18/09/2025, 10.50
RUSIA
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El fin del imperio energético ruso

de Vladimir Rozanskij

Los últimos datos de la Agencia Internacional de la Energía confirman la fuerte reducción de los ingresos de Moscú por la venta de gas y petróleo, debido al efecto de los fuertes descuentos impuestos por China y la India. Según el economista Michael Bernstam, «el mercado está resultando más eficaz que las sanciones».

Moscú (AsiaNews) - El pasado 11 de septiembre, la Agencia Internacional de la Energía informó que los ingresos de Rusia por la exportación de petróleo y derivados se redujeron en agosto en 920 millones de dólares, hasta alcanzar un total de 13.500 millones de dólares, debido a la disminución de las exportaciones y a los grandes descuentos exigidos por los importadores, empezando por China y la India. En Rusia, el precio medio del petróleo ha bajado hasta los 56 dólares por barril, y los ingresos por exportación son los más bajos de los últimos cinco años, lo que dificulta aún más hacer frente a la crisis económica ya evidente y demuestra que «el mercado es más eficaz que las sanciones», como afirma el economista ruso-estadounidense Michael Bernstam, de la Universidad de Stanford.

En un artículo publicado recientemente por Bernstam, junto con Steven Rosefielde, en la prestigiosa revista financiera estadounidense Barron's, sostiene que «ha comenzado el fin del imperio económico y energético de Rusia», al que define como «el dinosaurio agonizante, enorme, aterrador, que lo devora todo mientras exhala sus últimos suspiros». Es una frase que imita una expresión del poeta ruso del siglo XVIII Vasili Trediakovski: «El monstruo es enorme, malicioso, tiene cien bocas y ladra», añadiendo la impresión «de que está moribundo». El imperio energético se había creado a lo largo de varias décadas, pero la guerra en Ucrania ha agotado todas las energías del «dinosaurio».

De hecho, el petróleo y el gas natural rusos dominaban la economía europea de manera muy significativa, con un 37 % de las importaciones de petróleo ruso en Europa, primero de la URSS y luego de Rusia, junto con un 45 % de gas, lo que permitía a los rusos dictar sus condiciones no solo en materia de precios, sino también en muchos ámbitos de la vida política y social europea. Estados Unidos, sobre todo durante la presidencia de Ronald Reagan, luchó durante mucho tiempo contra esta dependencia de Europa, que no terminó hasta 2023, un año después de la invasión de Ucrania.

Bernstam recuerda a algunos protagonistas de la «construcción del imperio», como Konstantin Bajbakov, que en los años 60 organizó la industria petrolera rusa, Aleksej Kortunov, que se dedicó a la del gas, de la que más tarde surgió el gigante Gazprom, y dos políticos como Aleksej Kosygin, primer ministro de 1964 a 1980, y Viktor Chernomyrdin, primer ministro de 1992 a 1998 en la Rusia de Putin, fundador de la propia Gazprom, pero asegura que «podría haber citado al menos a veinte, ahora todos olvidados». El imperio energético ya se había consolidado durante la «guerra fría», asegurando a la URSS una enorme influencia sobre sus «enemigos europeos», lo que provocó la reacción estadounidense.

Bernstam afirma que «la segunda guerra fría comenzó en la década de 2000» y hoy se hace evidente en la oposición entre los dos bloques del norte y del sur global, poniendo de nuevo en juego los recursos energéticos. Putin se ha basado en la convicción de que Occidente (incluido Estados Unidos) no puede prescindir por completo de los productos petrolíferos rusos, y que esta sería la motivación fundamental de la actitud «amistosa» de Donald Trump hacia él. Estados Unidos compra uranio enriquecido y los europeos siguen adquiriendo productos derivados del gas ruso, transformados en China e India, como combustibles para aviones y diésel, y los contratos prevén un mercado aún muy fuerte hasta 2026.

Sin embargo, la guerra de Putin parece haber despertado al menos en este sentido a Europa, que se ha dado cuenta de la necesidad de liberarse de la dependencia energética, como soñaba la América de Reagan. Un factor decisivo serán cada vez más los mecanismos de los mercados, con los Estados del Golfo Pérsico tratando de defender sus posiciones y los rusos corriendo el riesgo de perder definitivamente la única arma capaz de someter incluso a los enemigos más poderosos.

 

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