El pontífice recibió en Castel Gandolfo al instituto reunido para la Asamblea General junto con otras congregaciones femeninas que están celebrando su capítulo. En un mensaje específico al PIME, les invita a ser «instrumentos de paz en contextos conflictivos y evangelizadores a través del diálogo fraterno con otras religiones». «Tengan en el corazón a los pequeños y marginados, en la caridad, en la búsqueda de la justicia y en la defensa de la dignidad de cada persona».

 

Castel Gandolfo (AsiaNews) – «Piensen en grande, como piezas únicas de un diseño que los supera y los involucra más allá de vuestras propias expectativas: el proyecto de salvación con el que Dios quiere conducir a toda la humanidad hacia sí, como una sola gran familia». Este es el mensaje que León XIV ha confiado a los misioneros del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras y a algunas otras congregaciones religiosas recibidas en audiencia en Castel Gandolfo con motivo de sus asambleas capitulares. Junto con el PIME —que durante su Asamblea, celebrada desde el 22 de junio en el CIAM de Roma, renovó su Dirección General—, en el encuentro celebrado en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo también estuvieron presentes siete institutos religiosos femeninos: las Maestras Pías Filippini, las Maestras Pías Venerini, las Hijas de la Iglesia, las Salesianas Oblatas del Sagrado Corazón, las Hermanas Franciscanas Angeline, el Instituto Oblatas de Jesús y María y las Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías (Escolapias).

Al contemplar el conjunto de los carismas de estas experiencias religiosas, el Papa observó que «encarnan aspectos complementarios de la vida y la acción de todo el pueblo de Dios: la ofrenda de sí mismos en unión con el sacrificio de Cristo, la misión ad gentes, el amor a la Iglesia custodiado y transmitido, la educación y la formación de los jóvenes». E invitó a todos a renovar «la conciencia y la alegría de ser Iglesia», que es «el horizonte en el que situar todo esfuerzo, para que contribuya, a través de pequeñas luces, a difundir por toda la tierra la luz de Cristo, que nunca se agota».

Hace unos días, al comienzo de su Asamblea, León XIV envió a los misioneros del PIME un mensaje dedicado específicamente al carisma del instituto. En este texto, el pontífice recuerda cómo el mandato de Jesús («Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura», Mc 16,15) «resonó en el alma del fundador, monseñor Angelo Ramazzotti (1800-1861), inspirándole a dar vida a un instituto puramente misionero, que formara futuros sacerdotes dispuestos a dedicarse por completo al anuncio del Evangelio y a la promoción humana, en medio de los pueblos y tradiciones de diferentes países, privilegiando aquellas «periferias» existenciales hasta los confines del mundo».

Citando las palabras del papa Francisco en Evangelii Gaudium, León XIV añade lo importante que es recordar hoy que «en este «vayan» de Jesús están presentes los escenarios y los retos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos estamos llamados a esta nueva «salida» misionera».

«En los tiempos que vivimos, marcados por numerosos conflictos y otras tantas formas de pobreza material y espiritual —comenta el papa Prevost—, vuestro carisma se propone como luz en las tinieblas del mal que oscurecen la belleza de la verdad eterna, a la que todo hombre y mujer debe aspirar. Por lo tanto, en nombre de Cristo, sean instrumentos de paz en los contextos atribulados por el sufrimiento; sigan evangelizando a través del diálogo fraterno con las otras religiones, promoviendo una cultura solidaria y acogedora. Tengan sobre todo en vuestro corazón a los «pequeños» y a los marginados; que vuestro testimonio esté arraigado ante todo en la caridad activa, en la búsqueda de la justicia y en la defensa de la dignidad de cada persona».

«Como herederos espirituales del venerable monseñor Ramazzotti —exhorta León XIV—, lleven también ustedes hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8) la novedad de Cristo y comprométanse a construir el Reino de Dios con la alegría del Espíritu y el amor hacia los hermanos que se les han confiado; de hecho, como nos ha recordado el papa Francisco, «para ser evangelizadores auténticos, es necesario también desarrollar el gusto espiritual de permanecer cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que esto se convierte en fuente de una alegría superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, es una pasión por su pueblo» (Evangelii Gaudium, n. 268)».

Con estos sentimientos, León XIV encomienda a todos a la intercesión de santa Teresa de Lisieux e imparte su bendición apostólica a la familia del PIME.

 

• León XIV
• Papa
• PIME
• Castelgandolfo
• misioneros