10/11/2025, 12.09
IRAK
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Bagdad: comienzan las elecciones parlamentarias, encrucijada para el futuro

Con el voto de los militares y los desplazados, han comenzado las operaciones que culminarán mañana. El primer ministro saliente, al-Sudani, reivindica el «éxito» del Gobierno y busca un segundo mandato. En el frente chiíta persiste la influencia del ex primer ministro Nouri al-Maliki, mientras que al-Sadr ha confirmado el boicot. Los suníes y los kurdos son las otras fuerzas en liza. El número de candidatos jóvenes es «significativo», pero los expertos consideran poco probable que las elecciones traigan consigo un cambio.

Bagdad (AsiaNews) - A pocas horas del silencio electoral, que entró en vigor el fin de semana, el primer ministro Mohammed Shia al-Sudani reivindicó el éxito de su gobierno al celebrar las elecciones parlamentarias en el plazo previsto. Para el jefe del gobierno saliente, haber respetado la fecha límite fijada para mañana, 11 de noviembre de 2025, cuando el país acudirá a las urnas para la sexta votación política desde la caída del exlíder Saddam Hussein, es un «acontecimiento importante» para la nación. Al mismo tiempo, ha reafirmado el compromiso del Estado y sus instituciones con un proceso democrático y en un marco de transferencia pacífica del poder.

Un total de 7768 candidatos, entre ellos 5520 hombres y 2248 mujeres, en representación de 31 coaliciones, 38 partidos y 75 listas independientes, compiten por 329 escaños en el Consejo de Representantes (el Parlamento), que elige al presidente y concede la confianza al gobierno. Según la Comisión Electoral, unos 21 millones de iraquíes están llamados a las urnas. La capital, Bagdad, tiene la mayor cuota, con un total de 71 escaños.

Mientras tanto, los miembros de las fuerzas de seguridad y la población desplazada internamente comenzaron ayer las operaciones de votación. Las urnas se abrieron a las 7:00 hora local para los 1,3 millones de miembros de las fuerzas de seguridad en 809 colegios electorales, y se cerraron a las 18:00; una votación anticipada justificada por cuestiones logísticas, ya que el 11 de noviembre estarán ocupados vigilando los colegios electorales. A estos se suman los más de 26 500 desplazados internos, que también tuvieron derecho a votar ayer por adelantado en 97 colegios electorales repartidos por 27 centros de todo el país. El ministro del Interior, Abdul Amir al-Shammari, informó de que el proceso se desarrolló «sin contratiempos y de forma organizada».

En una visita a la sede del Mando Conjunto de Operaciones en Bagdad, el primer ministro confirmó que no se prevé un toque de queda el día de las elecciones para garantizar un alto grado de movilidad a los votantes. Al-Sudani, que asumió el cargo en 2022, lidera la coalición «Reconstrucción y Desarrollo», que agrupa a varios partidos chiítas. Su campaña se ha centrado en la mejora de los servicios, la lucha contra la corrupción y la consolidación de la autoridad estatal. Es uno de los pocos primeros ministros recientes que ha sido capaz de impulsar proyectos de reconstrucción equilibrando las relaciones tanto con Irán como con Estados Unidos, los dos principales aliados —aunque diametralmente opuestos— de Irak.

Varios otros bloques partidistas compiten por conquistar el voto del electorado. La coalición «Estado de Derecho», liderada por el ex primer ministro Nouri al-Maliki, sigue siendo influyente y compite con la alianza de al-Sudani por el dominio dentro de la comunidad chiíta, que es mayoritaria en el país, especialmente en la zona centro-sur. También se presentan en listas separadas varios partidos vinculados a Teherán y sus milicias armadas. Por otro lado, también en el bando chiíta, el influyente Moqtada al-Sadr ha descartado en los últimos días la participación de su movimiento en las elecciones tras impedir la candidatura de sus hombres, con el riesgo de reducir aún más la ya incierta participación. «Sé con certeza que la decisión de boicotear es difícil y dolorosa para muchos», afirmó el propio al-Sadr, «pero la patria es demasiado valiosa para venderla a los corruptos y a los dependientes».

En el frente suní, la principal fuerza política es el partido Taqadum, liderado por el expresidente del Parlamento Mohammed al-Halbousi, cuyo apoyo se concentra en las zonas donde es mayoría, al oeste y al norte del país. El partido apoya la reconstrucción de las instituciones estatales y el empoderamiento de las comunidades sunitas tras años de conflicto y marginación. En la región semiautónoma del Kurdistán, el Partido Democrático del Kurdistán (KDP), liderado por el veterano Masoud Barzani, domina el gobierno regional y busca una mayor participación en los ingresos petroleros que sustentan el presupuesto nacional. Su principal rival, la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), liderada por Bafel Talabani, aboga por unos lazos más estrechos con Bagdad y a menudo se ha aliado con las facciones chiítas.

Las elecciones de este año se celebrarán en virtud de una nueva ley electoral que vuelve a un sistema basado en circunscripciones uninominales por gobernación, un cambio con respecto al sistema multidistrital utilizado anteriormente que debería favorecer a los partidos más grandes. La votación también presentará importantes avances tecnológicos destinados a aumentar la transparencia y la rapidez en el anuncio de los resultados. Por primera vez desde 2005, la Alta Comisión Electoral Independiente ha eliminado el uso de tinta indeleble para marcar los dedos de los votantes. En su lugar, el escaneo del iris será el principal método de identificación de los votantes, sustituyendo al de las huellas dactilares.

Independientemente de las alianzas, los boicots y las modalidades de voto, muchos iraquíes siguen mostrándose escépticos, ya que consideran que es poco probable que las elecciones del 11 de noviembre supongan un cambio real en la política estancada del país, con los mismos grupos poderosos que controlan el Estado y sus riquezas petroleras desde la caída de Saddam en 2003. No obstante, la presencia de un número significativo de candidatos jóvenes —por segunda vez desde las elecciones de 2005— marca la llegada a la vida política activa de ciudadanos que eran bebés o niños pequeños cuando el antiguo dictador fue derrocado, lo que estimula nuevas —y legítimas— demandas de reforma. Algunos se muestran optimistas sobre el potencial de cambio, mientras que otros se mantienen fríos, citando la influencia de los grupos poderosos y el potencial de violencia de las milicias armadas. A pesar de los retos, muchos candidatos jóvenes están decididos a construir un «nuevo Irak» y apoyan las reformas (electorales y de otro tipo) y una reducción de la influencia iraní.

 

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