Teherán ahorca a un menor por homicidio; para los medios oficiales tiene 18 años

El joven de 17 años (y sólo 16 y nueve meses en el momento del presunto crimen) fue ejecutado el 24 de noviembre en la prisión de Sabzevar. La ejecución viola la convención de la ONU sobre los derechos del niño. La confesión “forzada” que se transmitió por televisión. En Teherán circulan "mujeres con chador y hombres con cámara en mano" para vigilar el cumplimiento de las normas sobre el hijab.

Teherán (AsiaNews)- Teherán ha ejecutado a un joven de sólo 17 años, condenado a muerte por asesinato en un caso de contornos judiciales poco claros. La noticia la dieron los grupos de defensa de los derechos humanos Hengaw e Iran Human Rights (IHR), según los cuales el joven Hamidreza Azari era menor de edad en el momento de los hechos y en el momento de su ejecución, que tuvo lugar el 24 Noviembre. Murió ahorcado en la prisión de Sabzevar, en la provincia de Khorasan-e Razavi, al noreste de Irán, cerca de la frontera con Turkmenistán.

Testigos locales informan que el joven tenía sólo 16 años cuando, en mayo pasado, mató presuntamente a un hombre en una pelea. Por eso, explican los movimientos activistas, la ejecución constituye una nueva violación, por parte de la República Islámica, de los derechos humanos y de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, que define como menor a cualquier persona menor de 18 años.

Según una fuente, Hamidreza Azari nació el 1 de agosto de 2006, por lo que en el momento del delito del que fue acusado (y condenado a la pena capital) tenía alrededor de 16 años y nueve meses. A esto se suma el hecho de que en la confesión "forzada" que se difundió después por televisión y en los informativos de los medios oficialistas, la edad del asesino era de 18 años. Una mentira flagrante para "encubrir" una nueva ejecución de una víctima menor de edad, como ya ha ocurrido en el pasado. Es un intento deliberado de evadir la responsabilidad por violar leyes internacionales que prohíben explícitamente el uso de la pena de muerte contra los menores que cometen delitos.

“Irán es uno de los pocos países - afirma una nota del RSI - que condena a muerte a niños y ejecuta a más menores que cualquier otro país del mundo”, y añade que, según los últimos datos, al menos 68 menores han sido ejecutados en la República Islámica desde 2010. Según Teherán, "hay que tener 18 años para obtener un permiso de conducir, pero es suficiente tener 15 años para ser ejecutado", añadió el director del grupo, Mahmood-Amiry Moghaddam.

Excluyendo a China, sobre la cual no existen estadísticas oficiales, aproximadamente el 90% de las sentencias de muerte ejecutadas en el mundo corresponden a Irán, Arabia Saudita y Egipto. Según el IHR, al menos 684 personas han sido ejecutadas en Irán este año, la mayoría por tráfico de drogas y asesinatos. El día anterior, 23 de noviembre, Teherán había ejecutado a un joven de veinte años, la octava persona ahorcada en un caso relacionado con el movimiento de protesta masivo que se desencadenó por la muerte de Mahsa Amini, asesinada bajo custodia policial en septiembre del año pasado.

Y en cuanto al uso obligatorio del velo (la policía moral detuvo a la joven kurda de 22 años precisamente por no respetar las normas relativas al hijab), activistas y ciudadanos comunes de la República Islámica informan que en este momento hay un mayor endurecimiento de los controles. En las estaciones de metro y otros espacios públicos - como las plazas concurridas, parques y campus universitarios, se ven hombres y "mujeres con chador" que llevan cámaras de fotos e increpan a las que no respetan la norma.

Frente a la nueva ola de protestas y descontento, las autoridades hablan de "grupos espontáneos de personas que tratan a los demás de buen modo y con respeto". Un artículo del periódico oficialista Hamshahri describe lo que hacen los partidarios del hijab en las entradas del metro como “simples y amables recordatorios” de personas que actúan “dentro de la ley”. Sin embargo muchos ciudadanos, sobre todo estudiantes, se quejan del trato grosero que utilizan.