Papa: 'Recemos por quienes no ven la urgencia de cuidar la creación'
León XIV presidió al aire libre en los jardines de Castel Gandolfo la primera celebración pública de la Misa cuyos textos litúrgicos se inspiran en la intención particular de la salvaguardia del medio ambiente como casa común. "El mundo arde tanto por el calentamiento global como por los conflictos armados. Nuestra indignación es la indignación de Dios".
Castel Gandolfo (AsiaNews) – "Hemos rezado por la conversión, nuestra conversión. Quisiera añadir que debemos rezar por la conversión de muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia, que todavía no reconocen la urgencia de cuidar nuestra casa común. Muchos desastres naturales que todavía vemos en el mundo, casi a diario, en muchos lugares, en muchos países, son en parte causados por los excesos humanos y su estilo de vida. Por eso debemos preguntarnos si nosotros mismos estamos viviendo o no esa conversión que tanto necesitamos", dijo esta mañana León XIV durante la Misa que presidió en el Borgo Laudato Sì', dispuesto por su predecesor el Papa Francisco en la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
El Borgo Laudato Si fue establecido en los montes romanos como "laboratorio" de "esa armonía con la creación que es para nosotros sanación y reconciliación", el núcleo de la encíclica homónima que Bergoglio publicó hace diez años. La celebración de hoy fue la ocasión para el primer uso público de la Misa por el cuidado de la creación, el nuevo formulario para una celebración eucarística con esta intención específica que fue promulgado hace pocos días en el Misal Romano por el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
"Aquí - dijo León XIV refiriéndose al pequeño lago frente al cual estaba colocado el altar de la celebración al aire libre - es como en las Iglesias antiguas de los primeros siglos, que tenían delante la fuente bautismal por la que se debía pasar antes de entrar en la iglesia. No quisiera ser bautizado en esta agua... pero el símbolo de pasar a través del agua para ser lavados de todos nuestros pecados, de nuestras debilidades, y así poder entrar en el gran misterio de la Iglesia es algo que vivimos también hoy".
En la homilía de la Misa —comentando el pasaje evangélico de la tempestad calmada por Jesús (Mt 8,23-27)— el pontífice se refirió a "un mundo que arde, tanto por el calentamiento global como por los conflictos armados, que hacen tan actual el mensaje del Papa Francisco en sus encíclicas Laudato si' y Fratelli tutti". El miedo de los discípulos en la tempestad hoy "es el de gran parte de la humanidad. Pero en el corazón del año del Jubileo nosotros confesamos, y podemos repetirlo muchas veces: ¡hay esperanza! La hemos encontrado en Jesús. Él todavía calma la tempestad. Su poder no derriba, sino que crea; no destruye, sino que hace ser, dando nueva vida".
El Papa se refirió luego al asombro de los discípulos que están en la barca con Jesús y se preguntan: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?". "El asombro que esta pregunta expresa", explicó, "es el primer paso que nos saca del miedo. Jesús había vivido y orado junto al Mar de Galilea. Allí había llamado a sus primeros discípulos en el lugar donde vivían y trabajaban. Las parábolas con las que anunciaba el Reino de Dios revelan un profundo vínculo con esa tierra y con esas aguas, con el ritmo de las estaciones y la vida de las criaturas". El Papa explicó que esta conciencia —que se hace aún más plena por el encuentro con el Resucitado—, hace que "nuestra misión de custodiar la creación, de llevarle paz y reconciliación, sea su misma misión: la misión que el Señor nos ha confiado. Nosotros escuchamos el grito de la tierra, escuchamos el grito de los pobres, porque este grito ha llegado al corazón de Dios. Nuestra indignación es su indignación, nuestro trabajo es su trabajo".
Éste es el motivo por el cual para la Iglesia es importante vivir el cuidado de la creación también con una celebración eucarística especial. León XIV citó un pasaje de la encíclica Laudato Si' en el que Francisco dice que "en la Eucaristía lo creado encuentra su mayor elevación. La gracia, que tiende a manifestarse de modo sensible, alcanza una expresión asombrosa cuando Dios mismo, hecho hombre, llega a hacerse comer por su criatura". Y concluyó retomando las palabras con las que san Agustín, en las últimas páginas de sus Confesiones, asocia las cosas creadas y el hombre en una alabanza cósmica: "Oh Señor, 'tus obras te alaban para que te amemos, y nosotros te amamos para que tus obras te alaben' (San Agustín, Confesiones, XIII, 33,48). Que esta sea la armonía que difundamos en el mundo".
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