15/07/2025, 12.19
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Siria: la violencia entre beduinos y drusos y los ajustes de cuentas en el Oriente Medio actual

de Fady Noun

Las fuerzas armadas sirias se desplegaron ayer en Al-Suwayda e impusieron el toque de queda. En los enfrentamientos desencadenados por un incidente aislado murieron un centenar de personas, entre ellas 60 drusos. En juego está la nueva fase de «integración» de la provincia con la Siria islamista de Ahmed al-Sharaa, pero también las relaciones con Israel. Frustrado un atentado contra una iglesia en Tartus.

Beirut (AsiaNews) - Las fuerzas armadas sirias se desplegaron ayer por la mañana en al-Suwayda, capital de la provincia homónima en el sur del país, e impusieron un toque de queda generalizado en toda la zona. A pesar de los disparos esporádicos en la ciudad, parece que las autoridades de Damasco han logrado silenciar a los combatientes drusos, que inicialmente se enfrentaron a las milicias suníes locales antes de extender el enfrentamiento armado a las fuerzas regulares. Por su parte, los notables y clérigos drusos, musulmanes y cristianos de la ciudad han emitido una declaración conjunta en la que piden a los rebeldes que depongan las armas y las entreguen a las fuerzas legítimas, confiando en las conversaciones en curso para estabilizar la ciudad y la provincia.

Pero, ¿qué ha ocurrido desde el domingo 13 de julio en la provincia de Al-Suwayda, de mayoría drusa? El desencadenante de la violencia fue un incidente aparentemente aislado: miembros de una tribu beduina, minoritaria en la zona, habrían montado un control y atacado y robado a un comerciante druso de verduras en la autopista al-Suwayda-Damasco, lo que desencadenó enfrentamientos a gran escala entre las dos comunidades. Las tensiones afectaron especialmente al barrio beduino de la ciudad de Al-Suwayda y a los pueblos de los alrededores. En dos días murieron un centenar de personas, entre ellas 60 drusos. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), entre las víctimas hay dos mujeres y dos niños, además de otras siete personas no identificadas.

Según algunas agencias, la mayoría de las víctimas serían combatientes. Sin embargo, los vídeos difundidos ayer mostraban la toma de rehenes, a menudo adolescentes asustados y humillados, combatientes posando ante sus víctimas ensangrentadas como si fuera un juego y furgonetas repletas de cadáveres. Los enfrentamientos, que se extendieron a otras aldeas de la región, también estuvieron salpicados de incendios de casas, lo que hizo revivir en muchos el recuerdo de las masacres de los alauitas en la costa siria y de los enfrentamientos de abril-mayo en Jaramana, un barrio predominantemente druso de Damasco.

Según fuentes confirmadas, los combatientes beduinos participaron, junto con las fuerzas gubernamentales, en el asalto a las localidades drusas. «Matan, queman y saquean», denuncian testigos oculares internos de la comunidad drusa. Mientras tanto, sus líderes han acusado al nuevo Gobierno de Damasco de jugar al viejo juego del «bombero-pirata», ya ampliamente utilizado en la época de la dictadura de Bashar al-Assad, que consiste en provocar deliberadamente enfrentamientos entre facciones rivales para extender mejor su control sobre la población.

El factor Israel

Esta acusación ha sido formulada por una de las autoridades religiosas drusas de la provincia, el jeque Hikmat el-Hijri, que siempre ha negado a las autoridades sirias el derecho a entrar en al-Suwayda, solicitando «protección internacional». Una expresión que, según observadores y expertos en política local, significa invocar la protección israelí. Sin embargo, la población drusa se mantiene reservada y hermética sobre el tema. Por ejemplo, solo el 5 % de los drusos del Golán anexionado ha aceptado la nacionalidad israelí, a pesar de sus ventajas a nivel social.

El tema tiene aún menos peso entre la población tras la reunión en Arabia Saudí entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo sirio interino Ahmed al-Sharaa, bajo los auspicios del príncipe heredero Mohammad bin Salman (Mbs). El centro de las conversaciones fue el levantamiento de las sanciones estadounidenses y europeas a Siria y la oposición de Washington a la partición de Siria; a esto se suma el contacto directo que acaba de tener lugar en Bakú (Azerbaiyán) entre sirios e israelíes y la próxima presencia siria prevista en la sesión del Parlamento Europeo dedicada a Oriente Medio.

Es cierto que los israelíes reaccionaron ayer en las alturas del Golán bombardeando los tanques sirios, pero no tanto para proteger a los drusos como para definir su propio perímetro defensivo. Además, aunque el ministro de Defensa israelí ha reiterado la voluntad del Estado hebreo de proteger a los drusos en Siria, es seguro que esto no se llevará a cabo con tropas terrestres. En cierto sentido, el epílogo de ayer confirma los límites del juego de los israelíes, que ya no podrán «proteger a los drusos» como pretendían hace unos meses.

El hecho es que este no es un nuevo Oriente Medio, sino el Oriente Medio de los más fuertes, que está tomando forma en este momento; y es toda la posición geopolítica de Israel la que parece estar en juego. Por el momento, esta posición se basa únicamente en la lógica de la fuerza y la astucia, hábilmente disfrazada de una «paz abrahámica» al estilo estadounidense que parece querer justificar todo, incluso lo injustificable.

En esencia, los enfrentamientos de Al-Suwayda se inscriben en esta lógica israelo-estadounidense, en la que el mundo árabe no tiene más remedio que plegarse al gran juego estadounidense, firmando acuerdos de no beligerancia con un Israel que tiene el control total de su espacio aéreo. Al mismo tiempo, sin embargo, conservando el derecho a rechazar la «normalización» y limitando sus relaciones con este Estado, como hacen Egipto y Jordania, a las grandes necesidades de seguridad, energía y comercio.

Joumblatt por el Estado sirio

Realista como siempre, el líder druso libanés Walid Joumblatt, que goza de un amplio seguimiento en su comunidad, pidió ayer el fin de los combates. Se declaró a favor del «restablecimiento de la seguridad y la conclusión de una reconciliación en al-Suwayda, bajo la égida del Estado sirio», afirmando que «al-Suwayda, al igual que Jaramana, Homs y todas las regiones de Siria, están bajo la protección del Estado sirio». El líder druso se ha mostrado claramente contrario a cualquier recurso a la «protección extranjera, y obviamente a la israelí».

Interrogado por AsiaNews, el exministro de Educación libanés Abbas Halabi, cercano al líder druso, ha planteado la hipótesis que las autoridades sirias han aprovechado hábilmente estos enfrentamientos, surgidos de forma fortuita a raíz de un incidente, para debilitar al bando separatista druso favorable a Israel. «En cualquier caso —añadió Halabi—, los drusos del mundo árabe siguen firmemente arraigados en su cultura. Saben que la lealtad a Israel solo les traerá dolores de cabeza y preocupaciones, que su heteronomía ya está causando a Israel en el mundo árabe».

Por su parte, Bassem Fakhr, portavoz del Movimiento Hombres por la Dignidad, uno de los principales grupos armados drusos junto con la Brigada de la Montaña, declaró estar dispuesto a unirse a un nuevo ejército nacional, pero con ciertas condiciones. Recordó que en enero de 2025 se había alcanzado un acuerdo con el Ministerio de Defensa para «la formación de una entidad militar y de seguridad compuesta por los hijos de al-Suwayda», que controlaría la ciudad bajo la égida de las autoridades. Los próximos días dirán si este antiguo acuerdo seguirá en vigor o caducará.

Iglesias en el punto de mira

Por último, también llegan noticias desde Siria de nuevas amenazas —frustradas— contra los cristianos, tras el asesinato de un comerciante en Homs y la masacre en la iglesia greco-ortodoxa de Damasco, una herida aún abierta para una comunidad con un futuro incierto. Tres semanas después del ataque a San Elia, una nueva iglesia escapó por poco de un atentado: el pasado 13 de julio, tres personas fueron detenidas tras ser sorprendidas con 20 kg de explosivos, además de panfletos, consignas y símbolos extremistas, cerca del lugar de culto cristiano en la aldea de al-Kharibat, cerca de Tartus, en el oeste del país. «La gente vio movimientos sospechosos e informó a las fuerzas de seguridad», explicó una fuente a Open Doors. «Los persiguieron y encontraron explosivos y folletos». Los sospechosos «fueron detenidos», concluye, «pero la gente está aterrorizada por futuros ataques».

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