Beijing negocia con Washington, pero estrecha el control sobre las tierras raras birmanas
Mientras los ojos del mundo están puestos en las negociaciones entre China y Estados Unidos, las milicias étnicas apoyadas por Beijing en Myanmar controlan nuevos yacimientos no regulados de tierras raras. La prioridad de Beijing es clara: asegurarse el control de recursos estratégicos, incluso por medio de un creciente intervencionismo que alimenta la guerra civil birmana y provoca graves daños ambientales.
Rangún (AsiaNews) – Mientras los ojos del mundo están puestos en las negociaciones en curso entre China y Estados Unidos en Londres, y Donald Trump afirma que se ha llegado a un acuerdo, en Myanmar las milicias étnicas apoyadas por Beijing han tomado el control de nuevos yacimientos mineros. Según algunas fuentes de Reuters, cientos de personas trabajan día y noche en las colinas del Estado de Shan.
Algunos residentes de la zona han declarado haber visto camiones entre las ciudades de Mong Hsat y Mong Yun transportando material desde las minas hacia la frontera china, a unos 200 km de distancia. La gestión de los yacimientos mineros está en manos del United Wa State Army (UWSA), la milicia étnica más poderosa de Myanmar, que ya estuvo involucrada en una serie de tráficos ilegales y tiene fuertes lazos étnicos y culturales con China.
Aunque no está claro qué empresas están involucradas, China (que dialoga con todas las partes en la guerra civil birmana) desde hace tiempo está tratando de adquirir un control aún más completo de las tierras raras en Myanmar. Este país, después de la propia China y Estados Unidos, es el que posee la mayor cantidad de dichos minerales estratégicos, fundamentales para la producción de tecnologías de última generación, y sobre los que Beijing detenta un monopolio casi total.
Un informe de Global Witness ha mostrado que las importaciones chinas desde Myanmar se han duplicado con creces en los últimos años: si en 2021 se extrajeron 17.699 toneladas, en 2023 se llegó a 41.700 toneladas. Esto ha provocado una serie de daños ambientales y para la salud debido a la falta de regulación. En 2024 Myanmar entregó a China 44 mil toneladas de tierras raras, lo que equivale a aproximadamente el 57% de las importaciones totales de Beijing.
En los últimos días, los funcionarios tailandeses también denunciaron la contaminación del río Kok, que desemboca en Tailandia para unirse al Mekong. Pruebas recientes realizadas en Chiang Mai y Chiang Rai han detectado niveles de arsénico cinco veces superiores a la norma, y varios expertos confirman que la causa se debe buscar en las minas ilegales construidas en el Estado de Shan.
Algunas imágenes satelitales recopiladas por la Shan Human Rights Foundation muestran que hace dos años ya se habían identificado los sitios de extracción en el noreste de Myanmar, en la frontera con Tailandia. En febrero de este año fue posible identificar también decenas de piscinas de lixiviación, que suelen utilizarse para extraer tierras raras pesadas. Algunas fuentes en el lugar sostienen que al menos una de las minas está siendo explotada por una empresa china.
Desde hace tiempo China ya no actúa solo como mediador en el conflicto civil birmano, sino también como parte interesada. Según varios expertos, Beijing, que tiene avanzadas capacidades de procesamiento de tierras raras en comparación con Washington, logra extraer estos minerales de Myanmar a un precio siete veces inferior al de otras regiones. Esto es posible gracias a los lazos que mantiene tanto con el ejército golpista como con las milicias étnicas que habitan a lo largo de las fronteras.
En octubre del año pasado el Kachin Independence Army (KIA), la milicia étnica local, había reconquistado la zona de las ciudades de Pangwa y Chipwi, donde también había actividades extractivas. El área había estado bajo el control de la New Democratic Army – Kachin (NDA-K), una milicia aliada de la junta golpista. Al principio China, debido a la intensificación de los enfrentamientos armados, había cerrado los pasos fronterizos. Posteriormente el KIA intentó hacer valer el control de las minas como moneda de cambio con Beijing, a quien le pidió un impuesto adicional por el control de algunos sitios.
Este movimiento podría haber llevado a China a buscar alternativas en el Estado de Shan, donde se ha registrado un mayor intervencionismo chino. En los últimos meses Beijing había pedido y obtenido que el Myanmar National Democratic Alliance Army (MNDAA) cediera a la junta militar la ciudad de Lashio, capital del Estado de Shan, que había sido conquistada por la resistencia el verano pasado después de un duro enfrentamiento armado que duró un mes. El episodio confirma que la mediación china en Myanmar está dictada por la voluntad de proteger sus propios intereses económicos, incluyendo el acceso estratégico a las minas de tierras raras.
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