El Papa proclamó siete nuevos santos: 'No héroes, sino hombres y mujeres auténticos'
Hoy, Jornada Mundial de las Misiones, León XIV canonizó a siete beatos, entre ellos el armenio Ignacio Maloyán, mártir del genocidio, y Peter To Rot, primer santo de Papúa Nueva Guinea. En el Ángelus, habló sobre Myanmar: “Cese al fuego inmediato y eficaz”. Oración por Tierra Santa y Ucrania: “Paz justa y duradera”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Hoy, Jornada Mundial de las Misiones, tuvo lugar una gran fiesta en la Plaza de San Pedro, con la Santa Misa de canonización de siete beatos de la Iglesia Católica. Entre ellos el armenio Ignacio Choukrallah Maloyan (1869-1915), arzobispo católico y mártir del genocidio, y Peter To Rot (1912-1945), laico, beatificado por el Papa Wojtyla, que a partir de ahora es el primer santo de Papúa Nueva Guinea, defensor de los valores cristianos durante la ocupación japonesa.
Al finalizar la celebración, León XIV agradeció a las autoridades civiles y religiosas presentes - especialmente de Armenia y Líbano. Con respecto a la Jornada Mundial de las Misiones afirmó en el Ángelus: “Toda la Iglesia es misionera, pero hoy rezamos especialmente por aquellos hombres y mujeres que han dejado todo para llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. Son misioneros de esperanza - dijo - entre los pueblos. ¡Que el Señor los bendiga!”.
A continuación, el Papa se refirió a Myanmar, debido a las noticias “lamentablemente dolorosas” que llegan del país asiático. “Informan de continuos enfrentamientos armados y bombardeos aéreos, incluso dirigidos a personas e infraestructuras civiles”, explicó. León XIV dijo estar “cerca de quienes sufren a causa de la violencia, la inseguridad y tantas dificultades. Renuevo mi sincero llamamiento - siguió diciendo - para que se alcance un alto el fuego inmediato y efectivo”. Y reiteró la urgencia de “que los instrumentos de la guerra cedan el paso a los de la paz, a través de un diálogo inclusivo y constructivo”.
“Encomendemos a la intercesión de la Virgen María y de los nuevos santos nuestra continua oración por la paz, en Tierra Santa, en Ucrania y en tantos otros lugares en guerra”, añadió, recordando que hay muchos conflictos que siguen ensangrentando el mundo. “Que Dios conceda a todos los responsables sabiduría y perseverancia para avanzar en la búsqueda de una paz justa y duradera”, concluyó León XIV.
Junto a Maloyan y To Rot - cuyos rostros fueron colocados en la fachada de la basílica de San Pedro - hay tres italianos: Bartolo Longo (1841-1926), la misionera Maria Troncatti (1883-1969), y Vincenza Maria Poloni (1802-1855). A ellos se suman los venezolanos José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919) y Maria del Monte Carmelo Rendiles Martínez (1903-1977). “Han mantenido encendida la lámpara de la fe, más aún, han sido ellos mismos lámparas capaces de difundir la luz de Cristo”, dijo el Papa León XIV en la homilía. Y agregó: “Los nuevos Santos de hoy no son héroes, o paladines de un ideal cualquiera, sino hombres y mujeres auténticos”.
Sin la fe desaparecería la “esperanza” y la “libertad”, y “nuestro deseo de vida precipitaría en la nada”, añadió. “Así como no nos cansamos de respirar, del mismo modo no nos cansemos de rezar”, exhortó. “La fe [...] se expresa en la oración y la oración auténtica vive de la fe”. Pero la fe es puesta a prueba por “dos tentaciones”. La primera se refiere al “escándalo del mal”, que lleva “a pensar que Dios no escucha el llanto de los oprimidos ni tiene piedad del dolor inocente”. La segunda, añadió el pontífice, “es la pretensión de que Dios deba actuar como queremos nosotros. Entonces, la oración deja de ser tal para convertirse en una orden, con la cual enseñamos a Dios cómo ser justo y eficaz”.
“Dios hace justicia a todos, entregando su vida por todos”, explicó. Dios está presente cuando “el inocente sufre” y su justicia se expresa a través del “perdón”. “Él ve el mal y lo redime, cargándolo sobre sí”, afirmó. Su presencia resiste incluso en las situaciones más dolorosas. “Cuando estamos crucificados por el dolor y por la violencia, por el odio y por la guerra, Cristo está ya ahí, en la cruz por nosotros y con nosotros. No hay llanto que Dios no consuele, no hay lágrima que esté lejos de su corazón”, subrayó el pontífice. “El Señor nos escucha, nos abraza como somos, para hacernos como es Él”. Solo acogiendo la “misericordia de Dios” se llega a ser verdaderamente capaces de “misericordia hacia el prójimo”. “Quien no acoge la paz como un don, no sabrá donar la paz”, concluyó.
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