Bergoglio en el Ángelus de Epifanía recordó el histórico encuentro de 1964: "Se rompe un muro de incomunicación que duró siglos. Aprendamos de su abrazo". Nuevo llamado por la paz en Oriente Medio y en todo el mundo: "Tantas víctimas de las guerras, tanta destrucción". En la Jornada Mundial de la Infancia Misionera: "Agradezco a los niños y jóvenes misioneros su apoyo concreto en el anuncio del Evangelio".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Hoy, solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa Francisco, después de presidir la misa a las 10 de la mañana en la Basílica de San Pedro, en presencia de 6.000 fieles, se asomó al Palacio Apostólico para el rezo del Ángelus. Desde allí, durante sus palabras conclusivas, recordó el encuentro entre San Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, que tuvo lugar en Jerusalén el 5 de enero de 1964 "derribando un muro de incomunicación que había mantenido separados durante siglos a católicos y ortodoxos", explicó Bergoglio. "Aprendamos del abrazo de estos dos grandes de la Iglesia y avancemos en el camino de la unidad de los cristianos", continuó. "Rezando juntos, caminando juntos, trabajando juntos". También se recordó la Jornada Mundial de la Infancia Misionera, que se celebra hoy. "Saludo a los niños y jóvenes misioneros de todo el mundo. Les agradezco su compromiso en la oración, en el apoyo concreto al anuncio del Evangelio", dijo el Santo Padre.

Tras el recuerdo del encuentro de hace 60 años, siguió un enésimo llamado a la paz. "Pensando en aquel gesto histórico de fraternidad realizado en Jerusalén, recemos por la paz. Por la paz en Oriente Medio, Palestina, Israel, en Ucrania, en todo el mundo", dijo Bergoglio. Recordando que su ausencia ha causado hasta ahora "tantas víctimas de guerras, tantas muertes, tanta destrucción". A continuación, el Papa Francisco expresó su cercanía al pueblo iraní, "en particular a las familias de las numerosas víctimas del atentado terrorista de Kerman y a los numerosos heridos, a todos los que están afectados por este gran dolor", dijo. En referencia al atentado, que tuvo lugar el 4 de enero cerca de la tumba del general Qasem Soleimani, 84 víctimas, y que fue reivindicado ayer por el Isis. 

Durante su homilía, el Pontífice profundizó en tres características de los Magos, que en el pasaje evangélico de hoy (Mt 2, 1-12) salieron en busca de "aquel que ha nacido, el Rey de los judíos", para encontrarlo y "adorarlo" (v. 3). Son 'la imagen de los pueblos en camino en busca de Dios', dijo. Pero también de los 'extranjeros', los 'alejados' y 'todos los perdidos'. Los tres aspectos que los distinguen son: "los ojos apuntando al cielo, los pies caminando sobre la tierra, el corazón postrado en adoración".

Sobre el primero, Bergoglio dijo que los Reyes Magos "están habitados por la nostalgia del infinito y su mirada es atraída por los astros celestes". Por eso no viven "replegados sobre sí mismos, prisioneros de un horizonte terrenal", sino que "levantan la cabeza, a la espera de una luz que ilumine el sentido de su vida", y al hacerlo ven la estrella "que los atrae y los pone en camino", prosiguió. Este es para Francisco el corazón de la existencia, que se apaga si, en lugar de buscar "la luz y el amor", vivimos dentro del "perímetro de las cosas terrenas", o "rehenes de nuestros fracasos y arrepentimientos", así como "hambrientos de bienes y consuelos mundanos". Necesitamos mirar hacia arriba en el camino de la vida, de la fe y en la Iglesia. En esta última, "en lugar de dividirnos según nuestras ideas, estamos llamados a volver a poner a Dios en el centro", dijo el Santo Padre. "Necesitamos esto para abandonar las ideologías eclesiásticas", en favor de lo que es una "vocación eclesial".

Sobre el segundo aspecto que distingue a los Reyes Magos, "los pies caminando sobre la tierra", el Papa Francisco dijo que "levantando la cabeza hacia arriba son impulsados a descender hacia abajo; buscando a Dios son enviados a encontrarlo en el hombre, en un Niño acostado en un pesebre, porque Dios que es el infinitamente grande se ha revelado en este pequeño, infinitamente pequeño. Así, con los pies en el camino, todas las personas están llamadas también a iluminar con la fe la "espesa oscuridad que envuelve tantas situaciones sociales". "Al Dios que viene a visitarnos no lo encontramos quedándonos quietos en alguna bella teoría religiosa, sino sólo poniéndonos en camino", añadió el Pontífice. Y así encontrarlo en la "realidad de cada día", pero sobre todo "tocando la carne de nuestros hermanos y hermanas", especialmente de los más frágiles, desfavorecidos y pobres. "Contemplar a Dios es hermoso, pero sólo es fecundo si arriesgamos, el riesgo del servicio y de llevar a Dios". A continuación, Francisco citó las palabras que Benedicto XVI pronunció en la Epifanía de 2008: "Hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y, por tanto, posean un gran coraje. La valentía de los Reyes Magos [...] que supieron arrodillarse ante el Niño".

La última característica de los Reyes Magos profundizada por Bergoglio es tener "el corazón postrado en adoración". "Miran la estrella en el cielo, pero no se refugian en una devoción desligada de la tierra; se ponen en camino, pero no vagan como turistas sin rumbo", dijo. De hecho, van a Belén, y ante el Niño "se postran y lo adoran" (v. 11), ofreciéndole así como regalo oro, incienso y mirra. Ese niño es "un rey que vino a servirnos, un Dios que se hizo hombre", prosiguió. El Dios al que Bergoglio invitó a adorar hoy "viene en pequeñez", "habita la normalidad de nuestros hogares" y "muere por amor". De ahí que Francisco hablara del hábito de la adoración, que se ha perdido. Retomando la invitación de los que "venían de Oriente" (v. 2), dijo: "Levantemos los ojos al cielo, pongámonos en camino en busca del Señor, inclinemos el corazón en adoración". Pidió el valor de buscar a Dios, de perseverar por los caminos del mundo "con el cansancio del verdadero viaje", y "el valor de adorar, el valor de mirar al Señor que ilumina a todo hombre".

 

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