09/02/2023, 12.14
TURQUÍA
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Diyarbakir, las heridas de los kurdos en el drama del terremoto

de Dario Salvi

Una fuente de AsiaNews atestigua la "ayuda mutua" y el "apoyo recíproco" en el drama del terremoto. Un restaurante ofrece comida gratis, escuelas privadas y empresas abren sus puertas para acoger a los desplazados. Sin embargo, como en el pasado, los fallos de la maquinaria de ayuda del Gobierno empiezan a aparecer. Alarma también en la UNESCO por los sitios patrimonio de la humanidad en peligro. 

Milán (AsiaNews) - "Lo que necesitamos es la solidaridad que hay en el corazón de la gente, lo que necesitamos es ayuda mutua, apoyo recíproco. ¿Un ejemplo entre muchos? Un restaurante que ofrece comida gratis, una comida caliente sin pedir nada a cambio [en la foto]". Así habla Güzide (que pide que se la cite sólo por su nombre), fuente de AsiaNews en Diyarbakir, zona de mayoría kurda en el sureste de Turquía, muy afectada también por el terremoto del 6 de febrero. “Algunas escuelas privadas, varias empresas y organizaciones no gubernamentales -continúa- abrieron las puertas de sus locales a los desplazados, ofreciéndoles refugio. La situación empieza a ser realmente dura, hace mucho frío y es imposible permanecer muchas horas al aire libre". 

"En la ciudad se derrumbaron varios edificios", afirma Güzide, que trabaja en el sector de la comunicación, "y muchas personas murieron, otras siguen atrapadas" entre los escombros de las casas. En este momento hay muchas necesidades: "La gente necesita urgentemente tiendas, refugio y también alimentos”, continúa. “En realidad necesitan de todo", desde mantas hasta ropa, porque "perdieron sus casas con todo lo que tenían dentro". Luego está el lado humano de la tragedia, representado por la pérdida de "familiares, parientes, amigos. Lo que importa ahora es que puedan encontrar un lugar donde quedarse y recibir ayuda", después habrá que pensar en el apoyo psicológico y en la reconstrucción del tejido urbano y social.

Mientras tanto, sigue empeorando el balance del terremoto, que hasta ahora ha causado más de 16.000 víctimas, y otras siguen sepultadas entre los escombros en Turquía y Siria. Ayer, Ankara había impuesto fuertes restricciones en las redes, especialmente en Twitter, justo en las horas en que el presidente Recep Tayyip Erdogan visitaba algunas de las zonas afectadas. Hoy por la mañana se levantaron los bloqueos, después de una oleada de protestas suscitadas por opositores, intelectuales y activistas que señalaron que las redes sociales son una herramienta preciosa en el trabajo de los socorristas y la coordinación de la ayuda. Durante las inspecciones, el propio Erdogan admitió retrasos y problemas, pero también añadió que era imposible prever una catástrofe semejante. Palabras que miran a las elecciones del 14 de mayo -confirmadas también en las zonas en estado de emergencia-, en las que el líder y el gobierno se jugarán su futuro político y podría cambiar muchos equilibrios en Turquía y Medio Oriente. 

Entre tanto, en Diyarbakir y en toda la región de mayoría kurda, teatro de represiones y ofensivas en el pasado para sofocar tensiones étnicas con la excusa del terrorismo y la independencia (léase PKK), se corre el riesgo de asistir a escenas ya vistas. Una especie de abandono por parte de las autoridades centrales y de la máquina de ayuda que se convierte en un "hágalo usted mismo" que reúne a bomberos y simples ciudadanos, sin los equipos de expertos en catástrofes ni los medios indispensables para las operaciones de rescate y recuperación. La destrucción es generalizada en esta ciudad de 250.000 habitantes, a casi 200 km del epicentro del sismo, y muchos acusan a las instituciones de corrupción generalizada, que, empezando por los edificios construidos sin criterios antisísmicos, habría amplificado la tragedia. Abusos y corrupción institucionalizados bajo el mandato de Erdogan, mientras corren rumores de ataques de la aviación turca contra objetivos del YPG kurdo en Siria incluso durante el terremoto. 

"Por ahora, no vemos muchos organismos gubernamentales operando en la zona", subraya la fuente de AsiaNews, pero "hay varias ONG que instalaron una mesa de crisis e intentan ayudar cuando se las contacta y en caso de necesidad". “Estos grupos -continúa- están intentando prestar primeros auxilios y, a pesar de la emergencia, están haciendo un buen trabajo”. “Hay tensiones políticas en la zona", concluye Güzide, "pero de lo que tenemos que hablar ahora es de cómo ayudar a la gente, cómo ser solidarios, cómo encontrar una comida caliente y un lugar seguro. Sobre los restaurantes que ofrecen comida y los lugares que abren sus puertas para ofrecer refugio". 

Por último, además de la pérdida de vidas humanas, también es preocupante el importante saldo de daños arquitectónicos y culturales. Expertos de la UNESCO dieron la voz de alarma por el "derrumbamiento de varios edificios" de la Fortaleza de Diyarbakir, reconocida como Patrimonio de la Humanidad, y los daños en los cercanos Jardines de Hevsel. Toda la zona fue un importante centro en época romana, luego bizantina, islámica y finalmente otomana, y hoy resulta difícil acceder a ella debido a su aislamiento y a la ruptura de las vías de comunicación. Otros sitios patrimoniales en peligro son Göbekli Tepe ("ruinas sagradas" en kurdo), un yacimiento arqueológico a 18 km al norte de la ciudad de Şanlıurfa, y Nemrut Dağı, con sus estatuas gigantes. 

 

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