La eterna disputa por el alfabeto en Asia Central
Desde el final de la URSS, las cinco antiguas repúblicas soviéticas debaten la posibilidad de abandonar el cirílico y adoptar caracteres latinos. Hay quienes hablan de una mayor aproximación a los sonidos de las lenguas túrquicas, pero la cuestión se entremezcla con las demandas de «desrusificación» con el telón de fondo de la guerra de Ucrania. Pero incluso en Kazajistán, donde Nazarbaev inició el proceso con el objetivo de completarlo en 2031, persisten fuertes dudas.
Astana (AsiaNews) - Desde el final de la Unión Soviética y la afirmación de la independencia por parte de Kazajistán, Uzbekistán, Kirguizistán, Tayikistán y Turkmenistán, en los cinco países de Asia Central y el Azerbaiyán caucásico se discute constantemente sobre la necesidad de abandonar el alfabeto cirílico de los rusos, ocupantes de estas tierras durante siglos, y adoptar el alfabeto latino, más universal y mejor adaptado a los sonidos de las lenguas túrquicas de estos pueblos, todas ellas muy diferentes entre sí, y también muy diferentes de la propia lengua túrquica.
El único país que ha decidido evitar el debate es Kirguistán, donde el ruso sigue siendo la segunda lengua oficial y todo se escribe con ambos alfabetos. La cuestión ha vuelto a estar de actualidad en los últimos años, también como una forma de «desrusificación» con la guerra de Ucrania como telón de fondo y las posibles amenazas rusas también a estos territorios que Rusia considera parte integrante del «mundo ruso», empezando por el norte de Kazajistán. Hasta la fecha, el alfabeto latino sólo se utiliza oficialmente en Azerbaiyán y Turkmenistán.
El pasado mes de septiembre se celebró en Bakú, capital de Azerbaiyán, una conferencia de la Organización de Estados Turcos dedicada a la cuestión lingüística, en la que convergieron especialistas sobre la variante común del alfabeto turco, basada en el alfabeto latino. Se espera que pronto se celebre en Bakú una nueva conferencia científica sobre este tema, teniendo en cuenta que la primera conferencia «turicológica» se convocó en la capital azerbaiyana hace un siglo, en 1926, cuando se decidió abandonar los «arcaísmos» de la escritura árabe ornamental y pasar a las letras latinas. Diez años más tarde, por decisión de las autoridades soviéticas, se dejó de lado el latín, imponiéndose el alfabeto cirílico.
En Uzbekistán, la transición a la escritura latina comenzó en 1993, con la intención de completarla en siete años, pero la operación fracasó, y en enero de 2023, un decreto estatal ordenó la transición a las letras latinas de todos los documentos oficiales y publicaciones de los medios de comunicación. Un académico uzbeko independiente que ahora vive en Gran Bretaña, Ališer Ilkhamov, publicó un artículo sobre «La transición forzada de la lengua uzbeka al alfabeto latino: consecuencias para el pueblo de Uzbekistán», en el que explicaba que la decisión provocaría una profunda división en la sociedad, ya que las generaciones mayores seguirían teniendo acceso al conocimiento a través del cirílico, mientras que los más jóvenes se verían privados de gran parte de la literatura del pasado.
Esta apreciación acusa a las letras latinas de ser «un instrumento de presión ideológica», pensando en desarrollar la lengua nacional de forma más independiente, pero no es más que un «sistema de signos», señala Ilkhamov, y es ilusorio pensar que «transmite mejor los sonidos de las lenguas túrquicas». El verdadero significado se encuentra en un acuerdo entre todos los usuarios de la lengua, decidiendo a qué corresponden los signos y los sonidos, en cualquier alfabeto. Un conocido turcólogo de Kazajistán, Erden Kažybek, es menos categórico al respecto, pues considera que el éxito de tales operaciones lingüísticas «depende siempre de las condiciones sociopolíticas», dando tiempo a la población para adaptarse a los cambios.
En Kazajistán, el cambio alfabético comenzó en 2017, por decisión del «eterno presidente» Nursultan Nazarbaev, y se suponía que debería haber concluido este año, pero la resistencia en el país es aún mayor que en los países vecinos, entre otras cosas por la presencia de una fuerte minoría rusoparlante. Kažybek señala que «todas las variantes se dejaron caer desde arriba, con grandes diferencias entre ellas» y él mismo, como presidente de la comisión creada para el asunto, confiesa que «no sabía qué decisiones tomar». La comisión se disolvió entonces, y los estudiosos intentaron eliminar las variantes menos apropiadas y difundir una visión más compartida de las cuestiones alfabéticas. El propio presidente actual, Kasym-Žomart Tokaev, admitió que «se han cometido muchos errores triviales» y ahora es necesario «llegar juntos a una decisión más razonable». La nueva escritura de Kazajistán tendrá que aprobarse antes de 2031, y en toda Asia Central se esperan formas de expresión que puedan reflejar realmente un mundo cultural entre continentes.
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