Desde 2017, el párroco de la catedral de Svjato-Onežskij, en la costa rusa del Ártico, había iniciado negociaciones con el alcalde noruego de Vardø para construir una capilla ortodoxa rusa en la isla de los pescadores. Pero cuando en los planos apareció una imponente construcción de 17 metros de altura en medio de los grandes radares de la OTAN, el ayuntamiento se negó a conceder el permiso a pesar de las generosas ofertas de subvenciones rusas.
Ante el resurgimiento de los llamados rodnovery, los «creyentes nativos», Kirill ha formado una comisión especial dirigida por el arzobispo ruso-francés Savva, nueva estrella en ascenso de su equipo, para hacer frente a este nuevo desafío. Pero según el profesor Šiženskij, uno de los principales estudiosos rusos de las religiones, la única respuesta verdadera es una labor misionera que no se limite a valoraciones ideológicas.
La unión universal es la nueva religión de Moscú en un mundo dividido y conflictivo. Desestabilización, propaganda, financiación de las élites y de los oligarcas “amistosos” leales a Moscú y las Iglesias como instrumentos de poder. Después de Ucrania, Kazajistán es el país que más se encuentra en riesgo. Tiene la frontera terrestre más larga y la diáspora rusa más importante. Estados Unidos, la Unión Europea y sus socios internacionales deberán reforzar las relaciones económicas y diplomáticas con los territorios que se encuentran en el punto de mira de Moscú.
Las sanciones de EE. UU. contra el gigante petrolero Lukoil tendrán repercusiones también en Asia Central. El gigante ruso ha anunciado su intención de vender sus activos en el extranjero, muy importantes en un país como Kazajistán, que vende el 80 % de su petróleo a través de las infraestructuras de Moscú, pero no puede perder el acceso a los sistemas bancarios occidentales.
Los efectos del cambio climático están provocando este año una drástica caída en la producción de cereales, un sector crucial para la economía rusa. En la región de Rostov, el 17,5 % del territorio ya se ha desertizado. Pero en la represión de cualquier voz disidente, también los ecologistas que luchan por salvaguardar las zonas boscosas están en el punto de mira.
A través de una galería de personajes el autor Mikhail Zygar recorre en su nuevo libro los últimos treinta años de la Unión Soviética y ayuda a leer el presente de Moscú a partir de la idea de que ninguna dictadura es eterna y que el futuro siempre ofrece una oportunidad para cambiar.