04/05/2024, 17.08
MUNDO RUSO
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La Pascua de la Victoria

de Stefano Caprio

En la ceremonia del Jueves Santo, el patriarca Kirill pronunció una oración especial "por la victoria de la Santa Rus" que refuerza las letanías bélicas impuestas a los sacerdotes, bajo pena de privación del estado clerical si se niegan a recitarlas. Las celebraciones pascuales deben volver a compactar al pueblo de los creyentes para mostrar que Rusia ha vencido al mal en su interior y ha reencontrado el camino correcto hacia la sobornost.

La Pascua ortodoxa coincide este año en Rusia con una fecha especialmente propicia para las celebraciones de la religión bélica - la "guerra santa" que desde hace más de dos años se extiende desde Ucrania hasta los confines del planeta - entre el Domingo de la Resurrección, el 5 de mayo, y el Día de la Victoria el 9 de mayo. Todo el centro de Moscú quedará cerrado al tráfico después de las liturgias dominicales, para dejar espacio a los grandes desfiles que culminarán en la Plaza Roja, en realidad la "Plaza Hermosa" (Krasnaja Ploshchad significa ambas) donde el presidente Vladimir Putin dominará la escena junto con el patriarca Kirill, en un estallido de proclamas de triunfo sobre el "nazismo ucraniano" desde el escenario situado sobre el mausoleo de Lenín, una reliquia del pasado que no consiguen quitqrse de encima.

En realidad la gran victoria se limita a registrar el avance ruso en la mitad occidental de la región ucraniana de Donetsk, que Moscú ya controla de diversas formas desde 2014 y que, tras la invasión de 2022, corría el riesgo de ser recuperada por los ucranianos en la contraofensiva de 2023. Pero en 2024 comenzó de nuevo el gran avance de las tropas de Putin, que entre enero y mayo lograron retomar una porción de territorio realmente impresionante entre Avdeevka y Chasov Yar - si estuviéramos en el Lazio sería como decir entre Guidonia y Rieti, o en los Estados Unidos entre Nueva York y Somerville -. En estas pocas decenas de kilómetros, donde ya no queda un alma viva, se juega el destino de la humanidad en el enfrentamiento épico entre el Occidente y el Oriente globales, entre visiones del mundo contrapuestas, entre la Historia y el Apocalipsis. Si la victoria contra el nazismo en la Gran Guerra Patriótica estaba relacionada con el frente más amplio de todas las guerras, los dos mil kilómetros de la "Operación Barbarroja" entre Leningrado y Stalingrado, la reducción a los setenta kilómetros del Donbass en la "Operación Militar Especial" demuestra hasta qué punto se ha reducido la visión del mundo, más allá de las proclamas y los desfiles.

La guerra en Ucrania no es una guerra de conquista sino sólo de destrucción y desolación, como lo demuestran los continuos bombardeos sobre Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania después de Kiev, que ahora también ha quedado reducida a un fantasmal cúmulo de ruinas. El Kremlin dice que quiere convertirla en una "zona neutral" desmilitarizada, sobre todo para evitar incursiones en la región rusa de Belgorod, en la frontera, y el destino de toda Ucrania parece ser el de convertirse en un "Estado neutro" entre Oriente y Occidente, donde la vida queda reducida al mínimo para indicar la nulidad de las relaciones entre ambos. Por otra parte, también en Oriente Medio se está yendo hacia una perspectiva similar, con distancias semejantes entre Gaza y Jerusalén en el conflicto entre israelíes y palestinos, que involucra a toda la comunidad internacional en un escenario de devastación apocalíptica.

En este contexto resulta cuanto menos paradójico el Foro del 1 de mayo en el Centro de Congresos de Bakú que reunió a jefes de Estado y de las religiones sobre el tema "Diálogo por la paz y la seguridad global", organizado por la Presidencia de Azerbaiyán y la Administración de los musulmanes del Cáucaso junto con la “Alianza de Civilizaciones” de la ONU, la UNESCO y otras instituciones internacionales. También participó el metropolita Antonij (Sevrjuk), de 39 años, director del departamento para las relaciones exteriores del patriarcado de Moscú, quien destacó "la importancia de la idea de reunir a los representantes de las comunidades religiosas y organizaciones de diferentes países, en un contexto de profunda crisis de las relaciones internacionales". El joven brazo derecho del patriarca Kirill reivindicó para la Iglesia rusa la idea de crear un órgano consultivo de líderes religiosos de todo el mundo, uniendo en particular a cristianos y musulmanes, para encontrar "una respuesta eficaz de las religiones tradicionales a este desafío destructivo e inhumano", tratando de "consolidar todas las fuerzas sociales de orientación tradicional" para evitar "la victoria del mal y la instauración del culto internacional al pecado y al egoísmo", al que es necesario "dar una adecuada respuesta espiritual, porque sólo la unión de esfuerzos podrá salvar al mundo de la autodestrucción”.

El frente común de los verdaderos creyentes contra la embestida del Anticristo ha sido el caballo de batalla del patriarca Kirill desde su entronización en 2009, mientras que como obispo y metropolita había preferido, en la época soviética, la apertura al diálogo ecuménico. El giro hacia la "ortodoxia soberanista" comenzó después, en 1997, cuando Kirill inspiró la nueva ley sobre la libertad religiosa que propuso a la Duma el resucitado partido comunista contra el occidentalismo del presidente Yeltsin. Se imponía en ella la superioridad "soberana" de la Ortodoxia sobre las otras religiones tradicionales "menores", el islam, el budismo, el judaísmo y el cristianismo, entendido en sus variantes católica y protestante. Estas confesiones deben alinearse en una jerarquía de funciones para frenar las "falsas creencias", no sólo las sectas y grupos de formación más o menos moderna, sino sobre todo las interpretaciones erróneas de la verdad religiosa: hay una ortodoxia cismática (la de Constantinopla) y un Islam radical (el del ISIS) que se deben rechazar y sustituir, y existe el "culto internacional al pecado y al egoísmo", según la definición de Antonij, que caracteriza el inaceptable estilo de vida del Occidente inmoral, del que se debe defender al pueblo santo.

La Santa Alianza no logró consolidarse, y dejó espacio a la deriva herética y globalista, hasta el punto de obligar a Rusia a intervenir con bombas y tanques, dado que las armas de la oración parecían impotentes. Por eso hoy se reza por los soldados y la guerra, sin hacer ya distinciones entre el ámbito espiritual y el militar. En la celebración del Jueves Santo el patriarca Kirill recitó una oración especial "por la victoria de la Santa Rus" que refuerza las letanías bélicas impuestas a los sacerdotes, bajo pena de privación del estado clerical si se niegan a pronunciarlas, como ya les ocurrió a varios sacerdotes rusos. Por lo tanto, es necesario volver a compactar al pueblo de los creyentes, y Kirill insistió en la comunión eucarística frecuente, de ser posible diaria, lo que no es una práctica muy habitual para los ortodoxos: "Debemos arrepentirnos de nuestros pecados cada día, no sólo en la confesión sino en el pedido de perdón orante, para no caer presa de las tentaciones del Maligno y unirnos a Cristo formando un solo cuerpo".

Ya en la homilía del Domingo de Ramos, al comienzo de la Semana Auténtica, el patriarca había vociferado que "no se puede erradicar la fe del corazón y de la mente de los hombres", como intentaron hacer los emperadores paganos en los primeros siglos y después muchos otros políticos, como "en nuestro pasado reciente, cuando se anunció el terrible objetivo de construir una sociedad perfecta sin Dios, sin el componente espiritual". Hoy Rusia ha vencido al mal dentro de ella misma, y ha reencontrado el camino correcto hacia la sobornost, la comunión en vez del comunismo, pero debe "resistir los ataques del exterior" recordando a todos "el verdadero sentido de la vida, educando a nuestros hijos en la fe, amándonos unos a otros y amando a nuestra patria victoriosa".

Las homilías de Kirill y las declaraciones de Antonij fueron confirmadas en una entrevista "previa a la Pascua" que concedió el ideólogo presidencial Aleksandr Dugin al periodista estadounidense-putinista Tucker Carlson. Dugin sería ahora candidato a dirigir una "Escuela Superior de Política" en Moscú para formar a las nuevas clases dirigentes en el espíritu del soberanismo euroasiático, una decisión cuestionada por muchos debido a las referencias a la filosofía de Ivan Ilyin, el pensador preferido de Putin, que en el siglo pasado expresó su admiración por Hitler y Mussolini. Dugin también advierte sobre el "peligro de autodestrucción de toda la humanidad" si no se ponen límites a la deriva de los Estados anglosajones, a los que enumera explícitamente: EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda (haciendo un guiño a la Europa más domesticable), todos ellos "contaminados por el individualismo" que les lleva a "volverse contra sí mismos". La libertad individual, según el ideólogo, es una "comprensión errónea de la naturaleza humana, que separa al individuo de toda la comunidad", una plaga que se ha extendido con la Reforma protestante y la filosofía nominalista. Y se remonta a la época medieval para señalar el comienzo de la "desaparición de la identidad colectiva”.

Los rusos consideran que Occidente se ha quedado sin identidad, "se ha negado incluso a reconocerse en la Iglesia católica", explica Dugin, y hoy ni siquiera reconoce las especificidades de los Estados y de las naciones, "sólo existe el fantasma de la sociedad civil" de la que se eliminan los últimos restos de identidad, los del género y lo humano, que "desaparecerán en el transhumanismo y la inteligencia artificial". Pero la resurrección y la vida eterna serán garantizadas por Rusia, con la Victoria de la Ortodoxia en un mundo que ha quedado reducido a una gran Ucrania o una gran Gaza, un inmenso cúmulo de escombros.

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