Damasco busca acuerdos con Israel (y los drusos), pero reina el caos sobre la votación
El presidente interino al-Sharaa comunicó que las negociaciones que se están llevando a cabo entre Siria y el Estado judío podrían alcanzar resultados “en los próximos días”. Excluyendo la cuestión del Golán. Se ha pedido una supervisión de la ONU para la integridad territorial y el respeto del espacio aéreo. Postergan hasta finales de mes (posiblemente) las elecciones legislativas.
Damasco (AsiaNews) - Las negociaciones que se están llevando a cabo con Israel para acordar un pacto de seguridad podrían alcanzar resultados “en los próximos días”, aunque en las conversaciones no se ha tratado el tema de los Altos del Golán porque se lo considera “prematuro” y difícil, explicó el presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, en un encuentro con periodistas en Damasco. Señaló también que el acuerdo con el Estado judío es una “necesidad”. Al mismo tiempo, corresponderá a las Naciones Unidas supervisar que se respeten tanto el espacio aéreo como la integridad territorial del país árabe, donde no faltan tensiones y focos de violencia internos - como los kurdos en el noreste, los alauitas y los drusos - que afectan igualmente a los cristianos.
Siria e Israel están negociando un acuerdo con la mediación de Estados Unidos y Jordania, mediante el cual Damasco espera detener los ataques aéreos e iniciar la retirada de las tropas israelíes que ingresaron en el sur de Siria. El objetivo de Washington es que se firme antes de la Asamblea General de la ONU, prevista para la próxima semana en Nueva York, que reunirá a líderes mundiales y a la que asistirá al-Sharaa. Desde el 8 de diciembre del año pasado, fecha simbólica del derrocamiento del anterior régimen de Bashar al-Assad, el Estado judío habría llevado a cabo más de mil ataques y 400 incursiones terrestres en Siria.
Por eso Damasco busca un acuerdo similar al de 1974, que creó una zona desmilitarizada entre los dos países después de la guerra de Yom Kipur del año anterior. El presidente interino dijo que estuvieron “a cuatro o cinco días” de firmar un acuerdo en el mes de julio, pero los acontecimientos en la provincia meridional de Sweida - escenario de graves enfrentamientos entre beduinos apoyados por milicianos y drusos con la protecció de Israel - frustraron la posibilidad de cualquier acuerdo. La presencia de fuerzas sirias y la intervención del Estado judío agravaron la situación, y se denunciaron asesinatos tipo ejecuciones y fuertes bombardeos israelíes que incluso rozaron el palacio presidencial en la capital.
En el frente diplomático, Washington, Ammán y Damasco han alcanzado recientemente un acuerdo para compartir el poder en la región de Sweida, donde todavía persiste el recuerdo de más de 2.000 muertos, en su mayoría civiles, incluyendo mujeres y niños. El ministro sirio de Relaciones Exteriores Assaad Shaibani anunció el acuerdo después de realizar consultas con el enviado especial de EE.UU. Thomas Barrack y su homólogo jordano, Ayman Safadi. Se habla de un acuerdo de siete puntos que mantiene formalmente la autoridad de Damasco sobre la región sur, pero la seguridad queda en manos de Suleiman Abdel Baqi, jefe de una milicia local, cercano al gobierno y hostil a Hikmat Hijri, líder religioso y político druso con posiciones más autonomistas. Las fuerzas del gobierno sólo deberían controlar las carreteras principales de la provincia, mientras que la zona interior queda a cargo de las milicias de Abdel Baqi, que deben garantizar la “seguridad”.
Al tema de la seguridad interna y regional se suma el de las elecciones legislativas, las primeras desde la caída de Assad, que debían celebrarse entre el 15 y el 20 de septiembre pero han sido pospuestas (posiblemente) hasta finales de mes, aunque se desconocen las fechas. En este sentido, la agencia oficial Sana informó que el comité electoral central, compuesto por miembros nombrados por el presidente, había anunciado el aplazamiento “dentro del mes de septiembre” por razones técnicas, “porque las candidaturas todavía están siendo examinadas" por los comités electorales locales. El proceso está en gran parte determinado por el propio al-Sharaa y por los líderes de Hay'at Tahrir al-Sham (HTS) en base al decreto 142, para una Asamblea compuesta por 210 diputados, de los cuales un tercio son nombrados por el presidente. Los dos tercios restantes serán elegidos en diversos niveles dentro de un grupo de candidatos seleccionados por comités locales y divididos en dos categorías: el 70% de tecnócratas y académicos cualificados, y el 30% restante de representantes de la comunidad local.
Algunos estudiosos y críticos consideran que la convocatoria a las urnas es solo un intento de dar legitimidad política e internacional al ascenso del grupo gobernante, una escisión de las milicias islámicas extremistas que llevaron al derrocamiento de Asad. Más allá de mantener el status quo en un país que todavía está lejos de los ideales de unidad y paz que prometieron los nuevos dirigentes después que tomaron el poder tras el colapso de la República Árabe Siria, las elecciones son un paso crucial hacia adelante. Por otra parte es difícil imaginar una votación ordenada en zonas como Tartus y Latakia, que fue el bastión alauita y donde las fuerzas de seguridad HTS y bandas afines habrían matado a más de 1.500 civiles en los últimos meses. Esta fractura resulta aún más evidente porque ya han sido excluidas de las elecciones provincias importantes como Sweida, y Hassaké y Raqqa en el noreste, de mayoría kurda, donde todavía hay problemas de “seguridad” sin resolver - en realidad tendencias autonomistas e independentistas -.
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