La «fábrica de la muerte» en Myanmar: el papel oculto de Pekín en la fabricación de bombas
Un nuevo informe acusa a empresas estatales chinas de apoyar desde hace más de una década la fabricación de armas por parte de la junta golpista birmana, en particular en la planta militar DI 21, donde se producen bombas aéreas utilizadas contra la población. Un apoyo constante que incluye conocimientos técnicos y componentes esenciales para la fabricación de armamento. Los expertos piden a la comunidad internacional que presione a Pekín para que detenga la asistencia militar y ponga en marcha un verdadero proceso de paz.
Yangon (AsiaNews) - El apoyo de China a la junta militar de Myanmar no se limita al traslado físico de armamento: las empresas chinas desempeñan un papel importante en el desarrollo y la producción de armas en Myanmar, en particular en una planta militar de la región de Magway denominada DI 21.
Así lo afirma el último informe elaborado por el Consejo Asesor Especial para Myanmar (SAC-M) y titulado: «Fábrica de la muerte: el apoyo de China a la producción de bombas aéreas por parte del ejército de Myanmar», que retoma investigaciones anteriores en las que se trazaba la red de suministro de armas de la junta golpista birmana. Las fábricas de producción de armas se conocen como «KaPaSa» y se establecieron por primera vez en zonas remotas del país en la década de 1950, para luego experimentar una progresiva diferenciación.
La investigación de SAC-M, publicada el 16 de julio, revela que China South Industries Group Corporation, una empresa estatal china, ha permitido el desarrollo y la producción de armas en la planta DI 21 durante más de una década a través de dos empresas filiales, Chongqing Changan y Hunan Vanguard. El apoyo chino, que se intensificó tras el golpe de Estado de febrero de 2021, se ha vuelto más crucial para la junta, lo que ha permitido a DI 21 mantener una producción constante de armas.
La «fábrica de la muerte», como la define el informe, produce la mayoría de las bombas aéreas de la aviación birmana, que a su vez «probablemente están diseñadas para ser compatibles» con los aviones militares fabricados en China. Otra investigación, publicada en septiembre del año pasado por «Justice For Myanmar» e «Info Birmanie», confirmó que varias empresas chinas especializadas en el diseño y la fabricación de aviones militares han seguido suministrando aviones de combate al ejército birmano.
La investigación de SAC-M sostiene que China proporcionó los planos y los conocimientos técnicos necesarios para la producción de armamento, y que también mantuvo el suministro de piezas esenciales y asistencia técnica, tanto enviando personal chino a la planta DI 21 como acogiendo al personal de la fábrica en China para su formación. «La asistencia de China South ha sido esencial para la creación de la mayor parte de las líneas de producción actuales de la fábrica», se lee en el informe. En otras palabras, sin los conocimientos técnicos y el apoyo de China, la capacidad de Myanmar para producir bombas aéreas de forma autónoma se vería considerablemente reducida.
Las fabricadas en la planta DI 21 son armas utilizadas en ataques contra civiles, incluidas las bombas FAE (Fuel Air Explosive) de 250 kg, que a su vez son derivadas de otro tipo de arma fabricada por China South. La transferencia de esta tecnología tuvo lugar antes de 2015, año en que las FAE fueron utilizadas por primera vez por la Fuerza Aérea de Myanmar.
Las bombas FAE, solo algunas de las armas producidas por la fábrica DI 21, funcionan mediante un mecanismo de dos etapas que las distingue de los explosivos convencionales. En un primer momento, el arma dispersa una nube de combustible en el aire sobre el objetivo y, al mezclarse con el oxígeno, crea una mezcla altamente volátil. A continuación, una segunda carga detona la mezcla, provocando una onda de choque prolongada. Se trata de bombas que pueden causar graves daños internos en los órganos y un rápido consumo de oxígeno.
En su investigación, los expertos del SAC-M (que utilizaron imágenes satelitales de alta resolución, análisis del material publicado en línea por la propia junta, documentos internos obtenidos de diversas fuentes, entrevistas con desertores, análisis forenses de los restos de los bombardeos e investigaciones sobre las cadenas de suministro) hacen un llamamiento a la comunidad internacional, subrayando que, para iniciar un proceso de paz, sería necesario presionar a China para que cese inmediatamente toda forma de asistencia militar a la junta birmana.
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