Teherán: el conflicto nuclear enfrenta a ultraconservadores y reformistas
Ayer se reanudaron en Ginebra las conversaciones entre Irán y los países del E3 sobre las sanciones. El ministro de Asuntos Exteriores se muestra abierto a «conversaciones indirectas» con Washington si Estados Unidos abandona la opción militar. Crece la tensión entre las dos almas del país en torno a la bomba atómica y el diálogo. Según Hrana, entre julio y agosto de 2025 las ejecuciones aumentaron un 54 % con respecto al mismo periodo del año pasado.
Teherán (AsiaNews) - El enriquecimiento de uranio y la línea dura con la AIEA -y la comunidad internacional- marcan un nuevo enfrentamiento entre ultraconservadores y reformistas en Irán, con los primeros dispuestos a continuar con el programa atómico y rechazando los llamamientos a la «suspensión» de la parte contraria. En este clima de renovado enfrentamiento, y con la perspectiva de una reanudación del conflicto —por ahora congelado— con Israel tras la «guerra de los 12 días» de junio, la represión interna se endurece cada vez más, con un amplio recurso a la pena capital. Según el último informe publicado por los expertos de la Agencia de Noticias de Activistas de Derechos Humanos (Hrana), la República Islámica ha llevado a cabo al menos 160 ejecuciones en el mes persa de Mordad (entre el 23 de julio y el 22 de agosto), con una tendencia al alza. A un ritmo de cinco al día, las condenas a muerte han aumentado un 54 % con respecto al mismo periodo de 2024, cuando fueron ahorcadas 106 personas. Desde principios de año, al menos 818 personas han acabado en la horca, entre ellas 21 mujeres.
El futuro de la energía nuclear
En el frente diplomático, ayer se reanudaron en Ginebra, Suiza, las conversaciones sobre energía nuclear entre Teherán y los países del E3 (Alemania, Francia y Reino Unido). La agenda del día era muy apretada, con especial atención a la revocación de las sanciones que han causado graves daños a la economía del país en los últimos años. Al frente de la delegación de la República Islámica se encontraban los viceministros de Asuntos Exteriores Kazem Gharibabadi y Majid Takht-Ravanchi, que se reunieron con sus homólogos de Berlín, París y Londres en un intento por dar un giro a las discusiones. Mientras tanto, el director general de la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica), Rafael Grossi, ha confirmado que un equipo de inspectores ha «regresado a Irán» en estas horas, el primero en cruzar las fronteras desde la guerra con Israel y Estados Unidos que ha afectado (también) a objetivos nucleares. Teherán había suspendido la colaboración por la «incapacidad» de la agencia para condenar los ataques a sus centrales.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Esmaeil Baghaei, informó de la posición de Teherán en la cumbre de ayer con los países del E3, amenazando con «consecuencias» si se reintroducen las sanciones de la ONU mediante el restablecimiento del llamado mecanismo «snapback». Sin embargo, el alto funcionario iraní añadió que ambas partes continuarán las conversaciones en los próximos días, en un intento por alcanzar un acuerdo satisfactorio. «Nuestro objetivo —subrayó en rueda de prensa— es prevenir acciones o incidentes que podrían resultar costosos para el país». Mientras tanto, el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, dejó abierta la puerta a las negociaciones con Estados Unidos, subrayando que Teherán está dispuesta a reanudar las «negociaciones indirectas» con Washington si la otra parte garantiza que no se considerarán otras opciones militares. «Estamos dispuestos a participar en negociaciones indirectas con Estados Unidos, siempre y cuando los estadounidenses —afirmó el jefe de la diplomacia iraní en una entrevista con Asharq Al-Awsat— nos aseguren que no lanzarán ninguna agresión militar durante las negociaciones».
Radicales contra reformistas
Mientras tanto, en el frente interno, los reformistas han acabado en el punto de mira de los ultraconservadores, la magistratura y la facción religiosa vinculada al líder supremo Alí Jamenei por haber publicado un llamamiento relativo a la suspensión del enriquecimiento nuclear, elecciones libres y negociaciones con Estados Unidos. La declaración de 11 puntos, publicada el pasado 17 de agosto, ha suscitado duras críticas por parte de funcionarios, medios de comunicación progubernamentales e instituciones religiosas, que acusan a los reformistas de traicionar los intereses del país en una fase de crecientes tensiones con Israel y Occidente. Altos funcionarios han calificado el documento de «carta de rendición» y han pedido que se emprendan acciones legales contra sus autores. Algunos críticos incluso lo han comparado con los intentos de golpe de Estado apoyados desde el extranjero. El jefe del poder judicial iraní, Gholamhossein Mohseni-Eje'i, ha advertido a los reformistas que «admitan su error y den marcha atrás» o se enfrentarán a un proceso penal, con la fiscalía de Teherán dispuesta a actuar «de acuerdo con lo previsto por la ley».
En particular, el Frente Reformista Iraní ha instado a la República Islámica a suspender voluntariamente el enriquecimiento de uranio, aceptar la supervisión de la AIEA y asegurarse así la revocación completa de las sanciones. No faltan críticas a la política del Gobierno, que apunta a «negociar tácticamente para ganar tiempo», junto con el llamamiento a apoyar la reconciliación nacional y promover reformas estructurales. Por último, la declaración de los reformistas propone una amnistía general para los presos políticos, la revocación de las restricciones impuestas a las figuras políticas y un cambio en la gobernanza con el objetivo de impulsar el desarrollo nacional.
Inestabilidad interna
La publicación del llamamiento reformista llega en un momento especialmente inestable, con algunas fuerzas políticas debatiendo abiertamente sobre una «era post-República Islámica» y otras pidiendo un referéndum sobre el futuro del sistema. Hossein Mozaffar, miembro del poderoso Consejo de Discernimiento de la Conveniencia, acusa a los reformistas de haber «sobrepasado los límites de la racionalidad y la línea roja», y rechaza la declaración como «una calumnia» destinada a promover «la desesperación, la polarización y una nueva sedición». Saeed Jalili, otro miembro del Consejo y ex candidato a la presidencia, acusó a los reformistas de buscar soluciones «en el abrazo de Occidente» en lugar de reforzar «las oportunidades internas y la unidad». Incluso los medios de comunicación más intransigentes se han sumado al coro de acusaciones: el diario Agah ha tildado a los reformistas de «rendidos», argumentando que no tienen ningún programa más allá de «atacar» el orden del Estado, «liberar a los presos políticos» y «dar luz verde a la Agencia», en referencia a los inspectores nucleares internacionales.
Las críticas y acusaciones contra los reformistas se intensificaron también porque la declaración se produjo tras la «guerra de 12 días» entre Israel e Irán en junio, con el frente conservador y radical acusando al contrario de socavar la unidad nacional en un momento de amenaza externa. En la contienda también se ha involucrado el establishment religioso (musulmán chiíta) del país, que ha servido de caja de resonancia a las críticas. La Sociedad de Profesores del Seminario de Qom acusó a los reformistas de «prescribir el cambio y la rendición por miedo al enemigo», mientras que el Partido de la Coalición Islámica condenó lo que calificó de «carta de rendición», argumentando que las propuestas equivalían a un «desarme estratégico del país».
El Frente de Estabilidad de la Revolución Islámica acusó a los reformistas de intentar un proyecto de «transición de Pezeshkian», en referencia al presidente Masoud Pezeshkian. El grupo comparó la declaración con los anteriores intentos reformistas durante las presidencias de Mohammad Khatami y con las protestas del movimiento Onda Verde de 2009, reprimidas con sangre y encarcelamientos. Acusaciones rechazadas por el frente reformista, que presenta divisiones internas. Azar Mansouri, líder del Frente Reformista, insistió en que la declaración es «el resultado de una decisión colectiva» aprobada por 38 votos tras un debate interno. «Esta declaración —afirmó— se ha redactado y publicado en el marco de un mecanismo democrático». La exdiputada Parvaneh Salahshouri declaró a Radio Farda que la mayoría de las cláusulas «se han planteado durante años». Por el contrario, Abbas Abdi, también reformista, declaró a la BBC en persa que la declaración no ofrecía «ningún punto nuevo». Mohammad Ghouchani, importante figura reformista de los medios de comunicación, criticó el momento elegido, advirtiendo que podría debilitar la posición negociadora del Gobierno, reforzar a los extremistas y alimentar la desconfianza política.
17/12/2016 13:14
06/10/2023 18:41