09/04/2023, 14.12
VATICANO
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El Papa, en Pascua: 'Que el mundo corra hacia su meta, la paz de Cristo'

En su mensaje urbi et orbi, Francisco rezó por el martirizado pueblo ucraniano e invocó la luz pascual sobre el pueblo ruso. También pidió al Señor Resucitado que interceda por Jerusalén, nuevamente sacudida por la violencia y por Myanmar, devastada por la guerra. "Que el Señor sostenga a todos aquellos a quienes se les impide profesar libre y públicamente su fe”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - En Pascua, con Jesús, "el destino del mundo cambió". Y nos pide también hoy, en este tiempo tan herido por numerosos conflictos, que "nos apresuremos a recorrer senderos de paz y fraternidad". Este es el mensaje urbi et orbi que dirigió hoy el Papa Francisco a la humanidad desde Roma, con ocasión de la Pascua. Una exhortación a llevar la novedad del Resucitado a la atormentada Ucrania, marcada por la guerra desde hace más de un año, pero también al corazón del pueblo ruso, a la Tierra Santa nuevamente azotada por la violencia, a un Myanmar asolado, a Túnez, a Haití, a África y a todos aquellos lugares donde a los cristianos se les impide profesar libremente su fe. 

El Papa pronunció su mensaje de Pascua acompañado por el Card. Ernest Simoni. El purpurado albanés, de 94 años, conoció personalmente la cárcel y los trabajos forzados bajo el régimen comunista de Enver Hoxha. Antes de subir a la Logia de las Bendiciones, Francisco presidió la misa del Día de Pascua en la explanada de la basílica de San Pedro, ante una plaza abarrotada de fieles e iluminada por el sol. Durante el rito se rezó en chino para que la Iglesia "proclame con fuerza el anuncio de la Resurrección y conserve la esperanza aún en medio del dolor y la muerte".

Este anuncio fue el punto central del mensaje papal urbi et orbi. "En Jesús -comenzó Francisco- se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión. En Él, Señor del tiempo y de la historia, quisiera decirles a todos, con alegría en el corazón: ¡Feliz Pascua!”. “Que sea para cada uno de ustedes, queridos hermanos y hermanas —en particular para los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad—, un paso de la tribulación a la consolación”, añadió.

Según los estudiosos, recordó el Papa, lo más probable es que el 9 de abril coincida con la fecha de la resurrección de Cristo. Y el pontífice subrayó un rasgo común de todos los testigos de la Pascua en el relato de los Evangelios: la "buena prisa" en ir al sepulcro y luego anunciar a todos lo que habían visto. "en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo". Y así "apresurémonos también nosotros a crecer en un camino de confianza recíproca: confianza entre las personas, entre los pueblos y las naciones.". El anuncio de la Pascua ilumina también “las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo. Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad. Alegrémonos por los signos concretos de esperanza que nos llegan de tantos países, empezando por aquellos que ofrecen asistencia y acogida a quienes huyen de la guerra y de la pobreza”.

Pero nuestra prisa hacia el Resucitado encuentra todavía muchos "escollos" en el camino. Y así -también en esta Pascua- Francisco volvió a dirigir su súplica al mundo herido. Empezando por la guerra en el corazón de Europa: "Ayuda al amado pueblo ucraniano en el camino hacia la paz e infunde la luz pascual sobre el pueblo ruso”, pidió al Resucitado. “Conforta a los heridos y a cuantos han perdido a sus seres queridos a causa de la guerra, y haz que los prisioneros puedan volver sanos y salvos con sus familias. Abre los corazones de toda la comunidad internacional para que se esfuerce por poner fin a esta guerra y a todos los conflictos que ensangrientan al mundo, comenzando por Siria, que aún espera la paz”. Esa misma Siria que junto con Turquía está afrontando las consecuencias del grave terremoto de febrero: “Recemos por cuantos han perdido familiares y amigos, y se quedaron sin casa; que puedan recibir consuelo de Dios y ayuda de la familia de las naciones”.

En estas horas, el pensamiento también vuelve a Jerusalén, primer testigo de la Resurrección". "Expreso mi profunda preocupación por los ataques de los últimos días”, continuó el Pontífice. Estos hechos, dijo, “amenazan el deseado clima de confianza y respeto recíproco, necesario para retomar el diálogo entre israelíes y palestinos, de modo que la paz reine en la Ciudad Santa y en toda la región.". Luego se refirió al Líbano, que aún busca su propia estabilidad y unidad: "que se superen las divisiones y que todos los ciudadanos trabajen juntos por el bien común del país", pidió.

Además, el Papa pidió al Resucitado por "el querido pueblo de Túnez, en particular por los jóvenes y de aquellos que sufren a causa de los problemas sociales y económicos, para que no pierdan la esperanza y colaboren en la construcción de un futuro de paz y fraternidad.". Y luego imploró por Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, y pidió al Señor que sostenga “el esfuerzo de los actores políticos y de la comunidad internacional en la búsqueda de una solución definitiva a los numerosos problemas que afligen a esa población tan atribulada".

Mirando a África, expresó el anhelo de una consolidación de los procesos de paz en Etiopía y Sudán del Sur, el fin de la violencia en la República Democrática del Congo, y recordó a las víctimas del terrorismo internacional en Burkina Faso, Mali, Mozambique y Nigeria. Pidió al Señor que sostenga "las comunidades cristianas que hoy celebran la Pascua en circunstancias particulares, como en Nicaragua y en Eritrea, y acuérdate de todos aquellos a quienes se les impide profesar libre y públicamente su fe”. Sin olvidar a Myanmar: que el Señor Resucitado ayude a este país "a recorrer caminos de paz" e ilumine los corazones de los responsables "para que los martirizados Rohinyá encuentren justicia".

"Conforta a los refugiados, a los deportados, a los prisioneros políticos y a los migrante”, agregó, “especialmente a los más vulnerables, así como a todos aquellos que sufren a causa del hambre, la pobreza y los nefastos efectos del narcotráfico, la trata de personas y toda forma de esclavitud. Inspira, Señor, a los responsables de las naciones, para que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad; para que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia se sanen esas heridas sociales, se busque siempre y solamente el bien común de los ciudadanos, se garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica."

Francisco concluyó citando las palabras de San Isaac de Nínive, quien escribió en sus sermones que «el mayor pecado es no creer en la fuerza de la Resurrección». "Creemos en Ti, Señor Jesús, creemos que contigo la esperanza renace y el camino sigue. Tú, Señor de la vida, aliéntanos en nuestro caminar y repítenos, como a los discípulos la tarde de Pascua: «¡La paz esté con ustedes!»”.

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