17/06/2016, 18.20
CHINA - VATICANO
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China y Vaticano: reacciones de incredulidad y disgusto ante el “cambio de posición” de Mons. Ma Daqin, obispo de Shanghái

de Bernardo Cervellera

Luego de haber renunciado a la Asociación Patriótica y de haber padecido cuatro años de arrestos domiciliarios, Mons. Ma parece retractarse de sus posiciones, y exalta a la AP y destaca su función para la Iglesia china. Para algunos fieles, “ha sido forzado”; para unos, es víctima de “demasiadas presiones”; para otros, esta “sumisión” es el “precio a pagar” para volver a dar libertad a la comunidad de Shanghái, donde quizás será reabierto el seminario (cerrado hace 4 años) en septiembre. En el Vaticano, no se dar mayor crédito a las declaraciones del prelado. Un obispo chino se pregunta si aún reviste utilidad el diálogo entre la Santa Sede y China, y teme que alguien en el Vaticano haya piloteado la “confesión” de Ma Daqin para agradar al gobierno chino.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Personalidades vaticanas aconsejan “no dar demasiada importancia a cuanto ha sido escrito” en un blog, publicado el 12 de junio pasado, donde Mons. Tadeo Ma Daqin se proclama sostenedor de la Asociación Patriótica (AP) y pide perdón por los errores cometidos en el pasado reciente.  Pero entre los sacerdotes y laicos chinos de diversas zonas de China, la “reconversión” del obispo de Shanghái, quien transcurrió cuatro años padeciendo arrestos domiciliarios, está generando reacciones de confusión, incredulidad, dolor , además de ira hacia el gobierno, que logra “aislar a un ciudadano suyo durante 4 años”, y luego de muchas presiones “hacerlo confesar cualquier cosa”. E incluso más, un obispo teme que en el Vaticano alguien le haya sugerido a Ma Daqin “la confesión” para agradar al gobierno.  

El día de su ordenación (v.foto), aprobada por la Santa Sede y por el gobierno, el 7 de julio de 2012, Mons. Ma comunicó su decisión de irse de la Asociación Patriótica para dedicarse al compromiso pastoral plenamente. Durante la ceremonia incluso había evitado la imposición de manos por parte de un obispo ilícito. Por esta “insubordinación” suya, pocas horas después de la ceremonia, fue puesto bajo aislamiento en el seminario de Shanghái en Sheshan, situado a los pies del santuario de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, donde muy raramente puede recibir visitas y “no tiene derecho” a llevar ningún signo episcopal: ni solideo, ni cruz, y tampoco celebrar en público.

La “venganza” de las autoridades por semejante cachetazo a la política religiosa de China fue total: seminario clausurado; órdenes religiosas femeninas controladas, casa editorial diocesana bloqueada; no hubo ninguna apertura de puerta santa en el Jubileo de la Misericordia; sumas ingentes desaparecidas de las cuentas de la diócesis. A Mons. Ma le fue arrancado el título de “obispo” de Shanghái y fue sometido a “una investigación por haber violado las reglas”. El gobierno de la diócesis, en tanto, fue confiado a cinco sacerdotes-decanos que, sin embargo, sólo pueden gestionar los aspectos más usuales y menos problemáticos. En semejante situación, la diócesis de Shanghái, una de las más vivas de China, corre el riesgo de morir de inanición.

 

La “confesión”

Llegado este punto, surge el cambio de posición y la “reconversión” de Mons. Ma Daqin.

Durante todos estos años, Mons. Ma pudo tener un blog en china.com, en el cual frecuentemente hubo de postear sus reflexiones espirituales o confidencias, participando de manera virtual en los eventos de la Iglesia universal y local. Una que otra vez el sitio era censurado, pero luego era restablecido. El 12 de junio pasado él posteó un artículo que publicamos traducido prácticamente íntegro. El mismo es el quinto de una serie dedicada a la figura de Mons. Aloysius Jin Luxian, obispo oficial de Shanghái, muerto en el año 2013, por quien él fue ordenado coadjutor (para el gobierno; auxiliar para la Santa Sede), en ocasión del centenario de su nacimiento, que se cumple el próximo 20 de junio. El artículo, que lleva por título “Nos ha conducido por el camino del amor por la patria y por la Iglesia”, expresa su aprecio por el modo en el cual Mons. Jin pudo aunar su ímpetu evangelizador con el respeto y la colaboración con la AP. En el texto se exalta la capacidad de Mons. Jin en la búsqueda de “la independencia” de la Iglesia china, su no dependencia de “extranjeros” en el gobierno y lo personal, pero, al mismo tiempo, la voluntad de vivir en unidad con la Iglesia “una, santa, católica y apostólica”. La enseñanza de Mons. Jin, continúa Mons. Ma, lo ha ayudado a “respetar las leyes del Estado” y a ver de manera positiva la contribución de la AP en la gestión de la vida de la Iglesia. A un cierto punto, surge lo que podría llamarse una “confesión”: “Por un cierto tiempo –escribe Mons. Ma- he padecido la ceguera de elementos extranjeros, por la cual he dicho cosas erradas y he cometido errores en relación a la AP. Tras haber reflexionado, me he dado cuenta de que han sido acciones que no son sabias. Mi conciencia no estaba tranquila porque había hecho mal a personas que durante mucho tiempo habían cuidado de mí y me habían ayudado. Había arruinado el bienestar de la diócesis que Mons. Jin supo construir con tanto esfuerzo. Dichos errores no debían ocurrir en la Iglesia de Shanghái, en virtud de la larga tradición de amor por la patria y por la Iglesia. Por eso, en lo profundo de mi corazón no me sentía en paz y tenía remordimientos, y esperaba tener la ocasión para remediar mis errores. Siempre he mantenido una fuerte estima por la AP de Shanghái, derivada de su rol constructivo y de su contribución al desarrollo de la Iglesia, en la puesta en acto de la política de libertad religiosa, en la puesta en marcha de las actividades religiosas y en el crecimiento del ministerio pastoral luego del lanzamiento de la apertura y de las reformas, y, en particular, en todas las grandes y pequeñas acciones bajo mi responsabilidad desde que entrara a la misma. La AP no es en absoluto como muchos la juzgan. Creo que la mayor parte del clero y de los fieles de Shanghái la apoyan y tienen confianza en ella. En el desarrollo de la Iglesia en China la AP tiene un rol insustituible”.

Y concluye de esta manera: “En el himno de la vigilia pascual, cantamos el ‘Felix Culpa’: esta palabra parece darnos un latigazo pero también una esperanza: fustiga nuestros pecados y errores [en que] hemos caído, y debemos hacer penitencia; esperanza, porque luego de haber recibido una admonición, debemos alzarnos [de] donde hemos caído, y comenzar una nueva vida”.

 

Las reacciones

Muchos de los fieles chinos se muestran incrédulos antes este “cambio de posición” de Mons. Ma. Un cristiano de China central no está “seguro” de que el artículo del blog haya sido escrito por el obispo mismo. “Él nunca antes había hablado de política. Es más, hace algunos meses su weibo  [el Twitter chino] fue eliminado. A causa de esto, no hay forma de contactar a Mons. Ma para pedirle explicaciones por este cambio”

Para varios fieles jóvenes de Shanghái “es todo una mentira: la carta no es del obispo; fue escrita por otra persona. Es el acostumbrado juego del gobierno, al cual ya no creemos más”.

La incredulidad se debe también al hecho de que en los últimos años Mons. Ma se había convertido de alguna manera en un símbolo de la resistencia de la Iglesia (¡oficial!) a las injerencias del gobierno y de la AP en la vida de las comunidades, y muchos auguraban que otros obispos (oficiales) pudieran seguir su ejemplo, permaneciendo firmes en los principios de la fe. La actitud tajante de Mons. Ma produjo una mayor unidad entre las comunidades oficiales y clandestinas en la Iglesia de Shanghái. Éstas últimas, de hecho, no aceptan la inscripción en la AP, puesto que en su estatuto figura el principio de querer construir una Iglesia “independiente” de la Santa Sede. Un sacerdote del norte de China teme que esta nueva actitud de Mons. Ma pueda, una vez más, “dividir a la comunidad y sumergirla en la confusión. El gobierno sabe cómo obtener un rédito de estas situaciones”. Según el sacerdote, Mons. Ma “fue obligado a escribir esas cosas, quizás a cambio de un mínimo de libertad. Es una especie de precio a pagar, como en el caso del obispo de Zhouzhi (Shaanxi)”. Se refiere a Mons. Martin Wu Qinjing, ordenado sin el permiso de la AP, y mantenido en aislamiento durante 10 años. Fue instalado por el gobierno como obispo de su diócesis sólo luego de haber aceptado concelebrar con un obispo ilícito.

Un sacerdote, en este caso de China oriental, también cita el ejemplo de Mons. Wu: “Creo se trate de una imposición, tal como fue para Zhouzhi”, dice a AsiaNews.  Y agrega: “este hecho me llena de dolor. Mons. Daquin se había convertido en el modelo para quien sufre dificultades a causa de la fe. Hoy en China está en juego un gran desafío. Entre los sacerdotes jóvenes a menudo se busca una situación de comodidad y tranquilidad, estar sin problemas. En cambio, es necesario conservar algunos puntos firmes de los cuales no se puede dar marcha atrás, de otro modo, se corre el riesgo de que el gobierno absorba la vida de la Iglesia, transformándola en un organismo sin sentido”.

Otros fieles de Shanghái piensan que el artículo provino de la mismísima mano de Mons. Ma, y están contrariados por ello: “Lo que él ha testimoniado hasta ahora –dice Jiang, de 30 años- ahora es inútil. Si hubiera continuado, habría podido tener un impacto positivo para toda la Iglesia”. Otros, sin embargo, mostraron comprensión y compasión por el obispo: “Quién sabe lo que debe haber soportado y sufrido por tanto tiempo. El gobierno ya no deja vía de escape en su control ejercido sobre la Iglesia, dominándola a través de la AP y del consejo de obispos” [ambos organismos no reconocidos por la Santa Sede]. “Pienso que nadie puede resistir las presiones y el aislamiento por mucho tiempo – dice otro joven. El gobierno chino sabe cómo hacer para que incluso las piedras confiesen sus propios errores en la televisión”. Se refiere a la serie de numerosas “confesiones” difundidas en TV, realizadas por parte de activistas, periodistas, editores, abogados en defensa de los derechos humanos con sus “arrepentimientos en directo”.

Desde este punto de vista, adquiere gran valor el comentario de una personalidad vaticana (que ha optado por el anonimato), que aconseja a AsiaNews “no dar demasiado valor a esta ‘confesión’, hasta tanto no se conozcan las condiciones en las que la misma ocurrió”. La personalidad excluye que haya sido el Vaticano quien aconsejara a Mons. Ma “endulzar” su posición.

Son varias las personas que se preguntan qué gana Ma con esto, pagando un precio tan caro. Por ejemplo, en los últimos días, se han acrecentado cada vez más los rumores que pronostican la reapertura del seminario de Shanghái para el próximo mes de septiembre. El seminario fue clausurado precisamente luego de que los seminaristas mostraran su “colaboración” con Mons. Ma: durante la ceremonia de ordenación episcopal, habían mantenido fuera de la iglesia a los obispos ilícitos que querían sumarse a la concelebración.

Un obispo chino del sur del país se pregunta: “Es un pecado que el Vaticano calle. En mi opinión, la Santa Sede debe ratificar que el artículo contiene elementos no compatibles con la doctrina de la Iglesia, sin importar quien haya sido el autor. El silencio genera sólo confusión y muchas preguntas: ¿cómo es posible que la Santa Sede continúe manteniendo el diálogo con el gobierno chino, permitiendo semejante manipulación sobre un obispo? ¡No quisiera que la “reconversión” de Ma Daqin haya sido piloteada por alguien del Vaticano para promover un diálogo cada vez más inútil!

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