03/01/2023, 09.49
RUSIA
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Millones de rusos se están congelando

de Vladimir Rozanskij

Según la propaganda de Putin, es Europa la que se muere de frío sin el gas ruso. Más del 7% de la población vive en casas sin calefacción. Las regiones periféricas tienen mayores problemas. Los gastos de guerra anulan cualquier intento de calentar el cuerpo y el alma del país.

 

Moscú (AsiaNews)- La propaganda oficial en Rusia no deja de repetir que los europeos están sufriendo el frío debido a la interrupción del suministro de gas ruso, para no hablar de los ucranianos, cuyas centrales eléctricas han sido destruidas por los bombardeos rusos. El presentador de televisión Vladimir Solov'ev difunde información sobre los "burócratas y diputados de las instituciones de la UE que se congelan en sus despachos". En el canal 360tv cuentan que "los británicos se mueren de frío en la cama" y Russia24 asegura que "en Europa intentan calentarse con métodos primitivos, alimentando las estufas con paja".

En realidad son precisamente los ciudadanos rusos los que están pasando el invierno en condiciones cada vez más precarias debido a la falta de mantenimiento de los servicios de calefacción, que requieren una atención y alimentación continuas, muy deficientes en este momento. La docente rusa Irina Soshnikova de la región de Novgorod, en el norte de la Rusia europea pide angustiosamente en su página de Facebook: “Amigos, ¡por caridad ayúdenme con la leña para la calefacción! La máquina para transportar y cortar madera cuesta más de 10.000 rublos [129 euros], y no puedo contratar a alguien para que lleve los troncos a casa y los acomode”.

Irina tiene 64 años y vive en la aldea de Lyčkovo, en una vieja casa de campo a donde no llega ningún servicio público, y para comprar la leña utilizaba la pensión de su anciana madre, ya fallecida. Durante todo el 2022 se organizaron colectas espontáneas a través de las redes sociales para ayudar a personas mayores y solas a conseguir leña, y a las familias de los reservistas enviados a Ucrania se les prometió ayuda de las instituciones, aunque todo esto siempre resulta insuficiente.

Además de las dificultades que viven los habitantes de las ciudades debido al número cada vez mayor de fallos en los sistemas de calefacción, es precisamente la numerosa población de las zonas periféricas de Rusia la que está en crisis. La casa de Irina ni siquiera ha sido reconocida como idónea, pero ella no tiene otro lugar a donde ir.

Según datos del censo nacional de 2020, más del 7% de la población rusa vive en casas sin calefacción y utiliza hogares y estufas. Esto significa más de 10 millones de personas. Incluso en la república caucásica de Adygeja, 1 de cada 10 personas se calienta con leña, y los porcentajes son cada vez mayores hacia el norte, como en las regiones de Kostroma, Novgorod y Karelia, en la frontera con Finlandia. Los que más sufren son los habitantes de Siberia y el Extremo Oriente, donde casi la mitad de los familias dependen de las estufas.

A menudo no existe una red pública de gas, como en Tuva y Buryatia, donde incluso teniendo los fondos necesarios es imposible instalar una calefacción autónoma. Los incendios en las viviendas son muy frecuentes en estas zonas. Ya en agosto de 2021 el gobernador de Tuva, Vladislav Kovalyg, había pedido personalmente a Putin que incluyera la región en el programa nacional de gasificación. Alimentar las estufas con carbón, que es más barato que la madera, también significa respirar gases tóxicos dentro de la casa, lo que acarrea graves enfermedades, pero Gazprom respondió que sería demasiado caro llevar el gas a Tuva.

En Buriatia, los habitantes locales ya han pedido ayuda varias veces al gobernador Aleksej Tsydenov porque la madera suministrada a las familias de los muchos caídos en Ucrania no es suficiente para todos y tampoco hay otras formas de asistencia.

Los padres envían a sus hijos a orfanatos, donde hay calefacción central, solo para evitar que mueran de frío, porque no tienen dinero para leña o carbón, según informa la fundación benéfica "Ciudad del Sol" de Novosibirsk, que ayuda a las familias con este tipo de dificultades. "Muchos piensan - dice la directora Marina Aksenova - que esta es una ayuda generosa del Estado, pero no se dan cuenta de que mantener a los niños en estas estructuras le cuesta a la comunidad incluso más que los cargamentos de madera que harían falta, además de la separación y los traumas psicológicos que produce en ellos".

Hay varias asociaciones que intentan ayudar a las familias rusas en el frío invernal, pero los gastos de guerra anulan cualquier intento de calentar el cuerpo y el alma de Rusia.

 

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