21/11/2018, 12.38
VATICANO
Enviar a un amigo

Papa: para ser salvado el hombre debe reconocerse ‘mendigo’ de verdad

La finalidad de todo el Decálogo que tiene como fin el corazón del hombre, es “llevar al hombre a su verdad, o sea a su pobreza, que se vuelve apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios, que nos transforma y nos renueva”. “Todos los mandamientos tiene la tarea de indicar el confín de la vida, el límite más allá del cual el hombre se destruye a sí mismo y al prójimo, arruinando su relación con Dios”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Para ser salvado el hombre de reconocer que no lo puede hacerlo solo, sino que necesita de la intervención de Dios, de reconocerse “mendigo”. Finalidad del entero Decálogo que tiene como fin el corazón del hombre, es “llevar al hombre a su verdad, o sea a su pobreza, que se vuelve apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios, que nos transforma y nos renueva”. “Es la finalidad del entero Decálogo que tiene como fin el corazón del hombre, es “llevar al hombre a su verdad, o sea a su pobreza, que se vuelve apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios, que nos transforma y nos renueva”.

“La finalidad del Decálogo fue el argumento del cual el Papa Francisco habló en la audiencia general de hoy, comentando las últimas palabras: “No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciar los bienes ajenos”.

A las 20 mil personas presentes en la plaza de san Pedro, Francisco también les recordó que “hoy, memoria de la presentación de María Santísima al Templo, celebramos la Jornada del pro Orantibus, dedicada al recuerdo de las comunidades religiosas de clausura. Es una ocasión cuánto más oportuna para agradecer al Señor por el don de tantas personas que, en los monasterios y en las ermitas, se dedican totalmente a Dios en la oración, en el silencio y en la clausura. ¡Que no les falte a estas comunidades el afecto, la cercanía, también el apoyo material de toda la Iglesia!”.

“Nuestros encuentro sobre el Decálogo nos llevan hoy al último mandamiento. Lo hemos escuchado en la apertura. Estas son sólo las últimas palabras del texto, sino mucho más: son el cumplimiento del viaje a través del Decálogo, tocando el corazón de todo aquellos que en él nos fue dado. De hecho, mirando bien, no agregan un nuevo contenido: las indicaciones “no desearás la mujer (...), ni ninguna otra cosa que pertenezca a tu prójimo” están por lo menos latentes en los comandos sobre el adulterio y sobre el robo; ¿cuál es entonces la función de estas palabras?”.

“Tengamos bien presente que todos los mandamientos tienen como tarea el indicar el confín de la vida, el límite más allá del cual el hombre se destruye a sí mismo y al prójimo, arruinando su relación con Dios”. “A través de esta última palabra se resalta el hecho que todas las transgresiones nacen de una común raíz interior: los malos deseos. En el Evangelio lo dice explícitamente el Señor Jesús: “Desde adentro, de hecho, esto es del corazón de los hombres salen los propósitos malvados: impureza, homicidios, adulterios, codicia, maldad engaño, libertinaje, envidia, calumnia, soberbia, estupidez. Todas estas cosas malas salen afuera desde el interior y hacen impuro al hombre” (Mc 7,21-23)”.

“Entonces comprendemos que todo el recorrido hecho por el Decálogo no tendría ninguna utilidad si no llegase a tocar este nivel, el corazón del hombre. El Decálogo se muestra lúcido y profundo sobre este aspecto: el punto de llegada de su viaje es el corazón y si éste no es liberado, el resto sirve para poco. Los preceptos de Dios pueden reducirse a ser sólo la bella fachada de una vida que permanece igualmente en una existencia de esclavos y no da hijos. A menudo, detrás de la máscara farisea de lo correcto asfixiante se esconde algo feo y no resuelto. Debemos en cambio dejarnos desenmascarar por estos comando sobre el deseo, porque no muestran nuestra pobreza, para conducirnos a una santa humillación. El hombre necesita de esta bendita humillación: aquella por la cual descubre el no poder liberarse por sí mismo, aquella por la cual grita a Dios para ser salvado. Lo explica en modo insuperable san Pablo, justamente cuando se refiere al mandamiento no desear (Cfr Rm 7,7-24)”.

“Es vano pensar poder corregirse a sí mismos sin el don del Espíritu Santo. Es vano pensar purificar nuestro corazón en un esfuerzo titánico de nuestra sola voluntad. Se necesita abrirse a la relación con Dios, en la verdad y en la libertad: sólo así nuestras esfuerzos pueden dar frutos. La tarea de la Ley bíblica no la de ilusionar al hombre que una obediencia literal lo lleva a una salvación artificial y por lo tanto inalcanzable. La tarea de la Ley es llevar al hombre a su verdad, o sea a la pobreza, que se vuelve apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios, que nos transforma y renueva”.

“La últimas palabras del Decálogo educan a todos a reconocerse como mendigos; ayuda a ponernos delante del desorden de nuestro corazón, para dejar de vivir en un modo egoísta y volverse pobres en espíritu, auténticos delante del Padre, dejándonos redimir por el Hijo y amaestrar por el Espíritu Santo. “Beatos los pobres de Espíritu Santo, porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt 5,3). Sí, beatos aquellos que dejan de ilusionarse creyendo que pueden salvarse de la propia debilidad sin la misericordia de Dios, que sola puede curar el corazón. Beatos aquellos que reconocen sus propios deseos malvados y con el corazón arrepentido y humillado no están delante de Dios y de los hombres como justos, sino como pecadores”.

“Estos son aquellos que saben tener compasión y misericordia de los otros, porque la experimentan sobre sí mismos”.

“Sólo la misericordia de Dios cura el corazón. Beatos aquellos que reconocen sus propios  deseos malvados y con el corazón arrepentido y humillado no están delante de Dios y de los hombres como justos, sino como pecadores. Es bello lo que Pedro le dice al Señor: ‘Aléjate de mí, Señor que soy un pecador’. estos son aquellos que saben tener compasión, que saben tener misericordia de los otros, aquellos que la experimentan en sí mismos”.

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Papa: Dios “ablande un poco el corazón” de quien condena todo aquello que está “fuera de la Ley”
02/05/2017 13:54
Papa: El hombre nos es dueño del tiempo, que pertenece a Dios
26/11/2013
​Obispo de Bangalore: En Navidad compartamos la alegría de Dios con aquellos que nos hacen el mal
23/12/2015
Musulmana, ex radical: Riad y el salafismo (wahabí) un peligro para el islam y para el mundo
17/12/2016 13:14
Papa: el Decálogo es la ‘radiografía’ de Jesús, que nos da un corazón nuevo
28/11/2018 12:39


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”