28/04/2023, 15.25
VATICANO-HUNGRÍA
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Papa en Budapest: que Europa promueva paz y acogida, no aborto y cultura de género

Francisco llegó a Hungría para su viaje apostólico. En su discurso a las autoridades, una advertencia contra la "regresión al infantilismo bélico" y la ausencia de "esfuerzos creativos de paz" respecto a Ucrania. No al populismo autorreferencial, pero tampoco al "nefasto camino de colonización ideológica que antepone a la vida conceptos reductivos de libertad".

Budapest (AsiaNews) - "¿Dónde están hoy los esfuerzos creativos por la paz?" Desde Budapest, adonde llegó esta mañana para su viaje apostólico, que en Hungría se extenderá hasta el domingo, el Papa Francisco dirigió esta mañana un duro reclamo a Europa sobre su "rol" frente a la herida de la guerra en Ucrania. Pero -desde el corazón del continente- también habló del futuro de la Unión Europea, que debe cuidarse de populismos y de cerrarse a acoger a quienes llaman desesperadamente a sus puertas, pero también de un "supranacionalismo abstracto, ajeno a la vida de los pueblos" y proclive a "nefastas colonizaciones ideológicas" en temas como el aborto o la llamada cultura de género .

El Papa Francisco llegó hacia las 10 de la mañana a la capital magiar, donde inmediatamente se reunió en privado con la Presidenta de la República, Katalin Novák, y con el Primer Ministro, Viktor Orbán, con quienes conversó durante más de veinte minutos. A continuación, en el vestíbulo del antiguo monasterio carmelita, hoy sede de la jefatura del Gobierno, pronunció su primer discurso dirigiéndose a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.

El Papa Francisco habló de Budapest como "una ciudad de historia, una ciudad de puentes y una ciudad de santos". De su larga historia recuerda el esplendor de la belle époque, pero también las heridas de las dictaduras nazi y comunista ("¿cómo olvidar 1956?"). Pero, sobre todo, menciona el mensaje de unidad que está en su raíz, con la fusión de tres ciudades diferentes (Buda y Óbuda al oeste del Danubio con Pest en la orilla opuesta) hace 150 años. Transmite un mensaje claro para Europa, que "junto con las Naciones Unidas, en la posguerra representó la gran esperanza en el objetivo común de que un vínculo más estrecho entre las naciones evitaría nuevos conflictos". Hoy, sin embargo, "la pasión por la política comunitaria y el multilateralismo parece cosa del pasado: parece que asistimos al triste ocaso del sueño coral de la paz, mientras se abren paso los solistas de la guerra. En general, el entusiasmo por construir una comunidad de naciones pacífica y estable parece haberse desintegrado en la mente de la gente, mientras se marcan zonas, se señalan diferencias, vuelven a rugir los nacionalismos y se exasperan los juicios y los tonos hacia los demás". En el plano internacional, parece que "la política tiene por efecto exacerbar los ánimos en lugar de resolver los problemas", que ha "retrocedido a una especie de infantilismo bélico".

Para cambiar el rumbo, explicó el Papa, Europa es fundamental. "Está llamada a desempeñar el papel que le corresponde: el de unir lo lejano, acoger en su seno a los pueblos y no permitir que nadie se convierta en enemigo para siempre". Desde Budapest, Francisco citó abundantemente palabras de De Gasperi y Schuman. Recordó su insistencia en los "esfuerzos creativos" necesarios para promover la paz. "En esta fase histórica los peligros son muchos", comentó el pontífice, "pero, me pregunto, pensando también en la atormentada Ucrania, ¿dónde están los esfuerzos creativos por la paz?".

Pero Budapest es también una ciudad de puentes, que se convierten en ocasión para reflexionar "sobre la importancia de una unidad, que no significa uniformidad". "Pienso en una Europa que no sea rehén de los partidos, presa de populismos autorreferenciales, pero que tampoco se convierta en una realidad fluida, cuando no gaseosa, en una especie de supranacionalismo abstracto, ajeno a la vida de los pueblos", explicó Francisco. Y añadió: “Éste es el nefasto camino de la ‘colonización ideológica’, que elimina las diferencias, como en el caso de la llamada cultura de género, o que antepone conceptos reductivos de libertad a la realidad de la vida, por ejemplo ostentando como logro un insensato 'derecho al aborto', que es siempre una trágica derrota". Como ejemplo de una Europa centrada en las personas, citó "las eficaces políticas de natalidad y familia, cuidadosamente aplicadas" por Hungría.

Pero los puentes se extienden también a los pueblos que llaman a las puertas de Europa. Y para recordárselo a los húngaros, el Papa Francisco nombró a los numerosos santos que marcaron la historia de Budapest: por ejemplo, Santa Isabel, la princesa "que murió a los veinticuatro años tras renunciar a todas sus posesiones y distribuirlo todo entre los pobres". Una "joya resplandeciente del Evangelio que se entregó hasta el final, en el hospital que había construido, al cuidado de los enfermos". Francisco agradeció a las autoridades húngaras "la promoción de obras caritativas y educativas inspiradas en estos valores". Sin embargo, señaló que una colaboración fructífera debe "salvaguardar bien las oportunas distinciones" entre Estado e Iglesia, "manteniendo como punto de referencia el Evangelio, para adherirse a las opciones libres y liberadoras de Jesús y no prestarse a una especie de colateralismo con la lógica del poder". Invocó "un sano laicismo, que no caiga en el laicismo generalizado, que se muestra alérgico a todo aspecto sagrado para inmolarse después en los altares del beneficio".

Reconocerse hijos predilectos del Padre y amar a cada uno como a un hermano, son "las dos pistas" que el Papa señaló al pueblo húngaro. Retomó las palabras de san Esteban, el primer rey de esta tierra, que recomendó a su hijo "acoger con amabilidad a los forasteros y tenerlos en honor, para que prefieran quedarse contigo antes que en otra parte". "El tema de la acogida -concluyó Francisco- suscita muchos debates en nuestros días y es ciertamente complejo. Sin embargo, para quienes son cristianos, la actitud de fondo no puede ser distinta de la que transmitió san Esteban, que la aprendió de Jesús. Debemos abordar el problema sin excusas ni dilaciones pensando que Cristo está presente en tantos hermanos y hermanas desesperados, que huyen de los conflictos, la pobreza y el cambio climático".

Desde Budapest terminó invitando nuevamente a toda Europa a abordar la cuestión migratoria, trabajando en "vías seguras y legales, en mecanismos compartidos ante un desafío de época que no se puede frenar mediante el rechazo, sino que hay que acogerlo para preparar un futuro que, si no es juntos, no existirá".

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