finalmente, el regreso a Bangladesh el 3 de agosto de 2019: Hubiera querido regresar mucho antes. "Era como si tuviera una deuda". Después de aprender el idioma, las costumbres y las tradiciones, habría sido un "desperdicio" no volver. Sobre todo, sabía que en Bangladesh me esperaban y rezaban por mí y por mi regreso”.

Por el momento p. Belisario se encuentra en la parroquia de Chandpukur, en la diócesis de Rajshahi, en la zona noroccidental de Bangladesh, en la frontera con la India. Su parroquia atiende a 70 aldeas en un área extensa con una mayoría musulmana, donde viven 7 mil católicos: "La mayoría de nuestros cristianos son indígenas de los grupos étnicos Santal y Orao que se han convertido recientemente, pero aún mantienen algunas tradiciones vinculadas a su cultura de origen. Nuestro trabajo está dirigido sobre todo a la formación y crecimiento en la fe, para hacernos comprender el significado de su nueva vida en Cristo”. Con respecto al método, continúa, "apoyamos un proceso de inculturación, como ya nos lo indicaba el Papa Pablo VI: es decir, alentamos aquellos elementos de la cultura indígena que no ofenden la dignidad humana y buscamos corregir aquellos que se desvían de la práctica cristiana y no responden al bien del hombre. Por ejemplo, el ritual funerario de los indígenas Santal implica el sacrificio de animales. En cambio, explicamos que la sangre de los animales no es necesaria para el difunto, porque solo la sangre de Cristo nos redime y nos da vida eterna. Por otro lado, mantuvimos el "sindhu" del ritual del matrimonio, que es el intercambio de una pasta roja en la frente de los cónyuges que simboliza el respeto y pertenencia mutuos".

El misionero está a cargo de "llevar las cuentas" de los dos internados para niños y niñas que sostiene la parroquia con ayuda de benefactores. "Hay tanta necesidad, dice, porque nuestras tribus son muy pobres, no son dueños de la tierra y viven lejos en zonas donde no hay escuelas y su dialecto no es enseñado. Deberían estudiar con musulmanes, pero siendo una minoría, los tribales son muy tímidos y dejan de ir fácilmente a la escuela. Actualmente nuestros internados albergan a 250 niños y niñas desde los 5 a los 16 años. Aquí estudian, comen, duermen y aportan también cultivando vegetales y el arroz que ellos mismos consumen”.

El P. Belisario también es miembro de la Comisión Diocesana para el Diálogo Interreligioso: "Organizamos encuentros entre representantes de las diversas religiones para hablar sobre temas como la paz y la armonía, sobre el cuidado de la creación, etc. Celebramos nuestras reuniones dentro de las escuelas o colegios, donde los estudiantes pueden participar y experimentar la armonía sobre la que se ha construido Bangladesh desde la independencia, en un clima de tolerancia y respeto entre las religiones". Desafortunadamente, admite, "en los últimos años han brotado las semillas del mal y la discordia de un Islam radical que no pertenece a este país, como los atentados suicidas en Dhaka. Sin embargo, estos episodios no tienen nada que ver con la cultura bengalí, que es acogedora y respetuosa con todos, incluso de los misioneros”.

Su último proyecto es un canal de YouTube abierto junto con un sacerdote diocesano, el p. Patrick Gomez "en el que publicamos videos con la lectura del Evangelio dominical y la reflexión en el idioma local. Es un servicio importante de testimonio cristiano para aquellos que no pueden venir a la iglesia para asistir a misa. El video del Viernes Santo tuvo casi 2 mil vistas en pocos minutos: esto significa que hay sed de Cristo en las redes". Está buscando fondos para el programa de edición de video y hace un llamamiento a cualquiera que quiera donar incluso una pequeña suma: "30 euros al mes es suficiente".

El sacerdote permanecerá en Bangladesh al menos por otros cuatro años. Con respecto a los padres PIME, dice que siente "profunda gratitud y admiración: estoy aquí por un tiempo limitado, pero ellos en cambio permanecerán aquí toda su vida". Finalmente revela una esperanza: "Que el mes extraordinario misionero de octubre nos dé a todos en la Iglesia un nuevo ímpetu, como el que experimentamos en 2017 con la visita del Papa Francisco a Bangladesh. Todos en la Iglesia debemos redescubrir el aspecto fundamental de la misión Ad gentes. La evangelización apenas está en sus albores. Por eso nuestra misión no puede reducirse al cuidado de las ovejas gordas, descuidando a los muchos que aún mueren en la oscuridad y la ignorancia de Jesús ". (A.C.F.)

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