Tecnología y periferias: la 'Rerum Novarum' de León XIV
Continuando el diálogo del Papa Francisco con los Movimientos populares, el pontífice ha abordado el tema de las nuevas pobrezas de la era digital. La creatividad que ha generado la inteligencia artificial y la robótica ha traído "grandes progresos en muchos ámbitos, pero no ha logrado revertir la dramática exclusión de millones de personas". Advirtió sobre el "vacío" que han dejado los sindicatos, las leyes ineficaces y las organizaciones internacionales débiles: "Todos somos más vulnerables".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Ya lo había dicho desde las primeras horas de su pontificado, cuando de forma un tanto sorpresiva eligió el nombre de León XIV. Robert Prevost considera que hace falta una nueva Rerum Novarum para la Iglesia del siglo XXI. Un pensamiento cristiano que acepte verdaderamente y hasta sus últimas consecuencias el impacto de las novedades que la revolución digital ha traído a la vida social. Tal como hizo en 1891 León XIII con la encíclica sobre la cuestión obrera, que se convirtió en el punto de partida de la Doctrina social de la Iglesia.
Si este era el paradigma general, con el discurso que pronunció hoy en el encuentro mundial de los Movimientos Populares, el Papa León XIV ha empezado a abordar este desafío de manera muy concreta. Con un discurso extenso y detallado, profundamente centrado en la relación entre las nuevas tecnologías y quienes, también en este caso, terminan quedando al margen. Lo hizo – no por casualidad – ante ese pueblo de las periferias que el Papa Francisco no solo quiso siempre como interlocutor privilegiado, sino que también señaló como el laboratorio de una nueva humanidad. “Haciéndome eco del pedido de Francisco - afirmó León XIV - hoy digo: la tierra, la casa y el trabajo son derechos sagrados, vale la pena luchar por ellos, y quiero que ustedes me escuchen decir '¡Estoy aquí!', '¡estoy con ustedes!'”.
Pero el magisterio social no puede limitarse a repetir. “El título Rerum Novarum significa 'cosas nuevas' – explicó con el propósito de traer a la situación actual el título de la histórica encíclica de León XIII -. Sin duda hay 'cosas nuevas' en el mundo, pero cuando decimos esto, generalmente adoptamos una 'mirada desde el centro' y nos referimos a cosas como la inteligencia artificial o la robótica. En cambio hoy me gustaría mirar las 'cosas nuevas' junto con ustedes, desde el punto de vista de la periferia”.
“¿Pedir tierra, casa y trabajo para los excluidos es algo 'nuevo'? – se pregunta León XIV -. Visto desde los centros del poder mundial, ciertamente no; el que tiene seguridad financiera y una casa confortable puede considerar que de alguna manera estos pedidos han sido superados. Las cosas realmente 'nuevas' parecen ser los vehículos autónomos, los objetos o ropa de última moda, los teléfonos celulares de alta gama, las criptomonedas y cuestiones de este tipo. Desde las periferias, sin embargo, las cosas se ven diferentes; la pancarta que ustedes están agitando ('Tierra, Casa, Trabajo' ndr) es tan actual que merece un capítulo entero en el pensamiento social cristiano sobre los excluidos en el mundo de hoy”.
Se trata de asegurarnos de que “las 'novedades' se gestionen de la manera adecuada. Este asunto no debería quedar en manos de las élites políticas, científicas o académicas – advierte Prevost -, sino que debe preocuparnos a todos. La creatividad con la que Dios ha dotado a los seres humanos y que ha dado origen a grandes progresos en muchos ámbitos todavía no ha logrado abordar eficazmente los desafíos de la pobreza y, por lo tanto, no ha logrado revertir la dramática exclusión de millones de personas que siguen estando al margen. Este es un punto fundamental del debate sobre las 'cosas nuevas'”.
Y esta es precisamente la profecía que ofrecen los Movimientos populares. “Como obispo en Perú - recuerda el pontífice - me alegro de haber experimentado una Iglesia que acompaña a las personas en sus dolores, en sus alegrías, en sus luchas y en sus esperanzas. Ese es un antídoto contra una indiferencia estructural que se está difundiendo y que no toma en serio el drama de pueblos despojados, robados, saqueados y reducidos a la pobreza. A menudo nos sentimos impotentes ante todo ello, y sin embargo, a esta que he definido como 'globalización de la impotencia', debemos empezar a oponer una 'cultura de la reconciliación y el compromiso'. Los movimientos populares - observa - llenan este vacío creado por la falta de amor con el gran milagro de la solidaridad, fundada en el cuidado del prójimo y en la reconciliación”.
Pero León XIV también invita a mirar en profundidad el desarrollo tecnológico. Señala sus efectos en todos los principales ámbitos de la vida social: salud, educación, trabajo, transporte, urbanización, comunicación, seguridad, defensa. Muchos aspectos son positivos, pero su impacto no es el mismo para todos: hay sectores sociales que terminan, también en este caso, por ser víctimas de los "daños colaterales". Recordemos que la crisis climática golpea de manera particularmente dura a los pobres. Aunque también hay "daños" más sutiles, como sus "angustias y esperanzas" en relación con "los modelos de vida que hoy se promueven constantemente" o ciertas plagas sociales como la propagación de la adicción al juego de azar digital.
Habla de las “innovaciones” de la industria farmacéutica, que no siempre son portadoras de esperanza. Cita la “dependencia del consumo de analgésicos, cuya venta obviamente incrementa las ganancias de las empresas que los producen”; recuerda la plaga del fentanilo, la droga sintética que es “la segunda causa de muerte entre los pobres en Estados Unidos”. “No es solo un crimen de los narcotraficantes – comenta el Papa -, sino que es una realidad que tiene que ver con la producción de los fármacos y con sus ganancias, carentes de una ética global”.
Recuerda la otra cara de los dispositivos tecnológicos que tenemos en nuestras manos: el coltán ensangrentado por la guerra y el trabajo infantil en la República Democrática del Congo, el litio, para apoderarse del cual “algunos empresarios y políticos se jactan de promover golpes de Estado y otras formas de desestabilización política”. Y luego la cuestión de la seguridad: “Los Estados tienen el derecho y el deber de proteger sus fronteras - explica - pero esto debería estar equilibrado por la obligación moral de proporcionar refugio. Con el abuso de los migrantes vulnerables no asistimos al legítimo ejercicio de la soberanía nacional, sino más bien a graves crímenes cometidos o tolerados por el Estado. Se están adoptando medidas cada vez más inhumanas - incluso políticamente aplaudidas - para tratar a estos 'indeseables' como si fueran basura y no seres humanos”.
Como en los tiempos de la Rerum Novarum, por lo tanto, León XIV considera que en la era digital los pobres también se han vuelto más vulnerables y están menos protegidos. Y pone en guardia contra esa sensación de vacío que se respira alrededor de las estructuras sociales tradicionales. “Los sindicatos característicos del siglo XX representan ahora un porcentaje cada vez más reducido de los trabajadores, y los sistemas de seguridad social están en crisis en muchos países – observa -. Ni los sindicatos ni las asociaciones de empleadores, ni los Estados ni las organizaciones internacionales parecen capaces de afrontar estos problemas. Pero un Estado sin justicia no es un Estado, nos recuerda Agustín. La justicia exige que las instituciones de cada Estado estén al servicio de todas las clases sociales y de todos los que en él viven, armonizando sus diversas necesidades e intereses”.
Cita la parábola evangélica del espíritu inmundo que es expulsado pero, al regresar, encuentra su antigua morada limpia y en orden y, entonces desata una lucha aún peor (cfr Mt 12,43-45). “Las instituciones sociales del pasado no eran perfectas - explica el pontífice - pero al eliminar gran parte de ellas y adornar lo que queda con leyes ineficaces y tratados que no se aplican, el sistema hace a los seres humanos más vulnerables que antes”. Por eso confía a los Movimientos populares, y con ellos a cada uno de nosotros, una tarea: “Junto con las personas de buena voluntad, los cristianos, los creyentes, los gobiernos están llamados con urgencia a llenar ese vacío, poniendo en marcha procesos de justicia y solidaridad que se extiendan a toda la sociedad”.
“Al igual que mi predecesor Francisco, creo que los caminos correctos comienzan desde abajo y desde la periferia hacia el centro - concluye el Papa León interpelando a los Movimientos populares -. Sus numerosas y creativas iniciativas pueden transformarse en nuevas políticas públicas y derechos sociales. La de ustedes es una búsqueda legítima y necesaria. Tal vez las semillas del amor que ustedes siembran, pequeñas como semillas de mostaza, podrán crecer en un mundo más humano para todos y ayudar a administrar mejor las 'cosas nuevas'”.
10/05/2025 14:10
28/08/2016 13:40
